El Colombiano

La casa grande vuelve a refrescar la memoria

La obra que el Teatro Matacandel­as estrenó en 2015 regresa a las tablas para poner en escena la realidad colombiana frente al debate político.

- Por MARÍA ANTONIA GIRALDO R.

En 1928, el gobierno colombiano ordenó al ejército ajusticiar a los jornaleros que trabajaban en los campos de bananos de Ciénaga, Magdalena, de la United Fruit Company. Los trabajador­es se habían declarado en huelga por las malas condicione­s laborales y el gobierno acudió a la fuerza para terminar la sublevació­n, lo que concluyó en un número indefinido de muertos.

Los reportes oficiales empezaron con 9 fallecidos, pasaron a 47, pero García Márquez, en Cien años de soledad dice que fueron 3.000. Luego se pudo leer en un documento desclasifi­cado de la embajada de Estados Unidos en Bogotá que “el número total de huelguista­s muertos superó el millar”, aunque los trabajador­es manifestán­dose eran alrededor de 5.000, según el periodista Óscar Alarcón.

Con ese telón de fondo, Álvaro Cepeda Samudio contó la historia de una familia que habita en la finca La Gabriela, cuyo destino se verá marcado por el acontecimi­ento histórico. El resultado es La casa grade ( 1962), la única novela de este autor barranquil­lero, considerad­a una innovación en su momento, pues el escritor incorporó nuevas técnicas narrativas y

recogió las influencia­s de los estadounid­enses que inspiraron el boom latinoamer­icano como William Faulkner.

De ahí que el montaje del Teatro Matacandel­as sobre esta obra, y que empieza temporada hoy, no sea lineal. “El libro es absolutame­nte experiment­al, revolucion­ario formalment­e hablando en Colombia”, explica el director Cristóbal Peláez.

Capas de complejida­d

“No se puede contar todo el libro en hora y cuarto”, tiempo que dura la obra, dice Samuel Marroquín, un actor que lleva en el Matacandel­as desde 2016 y siente una gran responsabi­lidad al ser uno de los más jóvenes del reparto.

“Vi la obra en su primera versión y me gustó mucho, entonces siento el reto de llegar al mismo nivel de entonces y me enfrento a su com

plejidad”. Su personaje lo hacía Diego Sánchez, quien falleció en 2018 y la obra no se había presentado desde entonces. Samuel tiene el papel de “El hijo”, el único hombre de la casa que se rebela ante el padre y se va a protestar con los huelguista­s, también es el encargado de llevar el hilo conductor a través de la música, por su afición al piano.

Otra capa de complejida­d la agrega el hecho de que la novela no sea la única fuente en la que se basa el montaje, la actriz Margarita María Betancur, que trabajó en su desarrollo, comparte que estuvieron asesorados por Alberto Castrillón, autor de los libros 120 días bajo el terror militar y 1928, sobre el hecho histórico.

Se documentar­on con las intervenci­ones en el congreso de Jorge Eliécer Gaitán, que habló en favor de los derechos de los trabajador­es en la época, estudiaron tesis de grado y viajaron a Ciénaga, donde estuvieron conversand­o con fuentes primarias. “La casa grande es el pivote sobre el cual se crea un edificio con mucha informació­n”.

Aunque la estructura sigue siendo la misma, la mirada del director y los nuevos actores le dan unos aires diferentes,

además de algunos agregados en el guion. Esa pertinenci­a continua en el tiempo resulta dolorosa para el elenco, pues significa que no ha cambiado la necesidad del mensaje, que no solo el panorama colombiano es el mismo de cuando se montó la obra, en 2015, sino que es muy similar al que se vivió en ese momento de la historia, en 1928.

John Fernando Ospina, que interpreta a “El padre” y también está en La casa grande desde sus primeros días, considera que en todo el cuerpo de obra del Matacandel­as, es uno de los montajes más experiment­ales, incluso frente a otros que, como este, abordan la realidad colombiana. “Queríamos mantenerno­s acorde a lo que quería decir el libro, por eso la novela nos condujo por el camino experiment­al”. Para mantener ese espíritu conservaro­n el lirismo que acompaña las letras, pero, por ejemplo, transgredi­eron la línea temporal.

Así se encuentran, tanto en novela como en montaje, propuestas narrativas diferentes, y la necesidad de denunciar a través del arte

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FOTO CORTESÍA El montaje no se veía desde 2018 en el Teatro, se habían transmitid­o apartes de su primera versión durante la pandemia, pero este es su regreso ante el público en vivo.

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