El Colombiano

¿POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE?

- Por MARÍA ANTONIA GIRALDO R.

Un hombre con peluca, maquillaje, gorra y bufanda, se ha hecho pasar por un usuario de silla de ruedas para obviar la barrera de seguridad en la exhibición de la Monna Lisa del Museo del Louvre y lanzarle una torta con crema.

Los cientos de turistas que visitan la obra de arte tuvieron la oportunida­d de registrar el evento con sus teléfonos móviles y dieron testimonio del hecho en las redes sociales. Ante decenas de cámaras, el hombre fue escoltado fuera del Museo por el personal de seguridad, mientras gritaba consignas en favor del medio ambiente. “Piensen en la Tierra, deben pesar en la Tierra, hay gente que la quiere destruir, los artistas deben pensar en la Tierra”, dijo el hombre en francés.

El cuadro de Leonardo Da Vinci, que está valorado en un aproximado de $930 millones de dólares y mide 77 cm x 53 cm, está exhibido detrás de un vidrio a prueba de balas porque no es la primera vez que ha sido víctima de ataques.

En 1911, Vincenzo Peruggiase, artista y extrabajad­or del Louvre se la robó. Se vistió con un blusón como los que utilizaba el personal de mantenimie­nto, descolgó el cuadro y separó la tabla del marco, para ocultarlo bajo la ropa. La Monna Lisa no es una tela, sino una tabla de álamo. Peruggiase la ocultó por dos años y lo descubrier­on cuando intentó venderla en Italia.

El robo fue célebre porque durante su investigac­ión encontraro­n al responsabl­e de un robo anterior al Museo y porque entre los sospechoso­s de la acción estaban Guillaume Apollinair­e y Pablo Picasso, que se habían visto relacionad­os con la anterior desaparici­ón de obras y apoyaban la propuesta futurista de quemar los museos para dejar paso al nuevo arte.

Durante la ausencia de la pieza, el Museo batió récords de visitantes, para ver el espacio vacío que había dejado. Una premonició­n de lo que

La Gioconda, pintada por Leonardo Da Vinci a principios del siglo XVI, es el retrato de la esposa de Francesco del Giocondo, Lisa Gherardini. La sonrisa enigmática, los colores y el paisaje llaman la atención, pues el artista usa la técnica sfumato, inventada por él mismo y emplea una perspectiv­a poco frecuente en su tiempo. Da Vinci se lo regaló al rey Francisco I de Francia, poco después de su elaboració­n y desde entonces ha hecho parte del patrimonio de ese país, Napoleón Bonaparte lo pidió para decorar sus aposentos y después pasó al Museo de Louvre de París, donde es la atracción principal.

vendría en el futuro, pues el cuadro es el más visitado del Museo, tanto así que no se puede apreciar. Los turistas y la barrera de seguridad exigen una distancia que dificulta la percepción de la delicada técnica de Da Vinci, que también se ha ido ocultando con el paso del tiempo.

La pintura regresó al Museo, después de una gira por Italia, en 1913. Peruggiase, que pagó un poco más de un año de cárcel, sostuvo que la había robado para devolverla a su país de origen, aunque otros especulan que fue para facilitar la elaboració­n y venta de imitacione­s.

Luego, en 1956, un hombre le lanzó ácido sulfúrico y dañó el borde inferior. Ese mismo año, meses después, un artista boliviano le lanzó una piedra. De ahí que se implementa­ra seguridad adicional.

En 1974, mientras se exponía en Tokio, una mujer en silla de ruedas roció pintura roja sobre los elementos de protección del cuadro y, en 2009, una turista le lanzó una taza de té ■

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FOTO TWITTER @MSERGIO_ Los vigilantes del Museo rápidament­e limpiaron la escena y sacaron al incómodo visitante.

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