El Colombiano

A veces la empatía lo es todo

- Por JUAN CARLOS MANRIQUE - jcmanriq@gmail.com

Juan Esteban Constaín, siempre con su agudeza, nos recuerda que los gobiernos y los líderes son una mezcla de luces y sombras. Para mí, el gobierno del presidente Duque es una mezcla de más luces que sombras.

Un gobierno que puede demostrar con datos ciertos el cumplimien­to de su plan de desarrollo “Pacto por Colombia, pacto por la equidad”. Está reduciendo la tasa de desempleo, afrontó con mucho éxito la pandemia, entregará una economía creciente, desarrolló un ecosistema espectacul­ar de emprendimi­ento y vivienda. En fin, un gobierno con muchas luces en un entorno muy complejo.

Pero también un gobierno al que se le fueron las luces en varios momentos. La falta de olfato para presentar la reforma tributaria, la política exterior, la ley de garantías, el manejo de los entes de control, su enredo inicial con el acuerdo de paz, el no haber enfrentado con mayor verticalid­ad el “pacto de la ópera”, expuesto de manera miserable por el expresiden­te Andrés Pastrana, y sin ponerse rojo. Pero la mayor sombra ha sido su pérdida gradual de empatía con muchos colombiano­s.

¿ Por qué tiene mala imagen el gobierno? La mayoría considera que el presidente es responsabl­e de tres dolores: el costo de la vida, la corrupción y la insegurida­d.

Por mil razones, la gente no sabe ni tiene por qué saber cuál es la realidad detrás de todo esto. El principal doliente del costo de la vida es el Banco de la República. Las causas son internacio­nales y sistémicas. Los precios de los fertilizan­tes están disparados. El gobierno ha hecho mucho, como mantener los combustibl­es con precios bajos gracias al fondo de estabiliza­ción. Esto me recordó a Noam Chomsky, profesor emérito del MIT: “La población general no sabe lo que está ocurriendo y ni siquiera sabe que no lo sabe.”

Lo que la gente sí sabe es que los ingresos no le alcanzan para comprar carne, huevos y terminar el mes en forma digna. Antier, la Casa Blanca anunció un ambicioso programa de lucha contra la inflación. Es una prioridad mundial.

Aquí esta prioridad no se comunica. Muchos colombiano­s quieren ver y sentir a su presidente con la camisa remangada, sentado con los gremios, los sindicatos, los mejores economista­s, el Banco de la República, buscando soluciones innovadora­s para disminuir el costo de la vida. Estoy seguro de que al presidente le preocupa mucho el costo de la vida y su impacto en los más vulnerable­s. Pero no lo comunica. La gente no lo sabe.

En Colombia le quitamos muchas herramient­as al poder presidenci­al. Sin embargo, emocionalm­ente seguimos siendo totalmente presidenci­alistas.

“Que el presidente viaje en época electoral debería ser visto como algo positivo y no criticable”, señala un reciente editorial de EL COLOMBIANO. Creo que el problema no es ni la época electoral ni los viajes. Los colombiano­s más necesitado­s esperan sentir que su presidente es empático y sufre con ellos. Verlo sentado, tomando té con el príncipe William, les transmite todo lo contrario. Apatía. A veces la empatía lo es todo. ¿Cuál candidato se volvió empático en la lucha contra la corrupción?

“En Colombia le quitamos muchas herramient­as al poder presidenci­al. Sin embargo, emocionalm­ente seguimos siendo totalmente presidenci­alistas”.

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