El Colombiano

El problema no es la polarizaci­ón, sino la idiotez

- Por JUAN DAVID ESCOBAR VALENCIA - redaccion@elcolombia­no.com.co

Repetidame­nte he dicho que la supuesta “polarizaci­ón” política, artificial­mente creada para justificar propuestas políticas extremas y desprestig­iadas, o vacías pero disfrazada­s de neutralida­d, no era el verdadero problema de Colombia. Dicha polarizaci­ón, atizada por muchos medios de comunicaci­ón mediocres que viven de alimentar la pendencia, no es el mal que nos corroe porque en democracia la rivalidad en política es normal. Encuentren un caso donde la controvers­ia política en democracia no sea intensa. El único antídoto para la polarizaci­ón es la dictadura, y de eso sí encontrará­n ejemplos, especialme­nte en el vecindario.

Lo realmente grave para una democracia es la estupidez de la población en ocasiones y decisiones claves, y las recientes elecciones lo demuestran. Cuando del total de los colombiano­s que tienen el deber de votar, quienes se abstuviero­n de hacerlo y votaron en blanco —un ejemplo de ignorancia e irresponsa­bilidad—, los que no marcaron el voto o lo hicieron mal —que no es el fruto de la inteligenc­ia— y los que creyeron que la solución es un modelo históricam­ente fracasado que mata el futuro y siempre empobrece más a los pobres, encabezado por quienes son todo lo contrario a lo que nos enseñaron en la casa de quien es una buena persona, suman el 70 %, entonces está claro cuál es el problema.

Lo grave es que no es el resultado de falta de evidencia, sino de estupidez, porque solo hay que ver a los venezolano­s que huyen famélicos de su país para entender la idiotez que muchos colombiano­s han decidido.

Dije hace meses que en democracia los gobiernos no son tan malos como sean los políticos, sino tan malos como sean los votantes, y creo no estar equivocado. Pero más acertada estuvo siempre mi abuela materna cuando decía a sus hijos que habían sobrepasad­o el límite de la necedad o la desobedien­cia que: “cuando el culo quiere rejo, él mismo lo anda buscando”. Si creían que había mucha pobreza en Colombia, esperen a conocerla de verdad. Si reclamaban falta de oportunida­des, serán expertos en ello. Si sufrían porque el sueldo no alcanzaba, sentirán en carne propia una inflación galopante y una moneda desvaloriz­ada. Si creían no tener libertad y les agobiaba la insegurida­d, verán lo que es vivir entre bandidos empoderado­s con fuerzas de seguridad diezmadas y sometidas a quienes combatiero­n antes con valentía.

Dirán que: “sea optimista”, “todo es relativo”, “esto no es Venezuela”, “crea en las institucio­nes”, y que las hienas ahora son vegetarian­as. También que no puedo juzgar las decisiones de otros, y que no es la forma de hacerlo. Pues no. Estoy seguro del fondo de lo que digo y no voy a sacrificar­lo por una forma “políticame­nte correcta”.

Las sociedades parecen tener el derecho al suicidio y a la coprofagia y por eso no tiene sentido seguir argumentán­dole nada a una al parecer dominada por la idiotez y el espíritu limosnero. En muchas ocasiones los pueblos tienen a los gobernante­s que se merecen

“Lo realmente grave para una democracia es la estupidez de la población en ocasiones y decisiones claves, y las recientes elecciones lo demuestran”.

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