LOS LIBROS INFANTILES, DISPOSITIVOS DE LA DIVERSIÓN
La profesora española Ana Garralón ha dedicado gran parte de su carrera a estudiar la literatura infantil y juvenil. En ese trayecto ha publicado antologías — Si ves un monte de espumas y otros poemas: antología de poesía infantil hispanoamericana— y libros de consulta para los académicos — Historia portátil de la literatura infantil ( 2001) y Cervantes, guía para jóvenes—. Ha escrito para diversos medios internacionales, entre ellos la revista mexicana Letras Libres. También asesoró al Gobierno de México en el diseño de un plan de lectura, que tuvo vigencia entre 2000 y 2006. Garralón fue una de las invitadas internacionales a La Propia, la feria de editoriales antioqueñas.
¿En qué momento descubre que en el gran mapa de la literatura su camino es el de la literatura infantil?
“Tuve un clic muy claro: fui una lectora muy tardía. En mi casa no había libros. Comencé a leer con trece años, un poco por rebeldía, por encerrarme en mi habitación. Estudié magisterio (docencia) y allí había una asignatura opcional, que era literatura infantil. Me inscribí en ella y descubrí que eso era lo mío. Fue el momento de juntar un gusto particular con la lectura con algo profesional”.
Hablemos de la idea que concibe la literatura infantil y juvenil como una literatura menor...
“Había pasado la época franquista en España cuando comencé. Cuando estuve en esa asignatura y comencé a leer de manera autodidacta mucha literatura infantil. España hacía un esfuerzo por ponerse al día en literatura infantil. Se traducía lo mejor del mundo. No tenía en ese momento la impresión de que era una cosa menor. Eran catálogos que tenían trescientos títulos de literatura infantil y juvenil: Alfaguara, EspasaCalpe. Los editores trataban estos libros con el mismo cariño que trataban la literatura. Esta idea de que es una cosa menor viene muchas veces de los propios escritores, de los creadores. Y luego hay gente que escribe literatura juvenil porque piensa que es algo más fácil. Esto es un error. Es muchísimo más difícil escribir para niños que para adultos. Viene de varios lados. Hay libros buenos y hay libros malos, y ya está”.
Hablemos de su libro sobre Cervantes y El Quijote...
“Sí, hice una biografía de Cervantes, pero muy apoyada en su obra. Es una guía que circula en institutos. Este trabajo me permitió leer la obra de Cervantes, que conocía poco y mal. La leí de joven, pero sin la atención que se tiene cuando se escribe sobre ello. Y, por otro lado, también es la vida del personaje que escribió la obra. La vida de Cervantes es muy interesante: muchas cosas de su vida personal se reflejaban en su obra. A mí me encanta siempre hacer esos enganches de lo que rodea la obra. No es un análisis literario, es más bien el contexto y la persona y darles importancia a estas cosas”.
¿Cómo se ve en España la producción de literatura infantil y juvenil de Colombia?
“No se ve. Lo que ha pasado en los últimos años es que ha crecido mucho la edición local. Esto tiene muchas explicaciones: desde 2000 los autores empiezan a privilegiar los sellos locales. Los autores locales publican en sus países porque los reciben mejor, los llevan a las escuelas, sus libros circulan. Cuando publicaban en España, los libros de autores argentinos, por ejemplo, no circulaban en Argentina. La edición latinoamericana no llega a España, mucho de lo que se hace en España tampoco llega a América Latina”