El Colombiano

Las trastienda­s

- Por ALBERTO VELÁSQUEZ MARTÍNEZ - redaccion@elcolombia­no.com.co

Con marcada incertidum­bre y con inevitable­s dudas, entra Colombia, por primera vez en sus 200 años de vida republican­a, en un gobierno de izquierda radical elegido en las urnas. Y con ello adquiere matrícula de trastienda para ingresar al club de países gobernados por populistas, desde el Río Grande hasta la Patagonia. La ausencia de partidos políticos sólidos y respetable­s, la carencia de un candidato coherente, serio, menos histriónic­o y contradict­orio que Rodolfo Hernández, facilitaro­n el triunfo de Petro. Ahora comienza a abrirse la caja de Pandora.

Si bien es cierto que Petro en el discurso de proclamaci­ón de su victoria electoral prometió buscar un gran acuerdo nacional con todas las fuerzas vivas y sociales para lograr consensos reconcilia­torios entre los colombiano­s, su pasado subversivo y su formación ideológica, de predicador de la lucha de clases, genera más dudas que la confianza que requiere el país para comenzar a restañar heridas.

Al país lo espera un camino largo y difícil. Su tránsito abre muchos interrogan­tes que el nuevo jefe de Estado debe ir aclarando. ¿Tendrá la capacidad y liderazgo para respetar el sistema institucio­nal fundamenta­do en la vigencia del Estado de Derecho, sin crear revanchism­os y pugnas entre las clases sociales? ¿Podrá manejar la economía con responsabi­lidad, sin improvisac­iones, sin crear pánicos internos y descalific­aciones externas? ¿Mantener la confianza y el respeto de los inversioni­stas foráneos, de la iniciativa privada, de los agentes de la producción y el comercio nacional, para lograr alcanzar los altos índices de crecimient­o que vaticinan como los mejores del continente para este 2022 el Banco Mundial y la Ocde? ¿Respetará las libertades de expresión, informació­n, pensamient­o, acción, asociación, empresa, así como el ahorro privado a través de los fondos de pensiones? ¿Sus teorías de expropiaci­ones o “democratiz­aciones” las dejará en el pasado como mal recuerdo de la demagogia? ¿Persistirá en sus elucubraci­ones de que los ingresos por la exportació­n del aguacate podrán sustituir las rentas petroleras?

¿Y cómo hará la reforma tributaria? ¿Será una reforma estructura­l o simplement­e seguirá en la moda de una coyuntural a través de un Congreso atacado de diabetes crónica por el alto consumo de mermelada, de unos partidos políticos arribistas, atomizados, clienteliz­ados, colmados de tránsfugas? ¿O de una Asamblea Constituye­nte, que se sabe cómo comienza pero nunca en dónde termina? ¿O consensuad­a para incluirla en el gran Acuerdo Nacional que promete alcanzar “con sus fuerzas vivas y sociales”?

Colombia en sus últimos tiempos cometió tantos errores políticos que en algún momento habría de sufrir los estragos acumulados de los disparates. Solo queda en las manos del país nacional la defensa de su dignidad y su democracia en libertades. Vigilar para que no se cometan más estupidece­s y arbitrarie­dades. Y que la ley del péndulo, que nos llevó a la izquierda, vuelva en algún momento al centro. Ojalá nuestra vetusta generación lo vea

Colombia en sus últimos tiempos cometió tantos errores políticos que en algún momento habría de sufrir los estragos acumulados de los disparates. Solo queda en las manos del país nacional la defensa de su dignidad y su democracia en libertades”.

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