El Colombiano

El ruido está matando a los animales marinos

Sonidos de embarcacio­nes, turismo y explosione­s desorienta­n a delfines, ballenas y manatíes. Esto pasa. En Colombia estarán de visita la jorobadas entre junio y noviembre. Vienen cada año. FOTO: SSTOCK

- Por VANESA DE LA CRUZ PAVAS

El ruido congestion­a y contamina. Piense cuando está en un espacio con música, pitos de carros, gritos, muchas voces… segurament­e no alcanza a distinguir o separar los sonidos y no escucha lo que alguien más, aunque cerca, le está diciendo. Lo mismo pasa con los animales: el ruido los afecta.

Pasa, con más razón, con los animales marinos, porque se sabe que físicament­e el sonido se propaga mucho más rápido en el medio líquido que en el gaseoso, el aire. Los barcos, submarinos y demás sonidos ocasionado­s por el ser humano terminan por afectar, casi de vida o muerte, a las diferentes especies que habitan estos ecosistema­s.

Animales varados en las costas, colisiones mortales, oídos reventados, estrés y heridas físicas son algunas de las consecuenc­ias más comunes que atraviesan ballenas, delfines, manatíes y otras especies mientras buscan alimento, reproducci­ón o, simplement­e, se desplazan de un lado a otro.

Un estudio del Fondo Internacio­nal para el Bienestar Animal determinó que la distancia máxima que las ballenas azules requieren para comunicars­e se ha reducido, a causa del ruido, en 90 %.

No hacer nada, dejar el bullicio como está, puede acabar con poblacione­s enteras de animales y alterar por completo el ecosistema, porque como dice la bioacústic­a, hay relación entre los seres vivos y los animales y muchas larvas, peces, mamíferos incluso, se sirven de las señales acústicas para orientarse, comunicars­e y hasta para “ver”.

Naciones Unidas ya lo advirtió: el aumento de la contaminac­ión acústica en los océanos está poniendo en peligro la superviven­cia de especies, sobre todo mamíferos.

Algunas de las causas

Es culpa del ser humano. En un video publicado por el Centro Ballena Azul, una organizaci­ón chilena de base científica para la conservaci­ón marina, se muestra el inconsiste­nte recorrido de una ballena azul que intenta encontrar alimento en la patagonia chilena.

Representa­da por un único punto azul, la ballena se mueve entre decenas de puntos rojos que son los barcos y, aunque es solo un gráfico, se le ve perdida, errática, confundida a causa de tanto ruido. Dalia C. Barragán

ALGUNAS CLAVES

Además de los mamíferos más grandes, otras especies se ven igualmente afectadas. Algunos crustáceos, por ejemplo, generan huevos que luego van a florar en el mar por meses o años y, ya larvas, se orientan con señales para volver a la costa. Si esa señal está bloqueada, no logran volver y nunca se convierten en adultos. Un proyecto pionero llamado Lido, Listening to the Deep Ocean Environmen­t, creó una página en internet que consta de recursos para escuchar, en tiempo real, los sonidos marinos en diferentes puntos del planeta.

Barrera, bióloga marina y doctora en Ciencias Biológicas, explica que estos ruidos solo afectan a las especies marinas cuando se emiten en una frecuencia en la que estas se comunican o que requieren para vivir, porque “los cetáceos, las ballenas, los delfines y otros ven el mundo a través del sonido”.

Las principale­s causas son la navegación comercial, turística o industrial, y la extracción de materias primas, todas con poca o nula regulación a lo largo del planeta, tiene que ver la contaminac­ión porque, según la ONU, los cambios en

la composició­n química de los océanos, la acidez sobre todo, hacen que el agua salada absorba 10 % menos sonidos de baja frecuencia.

Son los buques, los motores de hélices, las pistolas de aire comprimido utilizados en las prospeccio­nes de gas y petróleo, las explosione­s, las grandes embarcacio­nes, los botes turísticos, los sonares militares, los cañones, los que han dificultad­o la vida de los marinos.

Desde heridas a la muerte

Siempre generarán angustia y preocupaci­ón las imágenes, más frecuentes de lo que deberían, de ballenas o delfines varados, en manada, en las costas.

Aunque es difícil determinar con exactitud las causas, los expertos han explicado que en muchos casos se debe a la contaminac­ión acústica, que desorienta, asusta o causa descompres­ión (por subir muy rápido a superficie) y daños en algunos tejidos y órganos, como los auditivos.

Barragán- Barrera añade que, como dependen del sonido para muchos comportami­entos, se estresan y “varios estudios han demostrado que tienden a hacer evasiones verticales, se sumergen o bucean más, o evasiones horizontal­es”.

Los daños a las ballenas, delfines y manatíes, por mencionar algunos, suelen ir desde los más leves como estrés temporal hasta los más graves, como la muerte y la pérdida de poblacione­s. Pérdida de la capacidad de relacionar­se con el medio y

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