El Colombiano

El fracaso de la plazoleta gastronómi­ca de Ayacucho

En el sitio se iba a concentrar la comida callejera de Buenos Aires, pero solo está abierto uno de 28 puestos.

- Por SANTIAGO OLIVARES TOBÓN

Con bombos, platillos y hasta plata para las ventas, el 8 de octubre del año pasado se inauguró la Plazoleta Gastronómi­ca de Ayacucho, un espacio en el que se iban a ubicar 28 comerciant­es. Pasaron 222 días y de estos comerciant­es solo queda uno, lidiando con la basura, la delincuenc­ia y el abandono de sus clientes.

Antes de iniciar este espacio a los comerciant­es les prometiero­n apoyo logístico y técnico para que sus ventas fueran como las de los tiempos gloriosos, cuando el tranvía no los había obligado a salir de las calles donde obtuvieron su sustento por décadas. Pero la realidad fue otra y para ninguno ha sido rentable estar allí, por lo cual este parque luce hoy como un espacio baldío.

Luz Dary Serna es la única que permanece con su puesto de empanadas. Dice que no se va por la dificultad que le da mover su puesto de ventas y porque no quiere estar de un lado para otro. Pero sus finanzas la tienen pensando en alternativ­as.

“Acá viene muy poquita gente y muchos se fueron yendo porque esto no se movía. Prometiero­n que iban a transmitir partidos y a hacer conciertos para que la gente se acercara; además de publicidad en el metro y anuncios de la Alcaldía de Medellín, pero eso se quedó en nada”, manifestó la mujer. Cuenta que antes vendía 10 clases fritos, pero que hoy, ante la falta de clientela e ingresos, solo vende empanadas, pasteles y tintos.

En ventas puede hacerse entre $20.000 y $50.000 diarios: “eso no me alcanza sino para surtirme, tanto que ya me echaron de la pieza porque no tenía con qué pagar”.

Uno de los que abandonó la gran plazoleta fue Miguel Ángel Hernández, quien lleva siete años vendiendo chorizos. En la publicidad de esta plazoleta aparece: “Soy Miguel Ángel Hernández, vendo el famoso choricerdo, un producto de alta calidad, con un toquecito de pimienta”.

Pero para que su producto se moviera, debió hacerse a un costado del tranvía, en el sitio donde se ve al fondo el hueco de la plazoleta desolada. “Tuvimos que movernos para que se generaran las ventas porque eran muy bajos los ingresos, a la gente le da pereza bajar las escaleras. Aún así, no alcanzo a tener los niveles de venta pasados”, manifestó el comerciant­e.

Ladrones y basuras

Pero a la falta de clientela se le suman otros dolores de cabeza: basuras que tiran en las zonas verdes y esquinas de la plazoleta, y ladrones que desarman los puestos abandonado­s y las pertenenci­as de los comerciant­es que permanecen en la zona.

“En estos momentos quedan seis puestos y los que están desocupado­s ya están desvalijad­os. Incluso, los habitantes de calle aprovechan esas carpas para armar cam

buches”, manifestó Miguel Ángel, quien agregó que ante la soledad de este espacio, los consumidor­es de estupefaci­entes se han adueñado del lugar.

Desde la Alcaldía de Medellín indicaron que van a persistir en este proyecto para los comerciant­es de la comuna 9 (Buenos Aires). Yomar Benítez, subsecreta­rio de Espacio Público de Medellín, manifestó que se deben identifica­r las necesidade­s para que este lugar tenga la vocación esperada.

Para los comerciant­es, en esta plazoleta gastronómi­ca actualment­e solo se comen promesas incumplida­s, soledad y una que otra empanada que puede vender Luz Dary, a la espera de que realmente se mejoren las condicione­s para que sea un centro de comidas al lado del tranvía ■

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FOTOS SANTIAGO OLIVARES TOBÓN Y JAIME PÉREZ En este lugar solo está Luz Dary Serna con su puesto de empanadas. Los demás se fueron
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