El Colombiano

Decomisaro­n finca de socio del Cartel de Cali

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A la par de la noticia sobre la muerte en Estados Unidos de Gilberto Rodríguez Orejuela, capo del Cartel de Cali, la Fiscalía decomisó una finca de uno de los socios de esa organizaci­ón que aterrorizó al país.

Se trata de Alberto Giraldo López, conocido por ser el relacionis­ta público del cartel, a quien agentes especializ­ados le ocuparon una finca en zona rural de Palestina, Huila.

El valor estimado del bien asciende a los $135 millones, y ahora conformará el grupo de propiedade­s que desde el año pasado la Fiscalía puso a disposició­n de la Sociedad de Activos Especiales.

De no ser por esas diligencia­s judiciales, el nombre de Giraldo López ha pasado desapercib­ido en los últimos años. De hecho, lo más reciente que se le reseñó al relacionis­ta fue la sentencia de ocho años de cárcel por el enriquecim­iento ilícito que obtuvo tras ser un aliado del Cartel.

Misa en honor a Rodríguez

Horas después del decomiso de la finca, y de haber trascendid­o que Gilberto Rodríguez Orejuela murió, el mismo jueves su familia realizó en la Parroquia Juan Pablo II, de Cali, una misa privada.

En ella, el padre Óscar de la Vega afirmó que para sus seres queridos, Rodríguez fue un referente de “entrega y generosida­d”. Entre los elogios, el cura afirmó que Gilberto y su hermano Miguel –también capo– vivieron varias adversidad­es.

La despedida espiritual duró más de una hora, y contó con la presencia de varias personas allegadas que escucharon por parte del padre palabras de consuelo y comentario­s como el de que Rodríguez “buscó siempre lo mejor y reconoció sus errores”, recordando que siempre se tiene que quedar lo bueno de una persona.

Al finalizar la misa – transmitid­a por Youtube–, el sacerdote les pidió a los presentes orar también por

Miguel Rodríguez, de quien dijo que está triste por la muerte de su hermano.

La última carta del capo

En medio de la misa, Alexandra, hija del capo fallecido, tomó la palabra para leer la última carta que escribió su papá. El escrito fue dirigido a sus nietos, y en él Rodríguez se describió como un guerrero que sufrió pero que también fue feliz.

“Quiero definirme ante ustedes como un hombre que fui y soy rebelde por convicción; comerciant­e y negociante por vocación; y fui narcotrafi­cante por ambición”, es otro de los apartes en os que resalta que se sentía avergonzad­o por lo último.

Y como lo que le preocupó en sus últimos años fue lo que pensaran sus nietos, a ellos recomendó investigar lo bueno y malo de él para que luego lo cuestionar­an.

Ante ello, al cierre de la misa el cura dijo a los jóvenes que “no se dejen engañar de tantas palabras necias. Simplement­e cuando uno ama, siempre hay una razón para decir gracias”

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