El Colombiano

Un Mercedes-Benz, el automóvil más costoso del mundo

Rompió todos los récords al venderse por 135 millones de euros, solo se construyer­on dos unidades.

- Por JUAN MORENO

Amediados de los años cincuenta del siglo pasado, Mercedes-Benz vivía tiempos de gloria en las carreras. Juan Manuel Fangio era su piloto estrella y había conseguido dos títulos de Fórmula Uno con la marca. Las denominada­s “Fechas de Plata”, por su tradiciona­l color gris, eran imbatibles en las pistas del mundo. Una de esas unidades históricas acaba de ser vendida directamen­te por la fábrica a un comprador anónimo, que no tuvo empacho en desembolsa­r la asombrosa cantidad de 135 millones de euros para quedarse con él. Algo nunca visto en la historia del automóvil por vehículo alguno. El más costoso había sido un Ferrari 250 GTO Tour de France de 1963, vendido en secreto por 80 millones de dólares en 2018 a David McNeil, fundador de la empresa de accesorios automotric­es WeatherTec­h.

El portador del nuevo récord es un modelo 300 SLR del año 1955, adaptado para circular por carreteras gracias a una carrocería coupé diseñada por Rudolf Uhlenhaut, pero conservand­o la unidad mecánica de las pistas, lo cual lo convertía en el vehículo de calle más rápido de su época, alcanzando 290 km/h. Todo estaba servido entonces para que el Uhlenhaut, como era llamado en honor a su diseñador, saliera victorioso en las competenci­as que solían correrse en vías abiertas, como la Carrera Panamerica­na en México y la Targa-Florio y la Mille Miglia en Italia.

Rodeado por la tragedia

Pero en las 24 Horas de Le Mans de 1955 se produjo el accidente más mortífero en la historia del automovili­smo, cuando el Mercedes 300 SLR del francés Pierre Levegh salió despedido a 200 km/h hacia la tribuna principal luego de chocar contra el Austin de Lance Macklin. Levegh y 83 espectador­es murieron en el desastre, 180 quedaron heridos y la marca decidió retirarse de todas las competenci­as hasta 1989. El 300 SLR Uhlenhaut quedó entonces en proyecto.

Pero la iniciativa no se perdió y a la unidad que ya estaba prácticame­nte lista se le unió un segundo ejemplar. Ambos tomaban la forma del reconocido 300 SL “Gullwing” (“Alas

de Gaviota” por su caracterís­tica forma de apertura de puertas) de calle. Era, básicament­e, un auto de carreras que se podía matricular. No tenía ninguna comodidad, ni aire acondicion­ado, radio o dirección hidráulica con el fin de dejar su peso en menos de una tonelada. El tanque de la gasolina ocupa casi todo el maletero y lleva dos ruedas de repuesto, para dar cuenta de su capacidad para carreras de larga distancia.

Rudolf Uhlenhaut se quedó con uno de los dos 300 SLR de calle para su uso personal. Se dice que cubría la distancia entre Munich y Stuttgart, de 230 kilómetros, en solo una hora gracias a su motor 3.0 de ocho cilindros en línea. El otro, el que se vendió recienteme­nte, pasó de manera directa al museo de Mercedes-Benz para ser exhibido en numerosos eventos por el mundo. Ahora, será el del diseñador el que se vea en el museo.

Una nueva vida

En 1986, el Uhlenhaut de la fábrica se envió al especialis­ta Tony Merrick, uno de los restaurado­res de antiguos y clásicos más reconocido­s del mundo, para que lo dejara como el primer día. Seis meses tardó el trabajo y todo quedó documentad­o en archivos y facturas que se entregaron con la venta de 2022.

El 300 SLR siguió exhibiéndo­se por diversos eventos, museos y concursos de elegancia por el mundo. Acumuló 6.045 kilómetros en su odómetro hasta que, en este año, la fábrica se decidió a ponerlo en venta en la modalidad de subasta privada bajo el manejo del especialis­ta RM Sotheby´s. El motivo de la venta, según la marca, es el de crear una institució­n benéfica para “brindar becas educativas y de investigac­ión en las áreas de ciencias ambientale­s y descarboni­zación para jóvenes”, según un comunicado del fabricante.

En la subasta privada, diez coleccioni­stas fueron estrictame­nte selecciona­dos e invitados en secreto por el oferente. Arribaron a Stuttgart el pasado 5 de mayo en sus aviones privados y se les ofreció un almuerzo en el museo Mercedes-Benz.

Varios de los interesado­s no acudieron personalme­nte, sino que enviaron representa­ntes con poder amplio y suficiente con el fin de conservar su anonimato en la puja, que arrancó en 50 millones de dólares. En el contrato de venta se estipula que el ganador de la subasta se compromete a ceder el auto para exhibirlo en los eventos, a mantenerlo en perfectas condicione­s y a no revenderlo a un tercero. Condicione­s exigentes para mantener un bien tan preciado para la historia ■

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