“A nuestro ordenamiento jurídico todavía le faltaba consistencia”
¿Cuál fue la razón central que llevó a la despenalización del suicidio médicamente asistido?
“Lo que hay que observar es la consistencia que faltaba en nuestro ordenamiento jurídico. Mientras la eutanasia es legal en Colombia, la asistencia médica al suicidio continuaba siendo un delito. Desde 1999 la eutanasia estaba despenalizada, lo cual implica que cuando un médico causaba la muerte de una persona -que cumplía con los requisitos- no iba a recibir una sanción penal. Pero si el médico le daba unos medicamentos para que se causara la muerte sí estaba cometiendo un delito. La Corte concluyó que esto no tenía ninguna lógica”.
¿Qué barreras podrían hacer difícil el acceso a este procedimiento?
“Hablar de la muerte digna y hablar de la enfermedad es un tabú en Colombia y en el mundo. Si usted no habla, no tiene información, se generan mitos y de mentiras sobre lo que significa ejercer este derecho. La implementación de la sentencia será un reto y materializar las sentencias siempre es complejo: ha pasado con la eutanasia y con el aborto. Los prestadores de servicios de salud no siempre saben cómo poner esto en práctica. Hay que esperar una reglamentación de parte del Ministerio de Salud”.
¿Qué tantas personas podrían acceder a este servicio de salud? En el caso de la eutanasia son muy pocos los pacientes que toman esa decisión... “Hasta abril de 2022 tenemos 257
procedimientos de eutanasia y empezamos el conteo hace seis años. No es algo de miles de personas, son pocas las personas que acceden a esta prestación de servicios de salud. Creemos que va a haber otro poco de personas que va a acceder al suicidio médicamente asistido, pero en realidad no es la única opción de las personas. Todos queremos vivir. Simplemente es una opción que podemos tener en el futuro para cuando estemos enfrentándonos a una enfermedad que no tiene cura y que simplemente avanza y deteriora nuestra calidad de vida. El derecho a morir dignamente al final se trata de proteger la autonomía y la libertad de los pacientes. Eso implica también tener la capacidad de decidir cómo morir”.