El “Arriero” desterró los egos y unió a Nacional
A pesar de la alta inversión que hizo en sus nóminas y en los entrenadores que lo dirigieron en campañas recientes, varios de ellos con amplio recorrido como Paulo Autuori, Juan Carlos Osorio y Alexander Guimaraes, Atlético Nacional tuvo que esperar 4 años para estar de nuevo en la final de la Liga. Después de junio de
2018, cuando guiado por el argentino Jorge Almirón perdió el campeonato con el Tolima, el mismo rival de hoy, el club verde entró en una etapa con más errores que aciertos administrativos y técnicos que extraviaron su norte.
Para reencontrar el camino, el equipo antioqueño, que también tiene la posibilidad de dejar atrás la sequía de títulos de Liga que ya ajusta 5 años (el último fue en 2017-1 con Reinaldo Rueda), solo se necesitó que la dirigencia, más por necesidad que por convicción, permitiera que Hernán Darío Herrera, un hombre de la casa, ídolo de la afición, transparente y de origen campesino, de lo cual se enorgullese, volviera a demostrar su capacidad como estratega, al igual que lo hizo en 2018 al coronarse, como técnico encargado, campeón de la Copa Colombia.
El “Arriero”, descomplicado y sencillo, sin frases rebuscadas ni tecnicismos que han hecho carrera en el fútbol colombiano, supo unir el grupo, desterrar los egos y “recuperar la familia verde” como ahora todos pregonan. La oportunidad que se presenta de volver a gritar campeón es inmejorable y debe ser aprovechada por los jugadores, a quienes la afición ha rodeado de cariño; lo que se vive alrededor del equipo hace evocar las épocas de gloria. Es el momento de que cada uno ponga jerarquía en la cancha, y haga realidad lo que ellos llaman el “orgullo de portar la verde”. Eso permitirá mantener la ventaja tras el 3-1 en el Atanasio, ante un rival orientado por otro estratega criollo con sabiduría. Salir campeón no solo representaría un triunfo de Nacional, sino un premio para el fútbol antioqueño que, como lo demuestran las cifras, tiene la mejor afición de Colombia.