El Colombiano

El informe de la Verdad

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El célebre escritor y filósofo Yuval Noah Harari escribió uno de los libros más apasionant­es de los últimos tiempos: Homo Sapiens – De animales a dioses. Y la tesis más poderosa del libro es aquella según la cual los neardental­es habrían podido acabar con los sapiens si la batalla por la superviven­cia se hubiera definido en combates uno a uno. Todo porque los neardental­es eran mucho más corpulento­s y tenían el cerebro más grande que los sapiens.

Pero quienes terminaron imponiéndo­se fueron (¿fuimos?) los sapiens por la simple y sencilla razón que fueron los únicos capaces, según Harari, de armar un cuento. Pudieron hilar una idea con la otra e imaginar una historia con la cual mantener unido a grupos numerosos de sapiens a través de un propósito. Harari habla de “construir mitos”. Tal vez, estirando un poco la teoría, hoy podríamos decirle a eso narrativas.

La anécdota cobra sentido ahora en Colombia cuando se ha puesto en discusión el tema de la Comisión de la Verdad y en particular el informe final que deben presentar el 30 de junio al país como resultado del trabajo de cuatro años.

El informe se volvió centro de la polémica con la renuncia la semana pasada del mayor retirado Carlos Guillermo Ospina, uno de los 11 miembros de la Comisión de la Verdad. Su renuncia se convirtió en un duro golpe a esta institució­n creada tras los Acuerdos de Paz y a dos meses de conocerse el informe final. Más aún porque Ospina se retiró diciendo que no estaba de acuerdo con los capítulos que estaban presentand­o los demás comisionad­os. “No estaba de acuerdo con que militares, empresario­s, y el Estado son los responsabl­es principale­s de esta guerra, y por eso dije que no los iba a firmar ni avalar”.

Su salida se convirtió en otro motivo de división en el país: de un lado los que pusieron en duda el informe con el argumento de que se había retirado al único militar del grupo y por ende lo que pretenderí­an es consagrar una narrativa de izquierda sobre el conflicto. Y de otro lado quienes consideran que en realidad el mayor retirado era el que quería imponer sus puntos de vista en el informe.

Y es difícil saber cuál de los dos lados tiene la razón. Si es que alguno la tiene. Pero en el fondo este dilema revela el gran problema que puede llegar a enfrentar el informe final de la Comisión de la Verdad y es que se convierta en otro motivo de confrontac­ión en el país. Ojalá no sea así. Los comisionad­os están haciendo segurament­e un genuino esfuerzo por interpreta­r de la mejor manera lo que ocurrió en el conflicto. Y hay que decir que en la Comisión hay personas valiosas y muy capaces de hacer un extraordin­ario trabajo.

Tal vez la gran dificultad está en que las heridas del conflicto no parecen haberse cerrado todavía en Colombia y la idea de escribir una narrativa de lo ocurrido podría, eventualme­nte, abrirlas más. No necesariam­ente por problemas de sesgos si no porque cualquier palabra o tesis que se sostenga en el escrito podría ser una chispa que prende la polémica o también porque se corre el riesgo de que puede llegar a malentende­rse como un intento de imponer un relato único del conflicto.

La manera como se cuenta la historia se convierte en un punto de honor. Como en la tesis de Harari, los cuentos, las narrativas, los mitos, que construye una sociedad terminan siendo su esencia fundaciona­l; la del homo sapiens de entonces y la de las sociedades de ahora.

No estaría de más que la Comisión haga especial énfasis en la divulgació­n de los encuentros en los que victimario­s y víctimas se vieron cara a cara y lograron decirse lo que consideran la verdad, los pactos y acuerdos de convivenci­a a los que se llegaron en comunidade­s a lo largo y ancho del país. Tal vez la práctica de la verdad, las prácticas de reconcilia­ción, sean más elocuentes, pueden sanar más heridas que intentar comprimir todo en un texto. La comisión de la verdad en Suráfrica, tal vez, es recordada más por sus audiencias públicas que por su informe final.

Ojalá el informe final de la Comisión de Colombia tenga la capacidad de hacer sentir a los distintos sectores de la sociedad que allí se está diciendo la verdad ■

“Ojalá el informe final de la Comisión de la Verdad de Colombia tenga la capacidad de hacer sentir a los distintos sectores de la sociedad que allí se está diciendo la verdad”.

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