Coincidencias literarias de un narrador, una ilustradora y una académica
Los tres están invitados a La Propia, la feria de editoriales antioqueñas. Estas son sus historias.
El providenciano Lenito Robinson-Bent mueve — lentas— las manos. Las palabras también son lentas. En él la historia del Caribe es un coágulo: habla en inglés — la lengua que los esclavos aprendieron de los amos blancos—, en español —el idioma enseñado a la fuerza en las escuelas de San Andrés y Providencia— y en francés —aprendido en sus años en Francia—.
Además de esta solvencia lingüística, Lenito tiene un rasgo más insólito: es el fundador de una literatura regional. Su libro Sobre Nupcias y ausencias es la primera publicación de una bibliografía de un nacido en el archipiélago colombiano.
Lenito no conocía Medellín. En la edición de su ópera prima tuvo mucho que ver el poeta Jaime Jaramillo Escobar. Tal vez visitar la ciudad —parap la feria La Propia— sea una forma de ajustar cuentas conon el pasado.
*** En la Colombia continental conocemos muyy poco de San Andrés y Providencia...rovidencia...
“San Andrés, Providenciarovidencia y Santa Catalina ess un territorio muy particular, no solo por su situación de insularidad,ularidad, tam-también por su historiaoria y su cul-cultura. La isla fuee colonizada por ingleses. Enn los tiempos de la colonia, a veces estaba en manos de ingleses,gleses, a veces en manos de españoles.pañoles. Fue poblada por inglesesleses —llega-llegados alrededor dee 1631—, des-después llegaron loss esclavos. Allí se producía algodón,odón, madera de cedros con laa que se repa-reparaban los barcos.
De ese mestizajezaje proveni-provenimos todos los nativos.ativos. Por eso hablamos un tipopo particular de inglés, el inglésglés caribeño. Los esclavos quee llegaron no vinieron de la misma región, tuvieron que aprenderrender el inglés de los amos.mos. Es un inglés distinto,tinto, pero es el que see ha-habla en todo el Caribearibe de colonias inglesas.sas.
Alrededor de 1926, empezó a llegar el es-español con el arribo,arribo, creo, de los capuchinos. Ellos llegaron —eso dijeron— con la intención de culturizar, de integrar las islas a Colombia. Apenas hasta ese momento nosotros empezamos con el español. Fue una época muy polémica porque los que llegaron para esa supuesta integración no tenían la idea de mantener un equilibrio entre el inglés y el español sino que el español reemplazara al inglés”.
¿En cuál idioma se siente más a gusto?
“Yo pienso y sueño en inglés. Estudié idiomas y literatura, trabajo como traductor. Escribo en tres idiomas, pero inicialmente escribí en español porque en ese momento vivía en Colombia. Hacerlo era lo más lógico si pensaba en una posible publicación. Manejo el inglés, el español y el francés. A veces me preguntan cuál es el más útil y responder eso es difícil”.
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Lenito recuerda una anécdota que sintetiza el peso del colonialismo, resume las medidas arbitrarias de poderes ciegos y lejanos. De niño, para ir al baño del colegio, debía aprender de memoria una fórmula: “Permiso para ir al excusado”. Ante la dificultad de hacerlo bien, Lenito aguantaba las ganas, cruzaba las piernas. ¿Por qué le era difícil? Hasta el momento de llegar a la escuela su mundo estaba construido con los sonidos del inglés.
¿Qué recuerda de sus primero años en el colegio, de esa adaptación al español?
“Cuando llegué a la escuela sabía leer un poco en inglés, porque mi abuela me enseñó a leer en inglés. Ella me enseñó en los libros que la colonia inglesa lo utilizaba en África y en el Caribe. Llegamos a la escuela y la maestra hablaba en español porque esa era la norma. Nosotros no entendíamos nada. Fue muy difícil esa época. Tomó tiempo entender qué era lo que estudiábamos. Cuando llegué a San Andrés —a hacer quinto y sexto de bachillerato— tuve un español más práctico, más espontáneo”.
¿En cuál lengua descubrió la literatura?
“Primero empecé a leer en inglés, después en español. Con lo poco que alcanzaba a ganar en dinero vendiendo cocos lo gastaba en libros de literatura. Cuando llegué a San Andrés ya había leído en español gran parte de la literatura latinoamericana de la época. Había leído a García Márquez, a Cortázar, a Carpentier, a Benedetti. Además, tuve la suerte de tener amigos —no eran
nativos— que tenían bi-biblioteca y me prestaban los libros. Leía en español, en inglés. Cuando salí de la isla, después de sexto de bachillerato, llegué a la universidad en Tunja y ya tenía un bagaje de lecturas. También tenía la inclinación por la literatura”.
Lenito utiliza una imagen para hablar de su vocación literaria, del momento en que decidió ser escritor. Habla de un desbordamiento de la lectura. Tantas páginas leídas terminan a la postre convertidas en el abono de la escritura. Se escribe porque antes se ha leído. Aunque no es una ley inexorable, el lector quiere replicar en otros los estremecimientos estéticos que ha vivido.
¿Cómo fue el proceso de escritura de Sobre nupcias y ausencias?
“Los bosquejos que hice en San Andrés los retomé en Francia: separé el material de demolición. Empecé a escribir un cuento detrás de otro. La verdad, no los escribí con la intención de publicarlos. Cuando ya tuve el libro listo, regresé a Bogotá. Trabajé en un documental sobre la educación de la isla, estaba encargado de parte de la historia y del guión. Mi amiga me preguntó si tenía algún escrito. Le dije sí, tengo un libro de cuentos. Se lo pasé y no volví a preguntar nada. Me dijo que iba a ver qué se podía hacer. La verdad, a mí se me olvidó.
Un domingo, muchos meses después, recibí una llamada en Bogotá. Alguien al otro lado de la línea preguntó por mí. Me habló en lágrimas de emoción, me dijo: yo soy Jaime Jaramillo Escobar. Me dijo que había leído el libro, que había leído muchas veces un cuento titulado `Dile que me morí de vieja'. Me dijo que con ese libro había que hacer algo. Quedé perplejo. Yo pensaba que ese cuento no servía para mucho, que no era bueno”.
El cuento lo narra una voz que copia el dictado de una mujer mayor. El cuento es el octavo en el índice del libro —incluido por el Ministerio de Cultura en la Biblioteca
de Literatura Afrocolombiana—. El cuento constituye la primera entrega de El propio folletín, la publicación oficial del Festival que trajo a Medellín a Lenito. El cuento le da voz a una región muy visitada, pero poco conocida
La artista visual y comunicadora social Fiorella Ferroni tiene un particular interés por los vínculos entre el lenguaje y las cosas. Las palabras detonan imágenes distintas en la cabeza de cada quien: una palma puede ser, al tiempo, una planta de espigada figura y una parte de la mano de un ser querido. De esa polisemia lingüística y visual trata su libro Desordenario ilustrado polisémico, editado por Tragaluz.
¿Cómo descubrió el arte?, ¿cómo supo que la ilustración era su camino?
“Tiene mucho que ver con mi infancia. A lo largo de mi infancia tuve muchos familiares que estaban relacionados con el arte, con el diseño también. Desde muy pequeña, mis padres me inscribían siempre a talleres de pintura, de teatro. Todo era muy corporal y muy de expresión con las manos, y desde ahí empezó esa afinidad hacia el arte. Cuando llegué a la universidad me fui por el énfasis gráfico y descubrí la ilustración, que fue lo que me apasionó en su momento y en lo que me he especializado. Me gusta mucho la ilustración en particular porque siento que es una de las maneras más poéticas de traducir las palabras y el contexto, lo que nos rodea, a una imagen sin necesidad de representarlo de una manera literal”.
¿Cómo la ilustración se enlaza con la poesía? “En la ilustración hay algo que es muy importante: darle voz propia a la imagen, separándola un poco del texto. Es decir, el texto nos brinda una información, pero una buena ilustración es también la que logra aportarle un poco más de información a ese texto. Y una de las herramientas para eso es la poesía, o lo que más particularmente se denomina tropos literarios o figuras literarias, pero pasados al lenguaje visual. De repente uno puede hablar de metonimias, símiles, sinécdoques, pero a nivel visual. Y este tipo de asociaciones que se dan en la poesía a través de como símiles, metáforas, también se pueden traducir en la parte visual y es allí donde encuentro ese juego de poesía del que hablo”.
Hablemos de Desordenario ilustrado polisémico...
“Ese libro surgió como proyecto de grado de la maestría que estudié en Portugal, que era sobre proyectos editoriales específicamente. La verdad es un libro muy honesto porque encierra las cosas que más curiosidad me han producido en el tiempo que llevo trabajando en la ilustración: los juegos del lenguaje y la imagen.
Todas las imágenes están hechas en collage manual y también digital. Es un libro que busca cuestionar un poco el diccionario. A mí me parece que el diccionario es un libro maravilloso. Creo que es el mejor juego que se han inventado. Es algo que todos deberíamos seguir, y nos dice ciertas cosas como de manera muy categórica y lógica, que permite que nos entendamos y nos comuniquemos. Pero al mismo tiempo, si nos ponemos a pensar, cada uno al leer una definición va a generar un pensa
miento diferente al otro”.
Si pudiera sintetizar en una imagen su trabajo de artista, ¿cuál sería?
“Una imagen, un collage muy sencillo que creé en un taller con un ilustrador que admiro muchísimo. La imagen es un personaje rarísimo, una yuxtaposición de elementos que proviene de diferentes lugares y se junta en una misma superficie, tanto en la parte del lenguaje como en la parte de la ilustración. Se trata de una suerte de lagarto mono”