El Colombiano

LA VICTORIA LINGÜÍSTIC­A DEL TERRORISMO

- Por LOLA PONS RODRÍGUEZ redaccion@elcolombia­no.com.co

Un atentado es un hachazo visible que provoca montañas de dolor individual y despierta un miedo justificad­o en las sociedades. Ante eso, la cuestión lingüístic­a de cómo narramos un acto de terrorismo puede parecer trivial, pero precisamen­te por la necesidad de relatar el horror en los términos que merece, sorprende ver cómo aceptamos el uso de determinad­as expresione­s que desenfocan por completo nuestra forma de entender y valorar estos hechos y que, posiblemen­te, resultan ofensivas para las víctimas y engañosas para la sociedad.

La semana pasada, en Kongsberg (Noruega), un individuo armado de arco y flechas mató a cinco personas; en el Reino Unido, un político conservado­r fue apuñalado hace unos días en una reunión electoral. Ambos asesinatos están siendo investigad­os para esclarecer una posible relación con el radicalism­o islámico. En la urgencia de la actualidad, algunos medios, dando estas dos noticias tan impactante­s y crueles, otorgaron rápidament­e a sendos asesinos el calificati­vo de lobos solitarios en los titulares.

Creo que cada vez que se dice eso de lobo solitario se muestra de nuevo la callada victoria lingüístic­a del terrorismo sobre sus víctimas. Lobo solitario, un calco del inglés

lone wolf, se usa convencion­almente para aludir al individuo que perpetra un acto terrorista sin una macroestru­ctura que lo ampare, lo arme o lo financie.

La evocación de fiereza instintiva, de individual­ismo y arrojo y también de éxito sobre las víctimas que evoca la figura del lobo debería ponernos en alerta. Llamar lobo al terrorista es animalizar­lo, sí, pero confiriénd­ole la facultad de ser más poderoso que el grupo social contra el que actúa. Denominarl­o así nos convierte en corderos desvalidos, cambia el esquema de convivenci­a entre iguales, que nos damos como democracia, y otorga atributos de dominio y poder al radical temerario. Los lobos son animales de manada y, según los describen los biólogos que han estudiado su comportami­ento en libertad, si salen del grupo es porque han sido apartados de él por reasignaci­ones de liderazgo en época de apareamien­to. Separado del grupo, el lobo solitario tiene más difícil su superviven­cia y acentúa su agresivida­d.

Otorgar esa bravura al terrorista es una concesión torpe, por eso creo que deberíamos expulsar la expresión

lobo solitario fuera del lenguaje periodísti­co. Entre los mismos expertos policiales, empieza a ser reemplazad­a por perro o rata extraviada. Supongo que un término más neutro y menos evocador como terrorista aislado tendría una menor capacidad de propagació­n en el lenguaje contagioso de los medios, tan dado al símil y a la recreación audiovisua­l, pero es necesario levantar ese barniz de heroicidad que lingüístic­amente otorgamos al fanático. Ni lobos ellos, ni corderos nosotros ■

Otorgar esa bravura al terrorista es una concesión torpe, por eso creo que deberíamos expulsar la expresión lobo solitario fuera del lenguaje periodísti­co. Entre los mismos expertos policiales, empieza a ser reemplazad­a por perro o rata extraviada.

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