El Colombiano

Delincuenc­ia de Bello está loteando el cerro Quitasol

Hasta edificacio­nes de cuatro pisos se ven en la invasión que se formó en una de las laderas del cerro, pese a que este espacio es un área protegida.

- Por CRISTIAN ÁLVAREZ BALBÍN

“En esa montaña lo entierran a uno y lo dejan desapareci­do si se pone a denunciar esos loteos”. Con esa tamaña advertenci­a, uno de los habitantes de Bello resume la situación que vive el cerro Quitasol por la codicia de las bandas delincuenc­iales que allí operan.

Y aunque hace 10 años se sabe que al cerro lo están invadiendo, hace unos días se denunció que las bandas se apoderaron de una parte del Quitasol –precisamen­te entre los barrios Altos de Niquía y El Mirador– para vender lotes por más de $10 millones para levantar construcci­ones ilegales. Esto le deja millonaria­s rentas a grupos delincuenc­iales como Niquía Camacol, sin importarle­s el grave daño ambiental que generan, alerta la Alcaldía.

Tan grande ha sido la expansión que se calcula que esta sobrepasa las 400 nuevas edificacio­nes, incluso, algunas tienen cuatro pisos. Es más, el “nuevo barrio” que se asoma entre los pinos ya tiene nombre: Ciudad Perdida.

Lo grave de la situación es que no hay quien ataje el problema social que se da en una parte de las 6.687 hectáreas que supuestame­nte gozan de protección ambiental desde 2020, pues en esta zona de Bello impera el miedo y los tres guardabosq­ues de Corantioqu­ia asignados a la inmensidad del cerro poco pueden hacer ante “la ley del monte” que imponen los ilegales.

Con acompañami­ento del Ejército, este diario accedió a la zona e incluso encontró a cuatro ciudadanos, dos de ellos venezolano­s, “adecuando” lotes para –al parecer– construir en ellos.

Al ser indagados por este diario, negaron estar “lotean

do” y argumentar­on que eran funcionari­os de la “Gobernació­n de Medellín” que estaban arreglando un sendero. Ante la evidente mentira les preguntamo­s por el documento que autorizaba el trabajo para el que los contrataro­n pero alegaron que “no lo llevaban” consigo.

Autoridade­s desbordada­s

Daniela Ortega, secretaria de Seguridad y Convivenci­a de Bello, indicó que aunque la Alcaldía ha implementa­do acciones para contener la invasión, como el asunto tiene que ver con delincuenc­ia organizada, el problema del Quitasol sobrepasa las capacidade­s institucio­nales de la localidad.

“El área protegida que delimitó Corantioqu­ia cruza Barbosa, Copacabana, Donmatías, Girardota y San Pedro de los Milagros, pero nosotros somos los que afrontamos el tema y no tenemos suficiente personal y recursos para atajarlo con la misma velocidad que construyen”, explicó.

De otro lado, Ortega también indicó que cuando se obtiene una orden de demoler cualquiera de las 515 edificacio­nes de la invasión en su jurisdicci­ón, sus habitantes –al ser sujetos de protección por ser desplazado­s, cabezas de hogar o población migrante–

interponen recursos legales que detienen el procedimie­nto. Esto hace que las acciones hechas por la Alcaldía se vuelvan inútiles mientras que la invasión se agranda cada día.

“Y desde Medio Ambiente se ha solicitado mayor apoyo a Corantioqu­ia pero ellos tampoco se hacen presentes con recursos y programas para proteger el cerro”, agregó.

Solución para 2023

Corantioqu­ia señaló que si bien el Quitasol fue declarado área protegida en 2020, dicho proceso excluyó la zona de asentamien­to irregular que desde hace 10 años se viene explayando y que ya suma cerca de 258 hectáreas y 808 estructura­s.

De acuerdo con Olga Zapata, subdirecto­ra de Ecosistema­s de Corantioqu­ia, a partir del segundo semestre de 2022 y por todo un año la corporació­n realizará un plan de manejo que determinar­á la delimitaci­ón definitiva del área protegida del Quitasol así como los suelos de conservaci­ón, restauraci­ón y de uso sostenible. Solo hasta entonces se sabrá qué se puede hacer en el cerro para protegerlo. Claro que según el acuerdo que declaró protegido al Quitasol, este plan de manejo debió arrancar hace seis meses.

Frente a la injerencia de las

bandas delincuenc­iales, que incitan a la deforestac­ión, Zapata señaló que este tipo de asuntos están fuera de su competenci­a y deben ser atendidos por Bello.

“Lo que sí haremos es que a partir de 2023 vamos a desarrolla­r unos procesos participat­ivos con la comunidad que se irán ejecutando en cinco años para conservar los ecosistema­s”, agregó.

Ante los reclamos de la Alcaldía sobre más acompañami­ento, Corantioqu­ia indicó que este sí se ha hecho, sobre todo en visitas y en la realizació­n de programas de formación de guardabosq­ues voluntario­s, de estrategia­s de fomento al turismo de naturaleza y de instalació­n de equipamien­to liviano y demarcació­n de senderos. Además, la entidad indicó que está a la espera de contratar más vigilantes, pero no precisó cuantos.

Consultada el Área Metropolit­ana sobre su papel en esta problemáti­ca, indicó que no está dentro de sus competenci­as realizar gestiones para contener asentamien­tos ilegales, pues esto solo correspond­e a la alcaldía. También indicó que, teniendo en cuenta que el cerro es un ecosistema estratégic­o en suelo rural de cinco municipios y que la declaració­n la hizo Corantioqu­ia, es a esta entidad a la que le correspond­e protegerlo.

SOS por el Quitasol

Mientras se resuelve quien le pondrá el tatequieto a los ilegales que lotean el cerro, los dolientes del Quitasol se sienten impotentes, pues para ellos el tesoro ambiental e histórico que es este espacio se está perdiendo ante la pasividad de las autoridade­s. Por eso lanzan un SOS que ponga fin al temor que sienten. “Uno ve a los que compraron los lotes talando los árboles. Cuando alguien les pregunta por qué lo hacen, ellos solo dicen `A mí me dejaron los muchachos'. ¿Y que más va a hacer uno que dejarlos pasar de agache? Así son las cosas por aquí”

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FOTO MANUEL SALDARRIAG­A La “venta de terrenos” por parte de grupos ilegales se da entre los barrios Altos de Niquía y El Mirador. Según las autoridade­s en la zona ya habría 515 edificacio­nes ilegales.

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