EL SENADOR APUESTA POR UN PAÍS CON MENOS DESIGUALDAD
Gustavo Petro quiere hacer un revolcón del sistema. Su plan para los próximos cuatro años es ser un presidente reformista, pues tiene en mente tramitar reformas “profundas” en materia fiscal, pensional, educativa, laboral y agraria, con el fin de reducir las brechas de desigualdad en el país y aumentar los subsidios del Estado a grupos poblacionales como adultos mayores, madres cabeza de familia y ciudadanos en condición de pobreza extrema.
El aspirante presidencial tiene claras cuáles son las primeras acciones que implementaría en su eventual gobierno desde el 7 de agosto. Primero pondría en marcha acciones económicas para luchar contra el hambre, lo segundo que tiene en mente es contratar una comisión internacional para investigar los grandes casos de corrupción del país, y lo tercero frenar todos los pilotos para hacer fracking.
Dentro de ese plan reformista –que a muchos asusta–, Petro busca hacer una tributaria para recaudar $50 billones anuales quitándoles exenciones a los 4.000 más ricos. Con esos impuestos tiene previsto aumentar el gasto en asistencialismo, financiando un subsidio mensual de $500.000 para ancianos sin pensión y madres cabeza de familia.
Además, dice que su gobierno garantizaría la cobertura gratuita en las universidades públicas, y asegura que el Estado le dará trabajo formal a todo aquel que no logre emplearse en el sector privado, lo que implicaría un aumento mayor del gasto público.
En materia de extracción minero-energética dejará de firmar contratos de extracción petrolera, lo que implicaría un freno a la principal fuente de ingresos del Estado, y frenaría la extracción de carbón para abrir en su lugar granjas solares. También restablecería las relaciones con Venezuela.
Entre los nombres que tiene para posibles altos cargos se destaca el de Rudolf Hommes (ministro de Hacienda), Alfonso Prada (jefe de gabinete), Juan Daniel Oviedo (director del DANE), y Luis Gilberto Murillo (embajador en Washington)