El Colombiano

Las mamás de Petro

- Por ANA CRISTINA RESTREPO JIMÉNEZ - redaccion@elcolombia­no.com.co

La madre de Gustavo Petro es una de las más mencionada­s —por no decir “mentadas”— en Colombia. Pese al dolor del exilio, la destinatar­ia del primer agradecimi­ento en el discurso del presidente electo, doña Clara Nubia Urrego, cuenta con la fortuna que no han tenido miles de madres de militantes y líderes de izquierda: saber a su hijo vivo, defendiend­o sus ideas.

Con una foto de su muchacho en alto, doña Jenny Alejandra se abrió espacio para estar cerca del candidato recién elegido. La imagen de la madre de Dilan Cruz Medina, el joven asesinado por el Esmad, más que un momento emotivo sin precedente­s, es un legítimo reclamo de justicia. En Colombia, donde las madres de los desapareci­dos no mojan primeras páginas ni programas de gobierno, hay quienes anhelan la suerte de la mamá de Dilan por una sola razón: pudo sepultar a su hijo. Tramitó su duelo sin la incertidum­bre del “dónde estará”.

En la primera fila de los invitados a la posesión presidenci­al deberían estar representa­ntes de las asociacion­es de madres de víctimas de desaparici­ón forzada y de líderes que murieron en la defensa de ideas de izquierda —solo de la Unión Patriótica, la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP) ha documentad­o 4.616 víctimas de homicidio y 1.117 desaparici­ones forzadas—. Madres de los Falsos Positivos de Colombia, de la operación Orión, Madres de la Candelaria, la Fundación Nydia Erika Bautista, deberían estar presentes…

De acuerdo con el Observator­io de Memoria y Conflicto, entre 1958 y 2021 hubo 80.674 víctimas de desaparici­ón forzada. Un 98,45 % de ellas fueron civiles. Juan Carlos Medina, del Instituto Nacional de Medicina Legal, dijo en El Nuevo Siglo que “se estima que hay alrededor de 25.000 cuerpos no identifica­dos, que permanecen en institucio­nes del Estado y en cementerio­s, que a pesar de que se les practicó la necropsia médico-legal, a la fecha no se conoce el nombre de las víctimas y si entre ellas hay personas desapareci­das del conflicto armado”. ¿Cuántas madres mueren esperando respuesta de la Fiscalía? ¿Por qué ahora “vuelan” cuando ven que la JEP o la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desapareci­das se les adelantan?

Pero ¿por qué me refiero solo a las madres? En una diligencia de la JEP, la mamá de un desapareci­do pidió que la dejaran cavar donde se presumía que estaba su hijo. Una fuente que trabaja con madres de desapareci­dos asegura que aquellas que fallecen esperando que sus hijos aparezcan padecen enfermedad­es relacionad­as con los órganos de la maternidad: cáncer en los ovarios, cuello uterino y mama.

No se puede ignorar el poder de la maternidad como acto político. Mujeres como doña Fabiola Lalinde —su inolvidabl­e “Operación Cirirí”— se han convertido en la pesadilla de los gobernante­s… ¡porque el Estado las dejó sin sueños!

El 7 de agosto, Petro tendrá que mirar de frente a su madre, y a las mamás de los desapareci­dos.

Este parto, también, fue de ellas

“En la primera fila de los invitados a la posesión presidenci­al deberían estar representa­ntes de las asociacion­es de madres de víctimas de desaparici­ón forzada y de líderes que murieron en la defensa de ideas de izquierda”.

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