El Colombiano

¿QUÉ PASA EN COLOMBIA?

- Por ALBERTO VELÁSQUEZ MARTÍNEZ redaccion@elcolombia­no.com.co

El Papa Francisco demuestra preocupaci­ón por los desórdenes que ocurren en Colombia. El periódico El País de España que “Colombia estalla, y su crisis no tiene precedente­s”. La revista The Economist, una de las más influyente­s del mundo, pronostica que el año entrante llegará el primer gobierno socialista a Colombia. Y el politólogo Fernando Cepeda especula que estará presidido por Petro, quien podría ganar en la primera vuelta. The New York Times pone a nuestra Policía como grupo de asesinos. Alias “Iván Márquez” desde la clandestin­idad llama a insurrecci­ón total para tumbar a Duque. En Cali silba la bala. Alguna radio y redes sociales, desmesurad­as, con noticias y comentario­s sesgados. Y de encima el invierno cobra miles de víctimas que sumadas a los tres millones de infectados por la pandemia y los cerca de 80 mil muertos, dibujan un panorama económico, social, político y de salud pública desolador. ¿Acaso, dicen los optimistas, en peores oscuridade­s nos cogió la noche? ¿O se estará cumpliendo, para los pesimistas, la sentencia de Fernando Vallejo de que “Colombia es un desastre sin remedio”?

Hoy habrá más marchas de protestas, expresione­s legítimas en una democracia, pero que han sido deformadas por la infiltraci­ón de los violentos que las manipulan para enfrentarl­as con una fuerza pública disminuida y agotada. Los toques de queda son simples saludos a la bandera. Operan para las gentes de bien, cumplidora­s de la ley, pero burladas por las tropas de asalto que se toman las vías públicas. El Estado se desgasta y se convierte en rey de burlas. Como en los viejos tiempos de la Colonia, se obedece pero no se cumple.

El odio se aferra a la piel de la Nación. El exministro de Hacienda Juan Carlos Echeverri se pregunta de dónde ha salido tanto odio. Todos contra todos, parece ser la norma. No se discute sino que se agravia. Persisten ira y odio en un país que viene practicand­o el rencor desde la misma formación de la República con partidos políticos creados en medio de las inquinas y guerras civiles.

Ya cayó la reforma tributaria y con ella la cabeza de Carrasquil­la. ¿Qué más quieren los bochinchos­os? ¿Que caiga el gobierno Duque y con él sucumba el régimen de libertades en toda su extensión que rige en Colombia? ¿Solo así quedaran satisfecho­s los agentes del desorden? ¿O prefieren que siga el caos para que la prensa internacio­nal siga mirando a Colombia como una democracia fallida, como país tribal en donde impera la anarquía? ¿Todo esto hará parte del libreto populista, anticipado por los profetas de desastres, para tomarse el poder el año entrante? Hace dos años Diosdado Cabello, capataz venezolano, anunció que el ciclón bolivarian­o soplaría pronto sobre Colombia. Y Petro, la noche de su derrota presidenci­al, sentenció que desde ese momento comenzaría a tomarse las calles. El orden del día lo van cumpliendo rigurosame­nte.

¿No será hora, como lo pide Germán Vargas Lleras,

“de cerrar filas en defensa del país, tristement­e sitiado por el vandalismo, los paros y las agendas políticas”? ■

Todos contra todos, parece ser la norma. No se discute sino que se agravia. Persisten ira y odio en un país que viene practicand­o el rencor desde la misma formación de la República.

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