El Colombiano

UNA PRESENCIA NO TAN OCULTA

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pales títulos en los que descansa la fama de Dumas— fueron escritos casi en su totalidad por Auguste Maquet.

La figura de Dumas llena buena parte de los manuales literarios franceses mientras la de Maquet se restringió al papel de una nota a pie de página en la biografía del primero. Otra muestra resonante de un literato consagrado —y con el premio Nobel— que recibió los auxilios de los fantasmas es el del español Camilo José Cela. Con la investigac­ión “Desmontand­o a Cela”, el periodista Tomás García Yebra rastreó las huellas de terceros en los libros de Cela. Las encontró en todos, incluso en el más importante, La Colmena.

“Cela era un gran prosista, con un estilo exquisito, pero encontrar historias y relatos era todo un problema para él”, sostuvo en el ensayo. También se conocen los nombres de escritores talentosos, reconocido­s por sus libros, que hicieron las veces de fantasmas. H.P. Lovecraft —una leyenda de las ficciones de terror— fue contratado por el editor de la revista Weird Ta

para escribir una columna y dos relatos que llegaron al público con la firma de una superestre­lla del momento: el ilusionist­a Harry Houdini.

“Casi todos hemos sido fantasmas de alguien. Hemos reescrito textos ajenos, los hemos corregido”, dice el fantasma, que antes de serlo fue el director de una revista de circulació­n nacional.

“Mi hija leyó las memorias de la señora Obama, estoy casi seguro de que ella no las escribió. Me temo que Keith Ri

La historia de los escritores fantasmas es larga. En el sector editorial se dice en voz baja — por las cláusulas de confidenci­alidad— que los mayores best sellers de la política y la literatura de superación personal fueron escritos por redactores fantasmas. El fenómeno es de tal magnitud que las mismas editoriale­s contratan asesores externos para ayudar a las celebridad­es —personalid­ades de televisión, de la música y del entretenim­iento— a escribir sus respectivo­s libros. En la industria editorial de los Estados Unidos esta práctica es muy usual. También se conocen casos de autores literarios que han acudido a estos servicios, entre

ellos Camilo José Cela. chards necesitó la ayuda de alguien para escribir Life, sus memorias. Este libro es una verraquera. Tampoco creo que Santos ni Petro hayan escritos sus libros. ¿Con qué tiempo?”.

Cada tanto, los fantasmas cambian de oficio. Eso le pasó a la publicista y escritora bogotana Sonia Ramón: tras escribir para alguien dos novelas —una de ellas un best-seller— decidió montar una consultorí­a literaria, convertirs­e en una suerte de coach de escritura. Ahora, en sus redes sociales, asesora a profesiona­les de todo tipo a llevar al papel sus ideas.

En 2010, el polémico Roman Polanski estrenó The Ghost Writer, filme protagoniz­ado por Pierce Brosnan y Ewan McGregor. La película narra el vínculo entre un político en su ocaso —Brosnan— y un joven escritor —McGregor—. En un momento, el personaje del fantasma piensa para sí: “A los fantasmas nunca los invitan a las fiestas de lanzamient­o. Por lo general somos una vergüenza, como una amante en una boda”.

Los fantasmas son eso: presencias que deambulan por las páginas de los libros ajenos dejando leves marcas de su paso. Tal vez baste un ojo despierto para percibirla­s.

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Sonia Ramón pidió dejar claro que los libros que aparecen en su página web no fueron escritos por ella. Los autores de estos recibieron su apoyo y guía ■

Nota:

Los autores fantasmas están detrás de algunos títulos más vendidos del mercado editorial colombiano. Políticos, médicos y guías espiritual­es acuden a sus servicios. Esta es una práctica usual en el mundo.

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