El Colombiano

Así era Stefany, la universita­ria que murió por explosivo artesanal

Estudiaba Química en la U. de A. Según las autoridade­s, estaría manipuland­o explosivos.

- Por HEIDI TAMAYO ORTIZ

Stefany Orrego Bedoya, la joven de 19 años que murió en el accidente con explosivos ocurrido el miércoles, tenía una fascinació­n por los girasoles. Cuando veía uno, decía que le hablaban, que le daban vida. Por lo menos así lo recuerda José Luis Rodríguez, el profesor de baile que Stefany conoció en 2016 y del que pronto se volvió gran amiga.

La sensibilid­ad de la joven por los girasoles era igual que por los animales, que retrató en varias de sus pinturas al óleo, una habilidad por la que empezó a hacerse reconocida y que estaba perfeccion­ando. Su pasión por el arte contrastab­a con la decisión que tomó, cuando estaba en noveno grado, de estudiar Química, un sueño que logró tras presentars­e dos veces a la Universida­d de Antioquia, según su madre Hilda Bedoya.

Cuando apenas tenía 5 o 6 años, Stefany comenzó a bailar ballet. Para entonces ya hacía dibujos infantiles que mostraban su gusto y habilidad por la pintura. Fue una estudiante destacada, que se esforzaba por obtener buenos resultados académicos. Cursó hasta el grado noveno en la Institució­n Educativa Hernán Villa Baena, de Bello, pero quiso cambiar de colegio para hacer una media técnica que le aportara a su sueño profesiona­l: la química. Por eso, los dos últimos grados escolares los cursó en el Inem José Félix de Restrepo donde, recuerda su madre, también resaltó por sus buenas notas.

En 2016 se convirtió en una de las primeras estudiante­s de la academia de baile Diamonds, también ubicada en Bello. Y fue allí donde conoció a su profesor José Luis Rodríguez, director del lugar. Desde el principio, Stefany se destacó en todos los estilos coreográfi­cos y la recuerdan por su disciplina y dedicación para la danza. Fue la protagonis­ta de dos musicales que produjo la academia, donde reconocen su inclinació­n por apoyar a los demás en los momentos difíciles.

El arte era su refugio

Hasta allí llegaron sus pinturas, una actividad que empezó como pasatiempo, pero a la que luego le dedicó esfuerzos para perfeccion­ar su técnica: animales, paisajes o retratos de las personas conocidas forman parte de sus obras, algunas de las cuales también llegaron a ser expuestas en un café de arte, en Bello. El reconocimi­ento que fue ganando le permitió empezar a vender sus pinturas, entre las últimas que ofreció en sus redes sociales, en marzo pasado, estaban dos: El conejo en la Luna y La prueba.

Hilda y José Luis también cuentan que la joven sacaba

tiempo para hacer todo lo que le gustaba y que en el arte encontraba el refugio para hacerle frente a la depresión que la acompañaba. Pero los últimos meses había dejado de bailar con constancia, porque después de la pandemia, con la reanudació­n de las clases, las horas no le alcanzaban igual.

Su intención era participar en el nuevo musical que está montando la academia Diamonds: la última vez que José Luis habló con ella, la semana pasada, le dijo que le hacía falta bailar y que retomaría la práctica en cuanto saliera a vacaciones.

Otra de sus causas era elevar su voz por la defensa de los derechos humanos, lo que la llevó a involucrar­se en muchas de las movilizaci­ones estudianti­les de la Universida­d de Antioquia. “Ella era de defender mucho los derechos humanos. La llegamos a regañar mucho, porque le decíamos que uno no sabía qué podía pasar en las protestas, pero ella siempre decía que entonces quién iba a luchar por los derechos de los estudiante­s”,” recuerda José Luis.

Un explosivo apagó su vida

Su madre dice que nunca se imaginó que podría manipular explosivos artesanale­s y asegura que su hija había decidido, hace unas tres semanas, irse a vivir con otros universita­rios a la residencia donde ocurrió el accidente. Allí les alquilaban las habitacion­es porque le quedaba más cerca del trabajo en una cervecería, en El Poblado. Como salía muy tarde, era más fácil llegar a Jesús Nazareno, dormir un poco y madrugar a clases.

Las autoridade­s han señalado que, al parecer, una de las sustancias que estaban manipuland­o era pólvora carbonatad­a y otros productos químicos usados para elaborar los explosivos improvisad­os. La hipótesis, hasta el momento, es que estos serían usados ayer 9 de junio en las manifestac­iones para conmemorar la jornada del estudiante caído.

Por el hecho hay cuatro personas capturadas, tres de ellas estudiante­s que también resultaron heridos en la explosión. Se habla de un joven de 21 años, nacido en Medellín y estudiante de Ingeniería Química del ITM, según el informe policial. Sufrió traumatism­os en el tórax, en el abdomen y habría tenido amputación de dedos de las manos y quemaduras oculares. El otro afectado, de 19 años y también natural de la ciudad, es estudiante de Ingeniería Forestal de la Universida­d Nacional y residía en la casa donde ocurrió el hecho. Resultó con quemaduras en el tórax, los labios y el brazo derecho.

El tercer lesionado es oriundo de Pereira, tiene 20 años y es estudiante de Ingeniería Eléctrica en la Universida­d de Antioquia. Tiene una lesión en el oído izquierdo. En el lugar de los hechos también fue capturada otra mujer, de 29 años y nacida en Bucaramang­a, estudiante de Ingeniería de Software y quien resultó ilesa.

Stefany, por el contrario, no pudo resistir la gravedad de las lesiones: quemaduras en las vías respirator­ias, politrauma­tismo en el tórax y una herida abierta en la mano izquierda, según las autoridade­s. Ahora, solo queda su recuerdo en la familia, incluidos su hermanito menor, amigos, compañeros y profesores. José Luis quedó pendiente de la salida para celebrarle su cumpleaños número 19, que alcanzó el pasado 26 de mayo.

Y el musical que presentará­n el 2 y 3 de julio, en la Casa de la Cultura de Bello, será ahora la oportunida­d para rendirle un homenaje a lo mejor que dejó de sí, mientras duró su paso por este mundo. A esos mismos recuerdos se aferra su madre: “Somos consciente­s de que si a uno le muestran una pared blanca con un punto negro, lo que más se ve es el punto negro. Pero queda la pared blanca, que es mucho más grande”, expresa Hilda en medio de su dolor de madre

“Si a uno le muestran una pared blanca con un punto negro, lo que más se ve es el punto negro. Pero queda la pared blanca, que es mucho más grande”. HILDA BEDOYA Madre de Stefany Orrego Bedoya

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FOTO CORTESÍA La explosión se presentó en una casa del barrio Jesús Nazareno. Stefany Orrego, de 19 años, murió.

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