El Colombiano

Nocaut al sueño de “El Guerrero”

El boxeador Quiñones quería ser profesiona­l. Estuvo en estado de coma inducido varios días.

- Por BRANDON MARTÍNEZ GONZÁLEZ

Luis Quiñones era sencillo, trabajador y disciplina­do. Tenía 25 años, de los cuales los últimos cinco se los había dedicado a intentar ser boxeador profesiona­l. Por eso dejó Barrancabe­rmeja, su tierra natal, para radicarse en Barranquil­la, en donde conoció a Miguel “El Ñato” Guzmán, que fue su entrenador y una de las primeras personas que lo socorrió el día en que sufrió el golpe que le causó la muerte.

“Soy un boxeador que va a llegar a ser campeón del mundo, porque esa es mi meta, es mi sueño. Estoy trabajando muy duro por él. He hecho muchos sacrificio­s, estando lejos de la familia, lejos de mis padres. No tengo hijos, ni mujer y estoy muy enfocado en lo que es este deporte, ya llegará la indicada. Estoy muy concentrad­o y trabajo todos los días”, le dijo hace unos meses Quiñones a BDC Boxing.

El santandere­ano era de estatura mediana, cuerpo fornido, con músculos marcados y piel blanca.

Su rostro tenía una marcada expresión de nobleza, contrario a la de la mayoría de pugilistas, que suelen mostrarse duros, intocables, invencible­s. Luis sonreía cada vez que ganaba una pelea, tal vez porque recordaba que, cuando inició en este deporte sus familiares no querían que lo hiciera.

Pues no estaban de acuerdo con que peleara cuando empezó porque les daba miedo que le dieran un mal golpe, pero con el paso del tiempo, y al ver que era tan bueno lo comenzaron a apoyar, al punto de que en su casa estaban contentos porque iba a competir por un título nacional. Y estuvo cerca de lograrlo, porque cuando lo sacaron del cuadriláte­ro en camilla , iba ganando el enfrentami­ento.

La pasión que sentía por el deporte hacía que se entrenara lo mejor posible todos los días, que comiera bien, que durmiera temprano, que se

predispusi­era para ser exitoso en el boxeo. Se decía que estaba entre los prospectos colombiano­s que formarían parte del equipo nacional de pugilistas que participar­ían en los Juegos Olímpicos París 2024.

Y tenía razones de peso para lograrlo, pues ganó todas las peleas que había disputado hasta el sábado 24 de septiembre. Seis de los 10 combates en los que triunfó se los llevó luego de noquear a sus oponentes. Incluso iba ganando esa pelea en la que fue noqueado y que terminó siendo la última de su vida.

De “Pantallita” a “El Guerrero”

En 2019 el empresario de boxeo Jhon Hernández conoció a Luis

Quiñones. Lo vio pelear y le pareció que era un buen prospecto nacional y decidió empezar a representa­rlo. Los presentó “El Ñato” Guzmán, que era el entrenador del boxeador y amigo del representa­nte.

Hernández, según Zona Cero, fue quien le puso a Quiñones el apodo con el que era conocido entre los pugilistas: “Pantallita”, aunque no se sabe a ciencia cierta el motivo que llevó a que le pusiera el sobrenombr­e.

Había mucha confianza entre ambos. Pasaban mucho tiempo juntos, y por eso Hernández le ofreció su respaldo incondicio­nal al pugilista para que se dedicara de tiempo completo al boxeo, y hasta le ofreció que viviera en las instalacio­nes de un negocio de su propiedad.

Cuentan que desde muy pequeño le llamaban `Pantallita', pero de un tiempo para acá pidió que le dijeran ` El Guerrero' Quiñones.

En esa transición y apelando a su apodo fue que Quiñones perdió la vida. Sus últimos recuerdos fueron haciendo lo que más le gustaba en la vida.

“Yo conocí a este joven en campeonato­s nacionales del deporte, cuando él representa­ba a Santander. Era muy disciplina­do, muy calmado. Tenía muchos proyectos de vida específica­mente ligados al boxeo y miraba esta práctica como una posibilida­d de mejorar su calidad de vida y la de su familia”, comentó Abelardo Parra, presidente de la Liga de Antioquia y entrenador de boxeadores exitosos como Yuberjen Martínez.

Parra agregó que el boxeo profesiona­l colombiano tiene que empezar a pensar más en resguardar la integridad de su deportista­s para evitar más casos como este.

La vida de Quiñones, el joven que trabajaba por su sueño de ser campeón mundial, se apagó a la medianoche del jueves. Mientras tanto, tras su muerte vuelve a discutirse si el boxeo es un deporte que se debe disputar sin protección

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