María Lucelly Castañeda, entre libros y balones
“Esta corporación nació hace 33 años como escuela de fútbol. Nació exactamente en 1988. Fuimos lo que quedó de un grupo juvenil que tenía la parroquia. El primer grupo juvenil se terminó y entonces de ahí salió un grupo de personas que pensó: “Bueno, ¿y ahora qué hacemos?” Entonces dijimos: “Bueno, vamos a empezar a atraer a los niños con el deporte. Y en paralelo hacíamos con ellos talleres de sexualidad, de promoción de lectura, talleres de varias cosas. El nombre Giralsol lo escogimos en la sala de mi casa. El girasol busca la luz del sol y ofrece un aceite saludable. Queríamos eso: salud y conocimiento para los niños.
Quisimos ayudar un poquito en el proceso de formación de los niños, sacarlos de la calle, tenerlos ocupados, que su tiempo libre lo ocuparan de una manera más positiva. En 1994 le dijimos a la entonces directora de la Casa de la Cultura que la comunidad necesitaba una biblioteca, no teníamos una. Ella nos dijo: “ustedes ya están listos, ya no tengo que inventarme nada porque ya ustedes tienen su grupo”. El rector del colegio nos prestó este espacio, el salón de allá para que montáramos la biblioteca y empezamos a hacer la publicidad en la comunidad. Montamos una comparsa. La gente comenzó a donar libros: todo el mundo iba, llevaba los li
bros viejos que tenían en la casa. La mayor parte de los libros que nos llevaron era para reciclar. La biblioteca José Felix Restrepo nos ayudó, nos puso un funcionario de la biblioteca que nos ayudó a hacer el descarte porque nosotros no sabíamos nada de bibliotecas. Yo era secretaria, pero de bibliotecología, nada.
Entonces ellos nos dieron toda la asesoría inicial. Con lo que vendimos de reciclaje, arreglamos el salón, lo pintamos y la universidad EAFIT regaló unas sillas, unas mesas y el médico de la universidad regaló su computador personal con la biblioteca Encarta. Entonces el material de consulta de nosotros era
esa enciclopedia y una enciclopedia que le compramos al Círculo de Lectores, que era muy buena.
El viernes hay dos grupos de manualidades que son de presupuesto participativo y cada grupo tiene 24 personas. A las clases de baile vienen 18 o 20 personas. En el grupo de óleo son más o menos 12 personas las que están viniendo. Y en el grupo de teatro con los niños tenemos más o menos 15 niños, porque la idea que tenemos este año es montar una obra. Trabajamos para llevar la obra al Festival de Teatro de Envigado.
A uno le preguntan a veces cómo creo que ha impactado la biblioteca en el barrio. Cuando empezamos la biblioteca teníamos buena relación con unas profesoras y ellas traían a los niños aquí a la hora del cuento. Dos de esas profesoras estaban haciendo un trabajo de investigación en la Universidad de Antioquia sobre el perfil de los estudiantes del colegio Salado. Se dieron cuenta que la mayoría de los muchachos pensaba en salir del colegio para ser taxistas y las muchachas en trabajar como cajeras. Después de varios años de la biblioteca, muchos de los muchachos que venían han llegado a la vida profesional. Yo digo que de alguna manera la biblioteca ayudó a cambiar el chip porque uno de los objetivos era mejorar la calidad de educación de la zona. De alguna manera hemos ayudado a ampliar a las aspiraciones de la gente del sector”.