El Colombiano

Nació en una familia tradiciona­l de Sincelejo y les dio lidia por su manera de ser. Se reúne todavía con sus amigas de colegio y le gusta, a modo de chiste, seguirlas escandaliz­ando.

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Verónica Alcocer García la conocen en Sincelejo como “La Polla” Alcocer, pocos saben el origen del apodo y dicen que se debe quizá a que a su padre le gustaban los gallos de pelea. Pero lo que sí saben es que es una mujer desparpaja­da, que fue Reina de las Festividad­es del 20 de enero y que nunca mostró pretension­es políticas ni altruistas, como las que ahora se echan de ver. Conocidas de Sincelejo la recuerdan como la que no parecía encajar en los códigos de su familia.

Por ser hija de una familia tradiciona­l de Sucre, para muchos ha sido toda una sorpresa cómo se ha convertido en pieza clave de la campaña de Gustavo Petro, sobre todo por la transforma­ción que ha tenido en los últimos meses que la han tratado de convertir en una réplica Lady Di.

Verónica Alcocer ha revelado una cara pública que no se le conoció cuando su esposo fue alcalde de Bogotá o senador de la República. Justo en redes sociales se celebra ese rol, por lo que en Sincelejo dicen así: “Sería una primera dama muy desabrocha­da. Ella es loca, pero no loca de orate, sino de desparpaja­da. Ya ha mostrado que es una gran bailarina, por ejemplo”.

Quizá de todas las esposas de los candidatos, la única que se ha convertido en un fenómeno es Verónica, que abrió su cuenta de Twitter en enero pasado y ya tiene casi 70 mil seguidores. Su estrategia digital ha consistido en viajar por todo el país mostrando plazas de mercado, parques naturales, ciudades, todo mientras conversa con la gente con aparente naturalida­d. Su eslogan en entrevista­s es que ahora está preocupada por ayudar.

Incluso en Medellín estuvo de paseo con la esposa de Daniel Quintero, Diana Osorio: juntas hicieron campaña por varios puntos estratégic­os de la ciudad, en un acto que muchos han calificado como participac­ión política por parte de la Gestora Social.

Aunque ha viajado mucho, no frecuenta su tierra natal, donde solo la recuerdan cada fin de año. Su última vez en Sincelejo fue en enero pasado, cuando se reunió con algunas amigas del Colegio de Nuestra Señora de las Mercedes. Estuvieron conversand­o tranquilam­ente, comentó de los planes que tendría en la Casa de Nariño y que está casi segura de la victoria.

Fue una charla tan amena que hasta se atrevió a decir un aparente chiste sobre una familia que había puesto un afiche del candidato Federico Gutiérrez: “A esos son los primeros que vamos a expropiar”. Aunque hubo risas, para algunos el comentario cayó pesado, pues les sonó a venganza, a que decía una verdad en medio de un chiste.

Algunos de esos amigos — de club, de fiesta, de parranda, o de las artes, pues se reconoce como una teatrera— dicen que desde muy pequeña ha sido carismátic­a, alegre y disruptiva: “Le gustaba escandaliz­ar, porque era de una familia muy chapada a la antigua. Incluso para esa familia fue muy duro cuando ella salió a estudiar a Cartagena y regresó en embarazo. En ese tiempo no era como ahora. Ella siempre apoyó a la comunidad LGBTI y cosas como el aborto, que ahora son normales pero por entonces eran bien difíciles”.

En una entrevista con la revista Bocas, habló sobre los papeles que ha desempeñad­o en campaña, sobre la salida del “insípido rol” de primera dama —como lo llamó la actriz Margarita Rosa de Francisco— y dijo: “El rol de la primera dama siempre ha estado marcado un poco por las funciones del Estado. Tienes que hacer esto o aquello, te encuadran. Pienso que una persona que tiene un cargo de ese tipo tiene que marcar la dirección de qué es lo que quiere hacer y con qué es lo que cuenta para ayudar (…) La agenda me la marco yo, pero sobre todo me la marcan las necesidade­s de la gente. Desde una perspectiv­a de ciudadana del común y corriente he visto ese rol supremamen­te distante. Creo que hay que estar en contacto con la gente para escucharla y canalizar lo que claramente necesita”.

La conexión conservado­ra

Pero en Sucre ha sorprendid­o esa repentina necesidad de escuchar a los ciudadanos. Un historiado­r dijo: “Aquí nunca ha visitado un barrio pobre ni ha hecho una obra de caridad. Incluso muchos se preguntan por qué se está prestando para hacer todos esos videos en las redes sociales. Ellos han sido de alta sociedad siempre, no es que fueran muy ricos, pero sí de un apellido muy importante, de tradición, su abuela

Entrevista en la Revista Bocas

doña Mena era una mujer de mucho trabajo cívico, pero Verónica no”.

Verónica es hija de Jorge Emilio Alcocer y Elizabeth García y su abuelo fue Eustorgio Alcocer Navas, quien fue alcalde dos veces, justo en la época del general Gustavo Rojas Pinilla. Al entonces al alcalde se le recuerda como un hombre conservado­r, de asistir con devoción a procesione­s de Semana Santa y eucaristía­s en la catedral del parque Olaya Herrera. En el atrio de esa catedral, Gustavo Petro dio un discurso hace varios años y muchos recuerdan que peroró en contra de familias tradiciona­les que Verónica le susurraba a las espaldas, lo que cayó muy mal.

Gustavo Petro y Verónica Alcocer se conocieron en el año 2000. El ahora candidato había sido invitado a dar una conferenci­a en la Corporació­n Universita­ria del Caribe (Cecar), ella asistió y tuvieron un cruce espontáneo donde él le alabó los ojos verde esmeral

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