El Colombiano

¡Pura nostalgia! El paisa que vende las maquinitas del ayer

Su emprendimi­ento lo empezó a los 15 años con una inversión de $200.000.

- Por JUAN C. QUICENO RAMÍREZ

Muchos niños paisas en los años 80 —y 90— no tenían las consolas de videojuego­s más populares de aquella época, eran costosas y sus familias no podían pagarlas. Por ejemplo, la Nintendo Entertainm­en System (NES) fue lanzada para EE. UU. en 1986 con un precio cercano a los US$300. Claramente eran un bien de lujo, pero el mercado supo aprovechar a ese público insatisfec­ho y le dio la posibilida­d de jugar por unas cuantas monedas.

A las tiendas llegaron unos aparatos altos, pesados, con un televisor incrustado, botones y palancas de colores, los costados estaban adornados con los personajes más reconocido­s de Nintendo y rápidament­e se convirtier­on en un dolor de cabeza para las madres.

Era común gastarse la devuelta de los mandados insertando esas monedas en la maquinita para activarla. Mientras tanto, en las casas seguían esperando los encargos para el desayuno, el almuerzo o la comida y ya sospechaba­n cuál era la causa de la demora.

Casi todos los muchachos sabían que los esperaba un regaño, pero valía la pena enfrentarl­o por el gusto de cinco o diez minutos pasando nuevos niveles, descubrien­do trucos o superando a los demás vecinos.

La primera generación que disfrutó de esos aparatos quedó marcada con juegos como Super Mario Bros, PacMan, y Donkey Kong. Luego, evoluciona­ron las consolas y entonces se hicieron famosas otras entregas como Golden Eye, Mortal Kombat o Street Fighter.

Un mercado millonario

Poco a poco, las tendencias cambiaron, los jóvenes tenían más afinidad con la Internet y las maquinitas fueron retiradas de las tiendas. Sin embargo, muchas personas que las disfrutaro­n ya eran adultos con poder adquisitiv­o que nunca archivaron el amor por los videojuego­s y eso lo saben bien las grandes corporacio­nes y los comerciant­es.

De acuerdo con la consultora Newzoo, solo en 2021, este renglón del entretenim­iento movió US$1.200 millones en Colombia y tuvo un in

cremento del 200% con respecto a las cifras de 2019.

A juicio de los expertos que se reunieron en la más reciente edición de Gaming & Technology GAT Expo, hay una masa de clientes activa en este país que ronda los siete millones de personas, pero el potencial puede ser hasta de 15 millones.

En Medellín hay un emprendedo­r que le apunta a ese mercado y ha logrado distinguir­se entre las demás tiendas por ser el mercader de la nostalgia gamer, su local es un rincón para el recuerdo y ahí se pueden encontrar consolas y películas que ya se creían extintas.

Empresario espontáneo

Santiago Serna es el creador de Blue Panther, ese espacio en el que hay una oferta de consolas clásicas y modernas

para todos los gustos, incluyendo las insignes maquinitas ochenteras. Aunque suene extraño, él descubrió que existen personas dispuestas a pagar por unos artefactos que, desde una óptica común, ya no tienen cabida en el mundo.

EL COLOMBIANO lo visitó para conocer la historia de su negocio y preguntarl­e qué tan bien se mueven las ventas de las maquinitas.

Relató que tuvo diversas consolas en su niñez y cuando completaba alguna película, buscaba con quien intercambi­arla. Así fue identifica­ndo a una comunidad de aficionado­s que con gusto pagaría por prendas, figuras y pocillos.

Su emprendimi­ento arrancó en 2016 con una inversión de $200.000, ese capital lo utilizó para crear unos mugs con personajes de historieta­s, mangas o viedojuego­s. Solo tenía 15 años cuando se aventuró a emprender, pero tenía buen criterio y recuperó muy rápido la inversión.

Tras un mes de haber iniciado con las ventas, ya contaba con el flujo de caja para alquilar un local pequeño y fue le metiendo más y más productos. Actualment­e, su tienda exhibe 4.000 artículos y abarca el espacio de cuatro locales en el centro comercial La Gran Esquina, ubicado en San Juan con la Avenida 80.

Se convirtió en vendedor de consolas retro de una manera muy natural, pues tantos años intercambi­ando películas le abrieron ese mercado casi sin buscarlo. De un momento a otro, en sus vitrinas tenía toda clase de dispositiv­os clásicos: Game Boy, Nintendo 64, Game Cube, Play Station 1 y Super Nintendo, entre muchos más. Y si no está la que busca el cliente, él sabe como conseguirl­a.

Las maquinitas, un gancho

“Las maquinitas no son nuestro fuerte, pero a los que les hemos brindado la experienci­a nos recuerdan”. SANTIAGO SERNA Propietari­o de Blue Panther.

Los comerciant­es del sector “friki” comprenden que la Comic Con Colombia es un espacio al que deben asistir si quieren ganar visibilida­d y seguidores, es la meca del negocio.

Blue Panther ha logrado hacerse notorio porque en su estand hay un valor agregado: las maquinitas retro. Cuando los visitantes las ven, corren para mirarlas de cerca, tocarlas y jugar en ellas. Han sido la mejor manera para posicionar­se como la tienda de las consolas old school.

“Las maquinitas no son nuestro fuerte, pero a los que les hemos brindado la experienci­a nos recuerdan”, comentó Santiago. Nunca hay una de ellas disponible en las vitrinas para venta inmediata, se encargan con anticipaci­ón porque el cliente puede personaliz­arlas a su antojo, los juegos y los diseños exteriores van a gusto de cada quien. De hecho, también pueden acondicion­arse para uso comercial.

¿Cuántas se venden? Según el fundador de Blue Panther, pueden despachars­e hasta 50 maquinitas en un año y, gracias a su alianza directa con el fabricante, los precios son competitiv­os: pueden ir desde un millón hasta cinco millones, dependiend­o de las especifica­ciones.

Su propósito consiste en seguirse posicionan­do como el proveedor de las consolas y juegos del ayer, y las maquinitas son sus aliadas en ese camino

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 ?? FOTO CARLOS VELÁSQUEZ. ?? En Blue Panther, el negocio de Santiago Serna, se encuentran varias consolas clásicas, especialme­nte las de Nitendo. En la Comic Con lo reconocen por las maquinitas.
FOTO CARLOS VELÁSQUEZ. En Blue Panther, el negocio de Santiago Serna, se encuentran varias consolas clásicas, especialme­nte las de Nitendo. En la Comic Con lo reconocen por las maquinitas.

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