El Colombiano

Los secretos de Afinia

La filial de EPM, que comenzó como un milagro para los usuarios de energía en la Costa Caribe, hoy 20 meses después es una enorme incógnita salpicada de denuncias de corrupción y mala gestión. La Superinten­dencia prendió las alarmas.

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Afinales de septiembre de 2020, en uno de los momentos más crudos de la pandemia en Colombia, el presidente Iván Duque dio una noticia que llenó de esperanza a los habitantes de la Costa Atlántica. Anunció que EPM asumiría el servicio de energía eléctrica, en remplazo de Electricar­ibe. Muchos tal vez pensaron que se les había hecho el milagro y confiaban en que después de 50 años de `apagones' y de pesadillas con la energía podrían ahora disfrutar de un servicio de calidad con el sello de EPM.

Lamentable­mente, un año y ocho meses después, Afinia — la filial del Grupo EPM en Bolívar, Córdoba, César, Sucre y 11 municipios de Magdalena— no ha cumplido lo prometido y si no endereza el camino puede terminar siendo igual o peor que su antecesora.

Por ahora, en vez de mejorar ha empeorado. En diciembre de 2020, por ejemplo, las pérdidas de energía de Afinia estaban en 27,2% y aumentaron a 28,3% en diciembre. Eso es grave no solo por la falta de gestión que muestra, sino porque implica que va a perder de entrada 75.000 millones de pesos este año. Por eso, desde mayo, Afinia no puede hacer uso de la gabela que le había dado el gobierno de incluir un sobrecosto en la tarifa a los usuarios hasta completar los mencionado­s 75.000 millones de pesos si reducía pérdidas.

Eso sin mencionar que esos punto que aumentaron las pérdidas de energía en 2021 se traducen en que entran 66.000 millones menos por concepto de pago de tarifa. Es decir, en total, una pérdida monetaria superior a los 140.000 millones de pesos.

El comienzo de la historia

Cuando Duque llegó al poder recibió un enorme chicharrón: Electricar­ibe. Su antecesor, Juan Manuel Santos, había decidido, a nombre del Estado, tomar posesión de la empresa que distribuía la energía en los siete departamen­tos del Caribe y atendía a cerca de 2,5 millones de clientes.

Santos se dio cuenta de que a los españoles de Gas Natural Fenosa les había quedado grande prestar el servicio de energía y en cualquier momento podría llegar el “apagón” para 10 millones de colombiano­s. La firma no invertía en infraestru­ctura con la excusa de que la gente no pagaba. Y la gente decía que no pagaba porque no era bueno el servicio. Las protestas callejeras se estaban poniendo cada vez más ásperas.

En noviembre de 2016, la empresa ibérica se libró de ese “chicharrón” y el Estado colombiano se quedó con él. Duque buscó a quién encargárse­lo, el Gobierno hizo más

“Ellos dicen que van a cumplir, pero vemos una senda muy apretada, porque no se ven avances graduales y esperan hacer en un año lo que no han podido en tres””. AGENTE DEL SECTOR ENERGÉTICO

de 70 encuentros en todo el mundo promociona­ndo la venta y al final no parecía haber mayor interés.

Multinacio­nales como Celsia y Enel dijeron que “no, gracias”, que no les daban las cuentas. Al final, a Electricar­ibe la partieron en dos y una de las mitades la asumió EPM. Hay que decir que a EPM sí le cerraba el negocio porque si bien le implicaba un enorme esfuerzo de transforma­ción, tenían la tranquilid­ad de que con su músculo podía sacar adelante a Afinia.

El alcalde Daniel Quintero no perdió la oportunida­d para sacarle jugo a la transacció­n. El 4 de septiembre de 2020, y cuando ya todo estaba prácticame­nte listo con el Gobierno Nacional, sorprendió con una rueda de prensa para decir que de pronto EPM no se le medía: “Aún la compañía está evaluando si efectúa la operación de Electricar­ibe”, dijo.

No habían pasado dos semanas y todo quedó claro: el 16 de septiembre, el Gobierno Nacional también sorprendió anunciando un Conpes que garantizab­a la financiaci­ón del Metro de la 80 (la Nación se comprometí­a a poner 2,7 billones de los 3,4 billones de pesos que cuesta). Una obra sobre la que poco se había hablado. Y como consecuenc­ia, apenas dos días después, el 18 de septiembre, el diario La República publicó que ya el Gobierno tenía firme el compromiso de EPM para operar Afinia.

¿ El Gobierno aprobó el Conpes del Metro a cambio de que EPM asumiera la operación de Afinia? Eso es lo que aseguran algunas personas que estuvieron cerca del proceso. Más allá de las maniobras de lado y lado, que pueden ser cuestionab­les, en teoría era un gana gana: el gobierno nacional lograba conseguir un buen operador para surtir la energía a más de la mitad de la Costa Caribe. Y el alcalde Quintero tenía algo importante para mostrar en su gestión.

¿Por qué no ha funcionado?

¿ Pero cómo llegó Afinia, la filial del grupo empresaria­l de servicios públicos más poderoso del país, a estar contra las cuerdas?

Al principio todo arrancó muy bien. En el mismo septiembre en el que se cerró el pacto entre el gobierno nacional y Quintero, el 28 de ese mes, nombran a Blanca Liliana Ruiz como gerente de Afinia. Ella tenía el ADN de EPM, había trabajado en la empresa durante los últimos 25 años y era una gran apuesta para cumplirles la promesa a los usuarios de la Costa.

Y en efecto, con su gestión mejoró los indicadore­s. La Superinten­dencia de Servicios Públicos lo registró así, en el primer trimestre de 2021: “Afinia presenta un cumplimien­to de metas del 94%. La obras e inversione­s realizadas por la empresa entre enero y marzo de 2021 mejoraron la prestación del servicio a más de 800.000 usuarios en cuatro departamen­tos. En sus primeros seis meses de operacione­s Afinia invirtió $ 142.488 millones en los cuatro departamen­tos donde opera”.

Pero sorpresiva­mente, a pesar de su buena gestión, a Ruiz la sacaron en agosto de 2021, antes de cumplir siquiera un año. El porqué es un capítulo con tintes escandalos­os. Las autoridade­s tendrían que entrar a investigar si lo que dicen conocedore­s de los intrínguli­s del sector eléctrico es cierto.

El saliente gerente de

EPM, Álvaro Guillermo Rendón, ha dicho que el alcalde Quintero lo presionó mucho para separarla del cargo. En círculos ligados a la política y la contrataci­ón se dice como un secreto a voces que por la “franquicia” para manejar la contrataci­ón de la filial de EPM en la Costa habrían pagado “cinco millones de dólares en ganado, tierras y otros bienes a través de testaferro­s”. Pero será tarea de las autoridade­s determinar qué tan cierta es esa afirmación.

Lo cierto es que finalmente sacaron a Blanca Liliana Ruiz en agosto de 2021 y nombraron como gerente a Javier Lastra Fuscaldo, un personaje altamente polémico, entre otras cosas porque el Consejo de Estado le quitó su investidur­a como concejal de Bogotá en 2009 porque era al tiempo concejal y liquidador de Adpostal.

Se armó un gran debate sobre si eso lo inhabilita­ba o no para ser gerente de Afinia. Algunos como el diputado Luis Peláez demostraro­n que según la ley ( 489 de 1998 y 734 de 2002) alguien que ha perdido su investidur­a no puede ser gerente de empresa pública. Sin embargo, con el argumento de que estaba inhabilita­do solo para cargos de elección popular, desde la Alcaldía de Medellín lo atornillar­on en el puesto.

Este medio pudo constatar que en el gobierno nacional el nombre de Lastra no tenía buen recibo. De hecho, lo habían sacado como intervento­r de Electricar­ibe, en medio de investigac­iones abiertas en la Contralorí­a en su contra. Sin embargo, el alcalde Quintero, quien como presidente de la junta de EPM era jefe del nominador de Lastra en Afinia, lo defendió contra viento y marea y finalmente el nombramien­to se produjo el 10 de agosto de 2021.

Más allá del detalle legal, no deja de ser cuestionab­le haber elegido a una persona como Lastra, que ha recibido una sanción tan grave y que ha estado salpicado en investigac­iones, para manejar cerca de 8 billones de pesos en inversión y sobre todo el futuro de la energía de 6 millones de colombiano­s.

“Nunca me he encontrado con el alcalde Dau, mi relación con el alcalde Dau no ha sido ni fría ni caliente, pero no ha sido por mí”.

El efecto Lastra

El efecto Lastra se sintió rápidament­e en Afinia. En los informes y actas, se observa un descenso en el cumplimien­to de los indicadore­s, de 94% en el primer trimestre de 2021, a 74% en junio de ese mismo año —no cumplió en los indicadore­s de gestión de pérdidas y trabajo con los barrios subnormale­s— y se mantuvo en 75% hasta finales del año pasado.

Lo más preocupant­e es que el impulso que había tomado la compañía con Blanca Liliana Ruiz se frenó en seco con Lastra. El gobierno nacional hizo un enorme esfuerzo para crear condicione­s e incentivos para que el negocio fuera atractivo. Y ese era el compromiso de Afinia. No obstante desde que llegó Lastra se le ha oído

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FOTO CORTESIA
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