Así se proyectan las UCI tras la pandemia
Luego de un panorama crítico en los puntos más álgidos por la Covid-19, hoy la realidad de esta unidades es distinta.
“En las UCI se trata de salvar vidas al máximo y que los pacientes queden con una buena funcionalidad, bienestar y calidad de vida”. EDUARDO CARDONA, coordinador de la Unidad de Cuidados Especiales de la Clínica CES.
De acuerdo con el Ministerio de Salud colombiano, al inicio de la pandemia por Covid-19, el país contaba con 5.346 camas para la atención de cuidados intensivos. Como resultado de las estrategias implementadas en los momentos de mayor exigencia, esta cifra llegó hasta 13.000, más del doble de la original. A 2 de junio de 2022, la Secretaría de Salud de Antioquia reportó en el departamento 764 pacientes en UCI; de ese total, cinco corresponden a casos por Covid-19 y diez son sospechosos. Por su parte, John Manuel Delgado, director de Prestación de Servicios de Minsalud, manifestó en un comunicado que las medidas de protección personal y la vacunación muestran resultados en la reducción de mortalidad y desarrollo grave de esta enfermedad.
Como lo explica Eduardo Cardona Vélez, coordinador de la Unidad de Cuidados Especiales de la Clínica CES, los números hablan por sí solos. “Vemos que impactó de manera significativa la vacunación masiva”, señala. Sin embargo, si bien se han disminuído sustancialmente los pacientes por este virus, la otra cara de la moneda es la ocupación por casos no positivos, “hay personas que se retrasaron en tratamientos durante estos dos años de pandemia. Entonces, estamos atendiendo pacientes crónicos en las UCI, y esta fue la parte que no vimos durante la pandemia y nos está haciendo mella en el servicio de salud”, agrega.
Pero pese a situaciones desfavorables, como la sobreocupación de los cuidados intensivos a raíz de la pandemia, quedan aprendizajes valiosos en distintos aspectos y más herramientas para afrontar posibles situaciones similares. “El afán inicial fue aumentar el número de camas. Actualmente estamos quedando en un punto intermedio, no con todas las camas expandidas, pero tampoco volviendo al punto inicial, lo que sí representa una mejoría”, explica Edward Blandón, coordinador de Cuidado Crítico del Hospital San Vicente Fundación. Igualmente, Blandón destaca como lección fundamental para los servicios de salud la capacidad de adaptación: “No podemos pretender ser una estructura fija, debemos ser flexibles y adecuarnos a las circunstancias. Entendimos que había que cambiar y ser más eficientes en el manejo y cuidado de los recursos”.
Por su parte, Cardona resalta que la humanización de los servicios fue otro valor que creció, “aprendimos a adaptarnos a las situaciones de una manera emergente, tenemos la capacidad de organizarnos y tomar decisiones con rapidez. Pero lo más importante que quedó fue el trabajo en equipo; vimos que todo el mundo era protagonista: el personal de aseo y oficios varios, el de enfermería, los terapeutas respiratorios, etc.”.
Herramientas para cuidar
Durante la pandemia, entidades territoriales y gubernamentales implementaron sistemas para contar en tiempo real la ocupación de las UCI, lo que aún es de apoyo para el direccionamiento de pacientes, por ejemplo. En cuanto a la parte biomédica, Cardona señala que los insumos adquiridos y el aporte de elementos, como ventiladores y materiales biomédicos, son de gran ayuda para seguir atendiendo a los pacientes críticos, independientemente de sus patologías, “tenemos más herramientas para salvar muchas vidas”, indica.
Hoy, que ya la situación por Covid-19 está más controlada y se puede visualizar en retrospectiva, Blandón cuenta que se debe reflexionar sobre el estándar de cuidado en las camas de alta complejidad y la importancia que estas representan para resolver las necesidades de la sociedad, con alta calidad. “La perspectiva apunta hacia una especie de medicina más personalizada; no todas las personas presentan el mismo comportamiento físico. Hay muchos determinantes y el objetivo en la medicina, desde sus diferentes áreas, es identificarlos para dar un cuidado más adaptado a las circunstancias particulares y así establecer perfiles individuales (o por lo menos grupales) de enfermedades. No se trata de darle la misma receta a todo el mundo y eso es lo que nos va a permitir mejores resultados en la alta dependencia”, comenta.
Igualmente, a pesar de las circunstancias, en algunos ca
sos se vio una mejoría en la relación médico - paciente - familia, “hablando de tú a tú se quitaban muchos miedos”, dice Eduardo Cardona. “Todo el mundo le tiene terror a las UCI, las ven como el escalón a la muerte. Tenemos que cambiar ese paradigma. A las UCI llegan los pacientes graves, pero no se visualiza lo positivo y, es que a muchos los saca
mos adelante. Cuando un paciente ingresa a Cuidados Intensivos no necesariamente quiere decir que va a fallecer, sino que va a recibir recursos que no están disponibles en hospitalizaciones normales, además de contar con un equipo profesional día y noche que busca sacarlo con las mejores condiciones de salud posibles”, concluye