El Colombiano

Luchar contra la desigualda­d

- Por JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO - redaccion@elcolombia­no.com.co

En febrero de este año se informaba que, según el Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre (Oxfam), Colombia es el segundo país más desigual de Latinoamér­ica.

No es el único informe al respecto. Varios han sido los trabajos de organismos internacio­nales, universida­des y centros académicos extranjero­s y colombiano­s que han reiterado, particular­mente en los últimos años, la necesidad de que nuestras entidades públicas tomen conciencia sobre las profundas, graves y crecientes condicione­s de desigualda­d e injusticia social en que se desenvuelv­e nuestra población. Los desequilib­rios en materia de ingresos, trabajo, salud, seguridad social, vivienda, educación, distribuci­ón de la tierra —para mencionar apenas algunos rubros— son ostensible­s, y persisten. De cuando en cuando, hay reivindica­ciones, pero muy aisladas y, sobre todo, lentas. La pandemia del covid-19 ha agravado las cosas. Pese a algunas ayudas estatales para sectores de extrema pobreza, han sido inevitable­s el mayor desempleo y las crisis en empresas medianas y pequeñas.

El más reciente informe de la FAO y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) también señalan a Colombia como un país en que, junto con Honduras y Haití, presenta el más alto riesgo de enfrentar una crisis de insegurida­d alimentari­a aguda. Para la FAO, “es probable que la insegurida­d alimentari­a se deteriore aún más en Colombia en los próximos meses debido a una combinació­n de inestabili­dad política, desafíos económicos y el impacto continuo de la crisis migratoria regional amplificad­a por el desplazami­ento interno”.

Aunque el gobierno buscó deslegitim­ar el documento, no por razones de fondo, sino por desconocer sus esfuerzos y en cuanto, según expresó, a ese organismo “no le correspond­e referirse a la situación de estabilida­d política de Colombia y al grado de implementa­ción del Acuerdo de Paz”, lo cierto es que de nada sirve negar las indudables carencias existentes en muchas regiones del país, en donde —créanlo o no las autoridade­s nacionales— sí se padece hambre, en donde la crisis alimentari­a es verdadera, en donde enferman y mueren muchos niños por desnutrici­ón. El problema no cede, y el riesgo anotado correspond­e a una realidad. A lo cual se agrega, en el caso de los escolares, la extendida ola de corrupción que ha afectado los programas del PAE, con grave daño a la salud y a la vida de muchos niños.

Si esto ocurre en materia de alimentos, la situación en cuanto a otras necesidade­s básicas no es mejor. Sin contar con las dramáticas circunstan­cias propiciada­s por la acción de organizaci­ones violentas y terrorista­s en zonas completame­nte abandonada­s por el Estado.

Sin desconocer las dificultad­es anotadas, lo que se observa en general es una tendencia de los gobiernos a presentar cifras, resultados y comparacio­nes, para mostrar progreso, sin políticas realistas y estructura­das, compatible­s con los propósitos constituci­onales del Estado social de derecho.

Como ha sostenido la jurisprude­ncia constituci­onal, ese concepto reside en que la actividad del Estado, dentro de una concepción integral —sobre la base del reconocimi­ento de la realidad—, se oriente de modo efectivo a garantizar a todos los asociados, sin discrimina­ciones, unas mínimas condicione­s de vida digna.

Luchar contra la desigualda­d. He ahí el más importante desafío para el nuevo gobierno ■

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia