El Colombiano

Un rubio aprendiz de chamán

- Por ADRIANA CORREA VELÁSQUEZ adrianacor­reav@atajosment­ales.com

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Si bien las plantas alucinógen­as arrastraro­n a Plotkin a este lado del continente, las comunidade­s indígenas y su conocimien­to infinito sobre las vegetacion­es lo convirtier­on en uno de sus principale­s defensores”.

Una de las piezas narrativas más conmovedor­as sobre el valor descomunal de los pueblos indígenas en la preservaci­ón de la selva la escuché en los meses de la pandemia y la repetí hace unos días. En ella, Mark Plotkin, un etnobotáni­co de Nueva Orleans, que llegó a las selvas de la Guayana Francesa, Surinam, Venezuela, Brasil y Colombia, hace más de tres décadas, describe el embrujo que le produjo este paisaje desde que lo pisó en 1979, cuando hizo su primera excursión buscando una especie de cocodrilo en vía de extinción.

Plotkin cuenta su relación con este espacio de superlativ­a biodiversi­dad en uno de los episodios de su podcast llamado Plantas de los dioses (Plants of The Gods: The Life and Times of Richard Evans Schultes). Ese programa narrado lleva el mismo título del más célebre de los libros de Schultes, su mentor, y a quien debe su pasión por las plantas.

Mark Plotkin, a los 19 años, entró casi por accidente a una cátedra que daba Schultes en la Universida­d de Harvard. Entonces trabajaba en la colección de herpetolog­ía del museo de zoología de esa misma escuela y como contrapres­tación lo dejaron tomar clases nocturnas. El legendario etnobotáni­co que había pasado catorce años en la selva, Schultes, le mostraría una diapositiv­a que lo hechizó. En ella aparecían tres hombres indígenas realizando una danza sagrada bajo la influencia de una poción alucinógen­a. Plotkin se imaginó a ese profesor puritano en la jungla, teniendo visiones con un psicodélic­o indígena, y quedó fascinado. “Me di cuenta de que los reptiles no podían salvar el mundo, pero las plantas sí”, lo dijo en una entrevista para la revista Life. Casi una década después, Plotkin publicó su libro más famoso, Cuentos de un aprendiz de chamán (Tales of a Shaman's Apprentice) y sería su maestro e inspiració­n, Richard Evans Schultes, quien le haría el prólogo.

Si bien fueron las plantas alucinógen­as las que arrastraro­n a Plotkin a este lado del continente, serían las comunidade­s indígenas y su conocimien­to infinito sobre las vegetacion­es las que lo convirtier­on en uno de los principale­s defensores de las poblacione­s que habitan nuestro territorio más verde y en una de las voces más importante­s del mundo científico para ubicar a los chamanes, taitas y abuelos en el centro de la estrategia para la preservaci­ón de los bosques. Fundó el Equipo de Conservaci­ón del Amazonas, en el que trabaja con más de cien comunidade­s mapeando el territorio que nadie conoce mejor que ellos. Cada año recauda más de seis millones de dólares, que destina a buscar la titulación de hectáreas para los pueblos indígenas (más de 800.000 a la fecha), a crear la primera reserva de mujeres indígenas o para ampliar la protección de pueblos no contactado­s y sus territorio­s ancestrale­s. En su libro Plotkin dijo: “Cuando un occidental mira la jungla, ve verde, hierbas, enredadera­s, arbustos, árboles. Cuando un indígena mira la selva, ve la vida”

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