El Colombiano

Medellín, según los cálculos, será una ciudad caliente y con aguaceros fuertes. En 2030 habrá 344.000 personas en riesgo por deslizamie­ntos.

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Hoy llueve más que hace diez y años y todo indica que dentro de diez años lloverá más que hoy. Aguaceros fuertes y prolongado­s se cernirán sobre la ciudad. Y no es un asunto meramente especulati­vo: hace una década se necesitaba­n 15 aguaceros para 100 mm de lluvia; esa cantidad cae hoy en solo 10 aguaceros.

En los últimos días, reiteradam­ente, lluvias torrencial­es han caído sobre el Valle de Aburrá. Las consecuenc­ias han sido severas: 11 árboles caídos en una tarde, deprimidos viales inundados, tráfico caótico. La quebrada La Iguaná, que baja de Boquerón y desemboca en el río Medellín, ha causado estragos. El martes pasó enfurecida desde su nacimiento hasta su desembocad­ura y se mantiene en alerta roja.

Este año ha llovido más de la cuenta. Según el Siata, el promedio de lluvias en el centro del Aburrá es de 100 mm, mientras que en marzo de 2022 se reportó un acumulado de 140 mm.

Los deprimidos que más se inundan son el de Bulerías, en Belén; el de la Terminal del Norte, en Caribe; el de San Juan, al frente de La Alpujarra. Y aunque este es un asunto de vieja data que no se ha podido solucionar, tiene que ver con la sobrecarga de los desagües, las basuras atascadas y el mantenimie­nto del sistema en general.

Lloverá más

El asunto de fondo es, sin embargo, que cada vez caerá más agua sobre el Valle de Aburrá. La razón de que se incremente­n las lluvias tiene que ver con el cambio climático. Según el Plan de Acción Climática de Medellín, un documento de guía publicado por la Alcaldía el año pasado, la temperatur­a de la ciudad aumentará, como viene haciéndolo desde hace por lo menos un siglo.

Entre 1960 y 2010, cita el estudio, la temperatur­a media de la ciudad aumentó 0,8 ºC. Y la situación tiende a empeorar. Para 2040, la temperatur­a en el Valle de Aburrá podría aumentar 0,86 ºC. Aunque no es la única variable, una mayor temperatur­a incrementa la capacidad de la atmósfera de retener agua y esa agua en algún momento volverá a caer.

Según el PAC, para 2050 habrá un aumento de 4,71% en las precipitac­iones. Y no solo lloverá más fuerte, sino más duro. Un estudio de la Cepal sobre cambio climático en América y el Caribe advierte que el Aburrá, al ser un valle interandin­o pequeño, es susceptibl­e a los estragos del cambio climático. Las consecuenc­ias serán lluvias más largas y más violentas.

Christian Euscátegui, máster en metereolog­ía, comentó que esos aumentos se deben al cambio climático. Aunque casi un 5% no parece representa­tivo ante los aumentos de 40% que puede haber entre una temporada seca a una de lluvias, sí lo es si es sostenida todo el año, como lo indica el PAC.

“Se debe seguir trabajando en términos de prevención, a partir de los planes de preparació­n, con acciones precisas, eficientes y oportunas que permitan tener comunidade­s con más elementos para enfrentar situacione­s adversas”, comentó el experto.

Las lluvias torrencial­es serán más frecuentes. Son súper aguaceros que se generan por el ascenso de aire cálido y son las responsabl­es de las inundacion­es de las últimas semanas (ver gráfico).

Pero el gran problema no

El aumento de la temperatur­a media en 0,8 grados para 2050 traerá un aumento de las lluvias torrencial­es y las inundacion­es.

está en la parte plana de la ciudad, que en extensión es la más pequeña. El verdadero riesgo está en las laderas. Según el último estudio del Área Metropolit­ana al respecto, 284,000 personas viven en zonas empinadas donde hay riesgo de movimiento­s en masa. Y las cosas tienden a empeorar.

Para 2030 serán 344.000 las personas que ocupen estas zonas de riesgo. Más que las inundacion­es o las avenidas torrencial­es, los movimiento­s en masa son hoy el mayor riesgo. Con más agua y más ocupación de las montañas, es solo cuestión de tiempo para que se presente una tragedia, de no tomarse medidas preventiva­s a tiempo ■

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