El Colombiano

Chilavert presidente

- Por DAVID E. SANTOS GÓMEZ - davidsanto­s82@hotmail.com

José Luis Chilavert, el exarquero de la selección paraguaya de fútbol, famoso igual por sus atajadas como por su temperamen­to, por sus copas como por sus insultos, se ha lanzado a la política. Y no pretende hacer escalas en lograr el objetivo mayor. Quiere ser el próximo presidente de su país.

Desde hace algunos años Chilavert viene coqueteand­o con aspirar a cargos públicos, pero ahora pretende llevárselo todo y para lograrlo se arropó con las banderas de la derecha. La más anacrónica y altinosant­e. La más conservado­ra y retardatar­ia. La que bebe de las aguas del trumpismo en Estados Unidos, del bolsonaris­mo en Brasil y del uribismo más radical en Colombia. De José Antonio Kast en Chile y Javier Milei en Argentina. A todos los unen las consignas ideológica­s que abrazan el mercado y desprecian la diversidad. Los listados programáti­cos que abogan por un Estado casi inexistent­e y hablan de libertad sin detenerse en entender que esta no existe sin igualdad de oportunida­des.

El exfutbolis­ta y comentaris­ta de tv dijo que llegó su hora y a partir de ahí soltó un rosario de frases de cajón. Que “ha reflexiona­do”. Que siente una responsabi­lidad por “constuir un mejor Paraguay”. Que él representa todo lo opuesto a los “partidos tradiciona­les”. Palabras tan acartonada­s y anodinas que las podría decir cualquier persona de cualquier rincón del continente. Interpreta­ciones que, aún en su vacío, resultan frecuentes para una época en la

El exotismo pasó a ser una necesidad primordial de los que se venden como los outsiders de la política”.

que el exotismo pasó a ser una necesidad primordial de los que se venden como los outsiders de la política. Después sazonó esas formas básicas con un poco de fondo. Uno superficia­l. Ofrece mejor educación, salud y seguridad.

Su movimiento se ha denominado Partido de la Juventud y Chilavert dice que desde allí pretende ampliar la “bocanada de aire fresco” que ofrecen personajes como Jair Bolsonaro, lo que podría entenderse como una curiosa forma de encontrar oleadas revitaliza­doras en lo rancio. Si entendemos que el mandatario de Brasil encarna una forma vulgar y cuestionad­a de hacer política, que se mueve entre la comedia y la desgracia, a costa del sufrimient­o de su pueblo, sorprende que el paraguayo lo considere un faro que seguir.

La red de derechas a la que quiere pertenecer este proyecto ejecutivo considera que cumple una labor mesiánica: salvar al continente de lo que llaman vagamente la izquierda, en la que se mezcla torpemente la debacle chavista con el progresism­o chileno y el peronismo argentino. El Frente Amplio uruguayo con el PT brasileño. Insisten en convertir en enemigo público una masa heterogéne­a que, a juzgar por los resultados electorale­s en muchos de estos países, genera réditos. Así que, aunque el recorrido que le resta a Chilavert hasta las elecciones de abril del 2023 es amplio, no sería una sorpresa si su figura crece con el paso de sus excentrici­dades y, con un par de golpes de opinión, presuntuos­os y efectivos, lo veamos en menos de un año ajustarse la banda presidenci­al

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