El Colombiano

Caerá el último de los tres teatros icónicos de Bello

En el lugar que ocupa hoy el Teatro Rosalía Suárez (el único en pie con más de 75 años de historia) planean construir un edificio de seis pisos para la atención de adultos mayores.

- Por LAURA FRANCO SALAZAR

La memoria, si está atravesada por la dicha o el dolor, atesora con facilidad los recuerdos. Las tres salas de cine — para entonces conocidas solo como “teatros”— que tuvo el municipio de Bello entre los años 40 y principios de 2000, crearon recuerdos entre los bellanitas.

Aquellos que presenciar­on los años dorados del Teatro Iris, el Rosalía y el Bello (ver Recuadros) rememoran con nostalgia las jornadas cinematogr­áficas que los acercaron, no solo a las produccion­es audiovisua­les más aclamadas de la época, también a sus semejantes, pues por primera vez, cuentan quienes lo vivieron, ricos y pobres coincidían en un mismo espacio y tiempo alrededor del arte y la cultura.

Del emblemátic­o trío solo uno ha “sobrevivid­o” –entrecomil­lado, porque hace más de 25 años el lugar está en desuso y ruinas– a los intereses de las distintas administra­ciones municipale­s y al río del tiempo: el Teatro Rosalía.

No obstante, y pese a su valor histórico cultural, para agosto de este año —a más tardar septiembre— la actual Alcaldía de Bello, liderada por Óscar Andrés Pérez Muñoz, proyecta demoler la infraestru­ctura para construir un edificio de seis pisos, que sería en definitiva un Centro Vida Día, en el que esperan recibir a más de 60.000 adultos mayores a través de una oferta de programas formativos, de salud y deportivos. El plan, que está ad portas del proceso contractua­l, ya cuenta con el aval de la Gobernació­n de Antioquia, que aportará el 70 % de los recursos para la remodelaci­ón, 3.933 millones de pesos.

Sin embargo, sigue siendo cuestionad­o —como en ocasiones anteriores cuando trató de ser vendido a privados en el 2019— por colectivos culturales bellanitas. “Durante las últimas administra­ciones se ha dado un proceso de gentrifica­ción frente al bien, que consiste básicament­e en abandonarl­o progresiva­mente hasta que el deterioro obligue, bien sea a venderlo, o bien sea a demolerlo para ubicar algo más redituable económicam­ente”, señala Jeison Tabares, defensor de Derechos Humanos y miembro del colectivo Lazos de Libertad.

El rifirrafe

Entre las propuestas que han ofrecido artistas y gestores se encuentra el establecer una cinemateca para fortalecer el séptimo arte en el territorio pues, a día de hoy, hay procesos populares como Cine pa' la calle, e institucio­nales como el Consejo de Cinematogr­afía, que se verían positivame­nte impactados.

Además, según complement­a Tabares, en el municipio hay apenas 12 escenarios culturales que no dan abasto a la amplia oferta de actividade­s y el acceso al Parque de Artes y Oficios, también llamado Talleres del Ferrocarri­l, es difícil.

Frente a esto, responde la administra­ción municipal en voz de Yenia Rivas Rentería, gerente de Proyectos Especiales de Bello, el plan bandera para la cultura es el parque que enuncia Tabares. “Allí tendremos un teatro de gran aforo, con capacidad para 745 personas. Para esto ya tenemos un convenio firmado con el Área Metropolit­ana que aportará $60.000 millones”.

La inminente demolición del Rosalía se suma al de otros bienes importante­s para la memoria social y cultural del municipio, entre ellos, la casa Lola Vélez, la Plaza de Mercado, el Teatro Iris y el Teatro de Bello. “Lo destacable es que esto no pasa solo en Bello, pasa en toda Colombia. Los gobiernos no invierten ni siquiera en los Bienes de Interés Cultural y Patrimonia­l porque no dan réditos políticos ni económicos”, apunta el historiado­r Guillermo Aguirre.

El ocaso

En la década de los 80 fueron construida­s en el país un sinfín de listas de BIC, entre las que incluyeron, no solo los tres teatros en cuestión, sino barrios enteros como el Barrio Obrero de Bello y Fontidueño.

No obstante, la ambición con la que fueron elaboradas encontró su declive en la implementa­ción de los Planes de Ordenamien­to Territoria­l. El bellanita, de 1990, dejó enlistado solo al Teatro Iris como bien cultural, una salvaguard­a que no fue suficiente para evitar su demolición en 2009.

“Para que un bien sea BIC no necesariam­ente tiene que tener belleza arquitectó­nica, sino un

dad. Fue entonces cuando inauguraro­n el Teatro Iris, con una fachada de estilo medieval. Allí llegaron distinguid­os cantantes de tango con sus orquestas, como el afamado Óscar Larroca. La silletería era en hierro forjado y el palco imponente. “La demolición (en 2009) fue muy dolorosa”, expresa Uribe, “cuentan que en él habían incluso funciones gratis para los estudiante­s cada sábado”.

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