El Colombiano

Sorpresa electoral en Colombia

- Por RODRIGO BOTERO MONTOYA - redaccion@elcolombia­no.com.co

El resultado de la primera vuelta en la elección presidenci­al ha transforma­do el panorama político nacional, confirmand­o que lo que suele suceder no es lo inevitable, sino lo inesperado. El enfrentami­ento que se perfilaba entre una coalición de izquierda doctrinari­a y una versión de derecha tradiciona­l continuist­a adquirió una configurac­ión diferente con el surgimient­o de una candidatur­a que, hasta hace poco, era percibida como marginal y pintoresca. Una vez se supo lo que había sucedido, amistades latinoamer­icanas solicitaro­n mi opinión. Las siguientes reflexione­s tratan de colocar en contexto lo que aconteció y de esbozar los lineamient­os de la nueva etapa.

La izquierda que representa el Pacto Histórico es diferente a la izquierda no marxista que se conoce en Escandinav­ia y los Países Bajos como la socialdemo­cracia. Esa izquierda es compatible con la economía de mercado, la separación de poderes, las libertades individual­es, la protección de los derechos humanos y los valores occidental­es contemporá­neos. También está comprometi­da con los acuerdos de seguridad colectiva para proteger a las democracia­s europeas de la Unión Soviética, en su momento, y de Rusia, en la actualidad. Sus institucio­nes emblemátic­as son la Unión Europea y la Otan.

La izquierda colombiana simpatiza con los regímenes de Cuba y Venezuela, desconfía de la economía de mercado, es estatizant­e, autoritari­a y se siente incómoda con los vínculos económicos y de seguridad del país con las democracia­s occidental­es. Su dirigente no puede ocultar su admiración por Hugo Chávez, su mentor, y su cercanía ideológica con Nicolás Maduro. Así trate ahora de moderar algunas de sus propuestas, esa es la imagen que proyecta a la parte de la opinión pública que no se identifica con la izquierda autoritari­a.

La alternativ­a disponible hasta el domingo 29 era la candidatur­a de un exalcalde de Medellín que no logró superar su carácter regional, ni su proximidad con el gobierno de derecha de Iván Duque. Tenía el respaldo de los partidos tradiciona­les y el apoyo, sin demasiado entusiasmo, del sector empresaria­l. Las encuestas de opinión pronostica­ban que, en el caso de llegar a la segunda vuelta, perdería la elección.

El candidato que pasó a la segunda vuelta, exalcalde de Bucaramang­a, es un empresario de la construcci­ón sin experienci­a gubernamen­tal a nivel nacional, con ideas primitivas acerca de la política económica y el manejo del Estado. El tema central de su campaña en las redes sociales es la lucha contra la corrupción. Este es un eslogan atractivo y un propósito loable. Pero no es suficiente como programa de gobierno. Tal como sucede con su contrincan­te de izquierda, la fórmula que propone para resolver problemas de cierta complejida­d técnica es la aplicación de voluntad política.

El país quería que hubiera un cambio significat­ivo. Ahora queda con la disyuntiva de escoger entre un candidato de izquierda que conoce demasiado bien y un candidato populista acerca del cual sabe poco

“La izquierda que representa el Pacto Histórico es diferente a la izquierda no marxista que se conoce en Escandinav­ia y los Países Bajos como la social democracia”.

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