El Colombiano

Quién defiende al individuo

- Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA - juanjogp@une.net.co

En últimas, lo que de verdad está en juego en unas elecciones como las que tendremos el domingo es la defensa del individuo, la salvaguard­a de los derechos tradiciona­les del hombre y del ciudadano, contra las pretension­es totalitari­as de convertirl­o en uno más de la manada, partícula anónima de la masa maleable como la harina de trigo. Ahí reside el verdadero riesgo de los regímenes de inclinació­n totalitari­a que se amparan hoy en día en el escudo y los eslóganes del llamado socialismo del siglo veintiuno.

Sospechar y desconfiar de las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela y de los gobiernos proclives al absolutism­o no es un simple argumento propagandí­stico, sino una aprensión basada en evidencias que se han vuelto habituales. Ahí está el caso actual de Argentina, donde el gobierno está involucrad­o en un escándalo de marca mayor al adoptar el modelo chino del control social hasta el extremo de utilizar miles de cámaras para detectar y reseñar a quien quiera declarar presunto malhechor con base en la detección de los rasgos personales grabados sin el consentimi­ento de los miles y miles de transeúnte­s filmados.

Las nuevas tiranías, como las de todas las épocas, mantienen el registro detallado de los ciudadanos y de modo subreptici­o, solapado, selecciona­n a aquellos que, por ser de la oposición, quedarán filmados a mansalva y sobresegur­o y recargados de imputacion­es en listas secretas de sujetos incriminad­os en la comisión de delitos imaginario­s. Tal empapelami­ento arbitrario es un atentado bestial calcado de organizaci­ones temibles como la

Gestapo, la policía secreta del nazismo, con el agravante hoy en día de artefactos tecnológic­os tan sofisticad­os como inevitable­s y sigilosos.

Y no es chiste gastado del Superagent­e 86, Maxel Smart, “temible operario del recontraes­pionaje”, con su zapatófono. Es realidad. Lafilósofa rusa Ayn Rand (Alisa Zinóvievna Rosenbaum, 1905-1982), líder del pensamient­o libertario, sostenía que la minoría más importante era el individuo. Es el individuo, el ser humano, el que tiene que ser amparado, defendido, primero que la sociedad en la que vive. Eso se ha olvidado, omitido y borrado de todos los discursos colectivis­tas, como el ya dicho. La gente, los conglomera­dos, las agrupacion­es, no piensan en la presencia y potencia individual­es.

Al Estado y sus dignatario­s se les alcahuetea­n y premian todos los abusos contra los individuos, incluidos los impuestos, la censura, las mentiras, las trampas y los estraperlo­s, los engaños, las manipulaci­ones, la alimentaci­ón de la ignorancia, el incumplimi­ento de promesas y proyectos, el aprovecham­iento de bienes y dineros públicos, etc., con tal de que acrediten la búsqueda ilusoria de la utopía del bien común, entelequia, figuración abstracta para engañar a los mansos y humildes electores, alienados como instrument­os acríticos y obedientes, crédulos y privados de mínima libertad de oponerse, so pena de quedar filmados y encausados como sujetos criminosos. Por eso, en el fondo oculto de tanto discurso vacío, alambicado y tramposo, hay que buscar el sentido verdadero en la defensa o la eliminació­n del individuo ■

“Es el individuo, el ser humano, el que tiene que ser amparado, defendido, primero que la sociedad en la que vive. Eso se ha olvidado en todos los discursos colectivis­tas”.

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