Mentiras de Amber Heard, la excepción en denuncias de acoso
Hay quienes dicen que está en riesgo el movimiento #MeToo. Sin embargo, no es tan simple.
El peligro es que, debido al juicio de difamación entre Amber Heard y Johnny Depp, hay quienes ahora están poniendo en duda las denuncias de las mujeres.
La realidad es que, en todo el mundo, sí son ellas las más afectadas por los diferentes tipos de violencias: se estima que 736 millones mujeres, casi 1 de cada 3, han sufrido violencia por parte de la pareja, violencia sexual fuera de la pareja, o ambas formas, al menos una vez en su vida (el 30 % de las mujeres de 15 años o más), según ONU Mujer.
También que casi 1 de cada 4 niñas adolescentes de entre 15 y 19 años que ha estado en una relación (el 24 %) ha sufrido violencia física o sexual a manos de la pareja o el esposo.
Así que el tema va más allá de un caso popular y televisado. Una supuesta excepción a la regla no puede cambiar lo que se ha conseguido hasta ahora.
A Amber Heard la están señalando de acabar el #MeToo, pero no es tan sencillo. Pese a lo que pasó con ella y el juicio, hay que dejar claro que las mujeres sí son víctimas, mucho más que los hombres y, sobre todo, sí hay que creerles: 9.899 mujeres fueron violadas en 2021 en Colombia según un estudio presentado por la plataforma Change.org. 15.239 resultaron golpeadas por su pareja, 10.392 fueron víctimas de violencia intrapersonal y 5.620 denunciaron agresiones en su hogar.
Solo en 2020, en Colombia hubo 630 feminicidios y en 2021, el año pasado, 622. Este año, hasta marzo, van 160 y, solo en Medellín, 11 hasta abril. Todo esto según el Observatorio Colombiano de Feminicidios. Esto sin contar otro tipo de violencias (que hay muchas) y solo hablando de este país. Es un fenómeno global.
Las cifras son aterradoras y, en lugar de disminuir, parecieran aumentar. Entre enero y julio del año pasado fueron asesinadas 535 mujeres en el país, 18,1 % más que en 2020, según el mismo Change.org.
Este tipo de juicios, de espectáculos y con condiciones muy distintas, ponen en riesgo esa realidad.
Esto, explica la politóloga y magíster en Comunicación Política Angélica Beltrán Pineda, es peligroso y no debería ocurrir, porque “desde una lectura estructural sí hay tendencia de violencia y de no creerles a las víctimas, especialmente a las mujeres”.
Los hechos
Lo que dejó claro el juicio o, al menos, lo que determinó el miércoles el jurado, es que Amber Heard inventó abusos, que mostró pruebas falsas, se hizo pasar por víctima de abuso físico y sexual sin serlo y que con maldad y con intención afectó la reputación de Depp. También está claro que sí hubo abuso verbal y psicológico hacia ella y que Depp no es ningún santo. Y eso también lo decidió el jurado. Quedó muy claro que era una relación tóxica.
También quedó entredicho que la sociedad, aunque actuó bien al proteger en primer lu
gar a la víctima, en ese caso Amber Heard cuando en ese entonces hizo la demanda, falló en la presunción de inocencia y se volcó sobre Depp hasta acabar con su reputación.
Ahora que, supuestamente se sabe la verdad y se hizo #JusticiaparaJohnnyDepp, hay un riesgo más allá del caso de
esta pareja: poner en entredicho el derecho a hablar, a denunciar, a no quedarse calladas y a ser escuchadas, tenidas en cuenta y apoyadas.
Han vuelto a surgir comportamientos machistas y patriarcales que parecían callados por un tiempo. Basta una búsqueda en Twitter para leer que, de nuevo, la culpa es de las mujeres y que “todas son iguales”. Se están poniendo en tela de juicio las denuncias de millones de víctimas.
El juicio lo que determinó fue que Depp sí fue difamado, con malicia e intención, por Amber y que son sus acusaciones las que acabaron con muchas oportunidades y con su imagen. Ella deberá pagarle un total de 15 millones de dólares.
El juicio además determinó que Amber fue difamada por el entonces abogado de Depp y ahora el actor deberá pagarle a ella 2 millones de dólares.
Además, las muchas pruebas presentadas por ambos equipos dan cuenta de una relación tóxica, llena de insultos, de actos de manipulación y de control, de objetos lanzados por los aires y paredes y cajones golpeados, de deseos de matar y morir... todos de ambas partes.
Para Beltrán Pineda, este caso, al igual que muchos otros emblemáticos y famosos, deben ser analizados con una lectura estructural. “Debemos comprender que vivimos en un sistema económico, político y cultural en el cual los hombres son el género dominante y buscan posicionarse por diferentes mecanismos, entre ellos la violencia, para sostener ese control”.
Por eso, dice la experta, hay violencias sistemáticas sobre todo hacia las mujeres, como los feminicidios, la violencia sexual, el acoso callejero, la violencia psicológica, entre otras. Esto no quiere decir que no lo vivan los hombres, pero sí ocurre más en mujeres.
En el país, por ejemplo, en cuanto a violencia intrafamiliar, las mujeres siguen siendo las más afectadas, con 24.492 casos, mientras que los hombres tuvieron 7.047.
Además, hay subregistros en ambos casos y muchos hombres prefieren no denunciar porque ese mismo sistema patriarcal ha creado un estereotipo de género en el que ellos deben ser los dominantes, “y en el caso en que son víctimas, su masculinidad se ve supuestamente amenazada y por eso no acceden a reflejar su vulnerabilidad públicamente”, añade la experta.
Entonces, queda claro según la politóloga que el sistema patriarcal afecta a ambos lados de formas diferentes: a las mujeres, por la desventaja frente a la posición privilegiada de los hombres y a sus violencias, y a los hombres, porque tienen temor a denunciar y menos acompañamiento