Con su pinta de mimo sostiene albergue de perros
Jaime Zapata recoge y da en adopción a perros callejeros. Se para en la Autopista Norte en búsqueda del apoyo económico de los conductores.
Jaime Alberto Zapata espera a que caiga el sol de la tarde para salir a trabajar. Desde Machado, en Bello, emprende camino con un monopatín convertido en carretilla, en el que lleva agua, cuido, una hamaca y un par de letreros que parecen publicidad. Recorre a pie un trayecto de 45 minutos hasta el batallón Pedro Nel Gómez, a un costado de la Autopista Norte. Allí se convierte en un mimo que pide apoyo para sostener un albergue de perros callejeros.
A Jaime Alberto, de 53 años, lo custodian 13 perros. Tiene cinco hijos, pero no vive con ellos. Son Feliz, Excelente, Máximo, Paz y otros canes los que le hacen compañía en su casa. Casi todos tienen nombres de valores. Les puso así, dice, porque ha leído varios libros de superación y autoayuda: “Esto es difícil, usted no se imagina. Me pongo muy triste cuando los doy en adopción porque son mis compañeros. Si esto fuera fácil, todo mundo recogería perros de la calle”.
Con su batallón de caninos llega sobre las dos de la tarde a este punto de la Autopista, en sentido norte-sur. Allí levanta la logística que le permite pasar casi toda la tarde bajo sol y agua. Entre dos guayabos cuelga una hamaca y amarra un pasacalles. Este reza: “Albergue Positivo: adopte un perrito rescatado de la calle”. En la pieza también aparecen los teléfonos de Jaime Alberto, sus redes sociales —se convirtió en “influencer”— y las cuentas en las que pueden apoyarlo (ver recuadro).
“Yo me tengo que pintar de mimo para darles comida a los perritos. Y eso me gusta. Pero se necesita más apoyo”. JAIME ALBERTO ZAPATA Creador de Albergue Positivo
Lo particular de este albergue es que se sostiene gracias al maquillaje que todas las tardes frota este hombre sobre su cara. La transformación en mimo no es muy complicada: basta con un pintucaritas color blanco y de una máscara colorida. Lo demás lo pone él:
la energía y la esperanza de que los tacos que allí se forman despertarán la empatía de los conductores.
Jaime Alberto decidió pintarse de mimo por primera vez hace siete años, cuando entró en quiebra y no tenía más que hacer. Entonces solo
tenía un perro. La cantidad fue aumentando y eso a las personas les causaba gracia, según cuenta. “Me daba mucha pena. La gente me decía: oiga, esos perros no son suyos, usted es un paseador de perros”.
Pero no: no era ni es quien pasea a los perros activos y regordetes que lo acompañan hasta a la Autopista, o a los que son más dormilones. Es quien los cuida, una vez los recoge de la calle. Les tiene funciones: unos ayudan a transportar las canecas para el agua, otros las del cuido y otros las pelotas con las que juegan durante las tardes.
“La gente empezó a decirme que era una labor muy bonita. Que creara un albergue. Así nació Albergue Positivo”. A los conductores no les pide plata, explica, porque creen que lo que tiene es un negocio. Les dice: “Amigo, le doy un perro en adopción, y no le cobro nada. A veces aceptan, otras me dan para el cuido”.
En redes sociales rinde cuentas sobre los apoyos que recibe. Tiene perfil en varias plataformas, en las que habla de los comederos que ha dispuesto en su barrio, la cantidad de cuido, las vacunas y antibióticos, y lo que invierte para pagar los servicios del albergue. Dedicarle la vida a los perros tiene su precio.
Le parte el corazón no poder recoger a todos los perros que se encuentra en la calle. Si bien los conductores son generosos y por redes sociales también ha recibido apoyo, los recursos son limitados. Su sueño es que más gente asuma la causa por estos animales y que haya albergues y comederos en todo Antioquia.
“Yo me tengo que pintar la cara de mimo para darles de comer a los perritos. Y eso me gusta. Lo disfruto. Ojalá que más gente apoye al Albergue Positivo”