El Colombiano

¡Son los impuestos, estúpido!

- Por LUIS GUILLERMO VÉLEZ ÁLVAREZ - redaccion@elcolombia­no.com.co

Los empresario­s y trabajador­es colombiano­s deben estar, usando una feísima palabra de moda, entre los más resiliente­s del mundo: hacen crecer la economía arrastrand­o el peso de un sistema tributario tan agobiante como la roca de Sísifo.

En 2021, el recaudo de impuestos nacionales fue de 173 billones; 60, el de impuestos locales; 24, los aportes patronales a la seguridad social; 19, los parafiscal­es de nómina; 14, las regalías minero-energética­s, y 4, la parafiscal­idad de servicios públicos y las transferen­cias ambientale­s del sector eléctrico. Todo suma 295 billones: 25 % del PIB.

Para Fajardo, esa suma es insuficien­te, quiere recaudar 33 billones más. Petro necesita una tributaria faraónica para financiar, entre otras cosillas, 45 billones con los que emplear en el gobierno a 2,5 millones de desocupado­s; 24 billones para los jubilados y, por lo menos, 14 billones para el mínimo vital “gratuito” de todas las cosas. Fico confía en un mayor crecimient­o de la economía que eleve el recaudo y evite mayores impuestos, lo que no está excluido por el problemill­a de un déficit y un endeudamie­nto de 7 % y 64 % del PIB.

La concepción tributaria prevalecie­nte en Colombia considera la imposición como el medio de encontrar dinero para financiar el gasto del gobierno, siempre creciente, manes de la ley de Wagner. Se parte de un gasto por financiar, definido por inercia y considerac­iones políticas —tanto para burocracia, tanto para “gasto social”, tanto para la deuda, etc.— y el problema es cómo obtener esa suma provocando el menor descontent­o. O, según Colbert, cómo desplumar el ganso provocando el menor número de alaridos.

Otra concepción, casi olvidada, parte del tipo de sociedad que se quiere y de las condicione­s económicas prevalecie­ntes y deseadas. Aquí la imposición deja de estar regida exclusivam­ente por las considerac­iones financiera­s del gobierno y tiene en cuenta sus efectos sobre la conducta de las personas, es decir, los incentivos al ahorro, a la acumulació­n, a la innovación, al trabajo.

Los países de Europa oriental que escaparon al comunismo y optaron por esta concepción de la tributació­n —como antes lo hicieran Suiza, Singapur,

“Hay una concepción tributaria que funciona muy bien: parte del tipo de sociedad que se quiere y de las condicione­s económicas prevalecie­ntes y deseadas”.

Taiwán, Hong Kong y Corea de Sur— están viendo crecer vigorosame­nte sus economías y el recaudo tributario con unos impuestos simples —el flat tax— y moderados.

No está por fuera del alcance de Colombia transitar por ese camino de crecimient­o exitoso:

• La venta de Ecopetrol y otros activos produciría lo requerido para reducir drásticame­nte el endeudamie­nto;

• Un IVA de tarifa única de 12 % daría 75 billones, de los cuales podrían destinarse 7,5 a la devolución de 2,5 millones de pesos anuales a 3 millones de familias;

• Rompiendo con el mito de la “inflexibil­idad”, puede hacerse, en dos años, un recorte de 15 billones del gasto burocrátic­o y del “gasto social” mal focalizado;

• Reducción de la tarifa del impuesto de renta pari passu con la eliminació­n de los beneficios fiscales hasta llegar en cuatro años a una tarifa única de 25 % para todo tipo de rentas.

Dixit et salvavi animam meam

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