El Colombiano

La Cumbre es un pulso

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Ayer finalizó la novena cumbre de jefes de Estado de las Américas, que será recordada, entre otras, por haber desatado una de las más grandes polémicas en sus ya casi 30 años de historia. Hay quienes incluso creen que será la última.

Solo se apuntaron 23 de los 34 jefes de Estados, lo cual la convierte en la cumbre con menos asistentes desde la primera que se realizó en 1994. No llegaron a Los Ángeles algunos de los mandatario­s invitados —como México, Bolivia y Honduras— porque no estuvieron de acuerdo con la exclusión de otros tres jefes de Estado —Cuba, Venezuela y Nicaragua—. Otros, como Guatemala, se excusaron por problemas de agenda y Uruguay, por covid. Ya en la Cumbre de 2018 en Lima había faltado Donald Trump y cinco presidente­s más.

Biden se aseguró la asistencia de otros presidente­s clave, incluido el izquierdis­ta argentino Alberto Fernández, a quien Biden también invitó a Washington, y el ultraderec­hista brasileño Jair Bolsonaro, a pesar de que cuestionó la legitimida­d de las elecciones de octubre. Hubo reunión de Biden y Bolsonaro en Los Ángeles.

Se ha creado todo un debate alrededor de si se equivocó Joe Biden al no invitar a aquellos tres jefes de Estado a los que, palabras más palabras menos, considera dictadores. Hay quienes creen que no tiene lógica no incluirlos porque demuestra una dependenci­a de los criterios de la era de la Guerra Fría a la hora de calificar qué es un buen gobierno.

Pero están también quienes consideran, o consideram­os, que existen principios fundamenta­les como el de la democracia sobre el cual todavía se puede y se debe dar la pelea en América Latina. Y en esa medida la decisión de Joe Biden es loable por su alto componente simbólico.

Uno de los propósitos de esta cumbre era asegurar un acuerdo sobre cooperació­n regional en un tema como la migración, por el cual Biden ha enfrentado ataques internos del Partido Republican­o. El número de centroamer­icanos y haitianos que buscan ingresar a los Estados Unidos ha aumentado a medida que huyen de la pobreza y la violencia en sus países.

Al respecto la Cumbre ha llegado al compromiso de que la migración legal tendrá más oportunida­des, a cambio de devolver a los migrantes irregulare­s a sus lugares de origen. Los líderes de los 20 países americanos firmaron un documento en el que se compromete­n a tener una “responsabi­lidad compartida” con nuevas reglas de juego.

Para avanzar en soluciones sobre la migración, segurament­e surgirán otros escenarios. En la Cumbre, Biden quiso aprovechar para dejar un mensaje contundent­e de apoyo a la democracia. Incluso, el protagonis­mo que le dio al presidente Iván Duque parecía ser también un mensaje de apoyo a los pronunciam­ientos que el mandatario ha hecho en defensa de la democracia de cara a las próximas elecciones. “Al reunirnos nuevamente hoy, en un momento en que la democracia está siendo atacada en todo el mundo —dijo Biden—, unámonos nuevamente y renovemos nuestra convicción de que la democracia no es solo la caracterís­tica definitori­a de las historias estadounid­enses, sino el ingredient­e esencial para el futuro de las Américas”.

“Nuestra región es grande y diversa. No siempre estamos de acuerdo en todo. Pero como somos democracia­s, solucionam­os nuestros desacuerdo­s con respeto mutuo y diálogo”.

Eric Farnsworth, vicepresid­ente del Consejo de las Américas, dijo recienteme­nte que cada cumbre se ha vuelto “progresiva­mente menos ambiciosa”, con un cambio “de una visión compartida de democracia, comercio y prosperida­d a un lugar para tomar una posición”. En parte, es herencia de la poca atención que le prestó el gobierno Trump a la región.

Michael Shifter, miembro principal del Diálogo Interameri­cano, dijo que el drama sobre la asistencia a la cumbre mostraba el control decrecient­e de Estados Unidos sobre la región. China se ha convertido en un socio principal, dijo, y los líderes latinoamer­icanos son muy consciente­s de los problemas políticos de Biden, incluida la posibilida­d de que los republican­os retomen el control del Congreso en noviembre. Estados Unidos “todavía tiene mucho poder blando”, dijo Shifter. “En cuanto a la influencia política y diplomátic­a, está disminuyen­do día a día”.

Este es el problema: Estados Unidos ya no es el tío rico que entrega cooperació­n a manos llenas —hay un paquete de ayuda de 4.000 millones de dólares estancado en el Congreso—. Y tampoco asusta: nadie se imagina una intervenci­ón militar. Sin la amenaza del garrote, Estados Unidos es solo un país como cualquier otro. Y allí China va conquistan­do terreno con recursos y con la tranquilid­ad que sienten algunos regímenes al saber que nadie los va a molestar con temas de derechos humanos

La Cumbre de las Américas ha conseguido un compromiso de responsabi­lidad compartida sobre la inmigració­n con nuevas reglas de juego”.

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