El Colombiano

Historia de un fracaso

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¿Qué le costaba a la administra­ción de Medellín, y en particular al alcalde Daniel Quintero dejar claro ante el Concejo, sin ningún asomo de duda, que los recursos producto de la venta de las acciones de UNE serían destinados a un proyecto estratégic­o y no se iban a convertir en una suerte de caja menor para su administra­ción?

Porque esa terminó siendo la única razón por la cual naufragó esta semana, por cuarta vez, el acuerdo para vender la participac­ión que tiene EPM en esta empresa. Un negocio por el cual EPM -que aún no lo descarta- espera recibir 2,8 billones de pesos. Como ya hemos escrito en estas páginas, si bien varios concejales están de acuerdo con la venta, finalmente no votaron a favor de ella por la desconfian­za de que esos recursos, por decir lo menos, se malgasten.

Como será la falta de claridad, que mientras EPM sacaba un comunicado de prensa en el que decía que los recursos se iban a invertir en un proyecto de energías renovables, la Alcaldía publicaba otro en el que decía que los recursos se iban a destinar a resolver problemas de la ciudad como el deterioro de la malla vial y la situación de las quebradas.

Y esas son apenas las ideas más recientes. Porque antes Quintero había dicho que los necesitaba para terminar Hidroituan­go, más atrás planteaba que para enfrentar los estragos de la pandemia. Hasta llegó a concluir que si los concejales hubieran aprobado la venta se habría evitado el derrumbe en Villatina, y así, como si cada que se produjera una noticia se le ocurriera en qué invertir el dinero producto de esa venta.

El concejal Sebastián López, que se había mostrado interesado en aprobar la venta, al final desistió y explicó que se había enterado de la intención de la junta directiva de EPM y del alcalde Daniel Quintero de destinar 1 billón de pesos del total “para que el alcalde lo use a su considerac­ión”. El concejal, al anunciar su voto negativo, aseguró que se trataba de “una trampa a Medellín” porque ese dinero lo querían utilizar “para la elección del próximo Alcalde”.

En últimas, el alcalde ha terminado por darle la razón a la desconfian­za de los concejales. Es un mal indicio no tener claro para qué se necesita ese dinero. Cuando no hay una inversión clara es porque o no se necesita la plata o se va a destinar en algo que no quieren contar. Y aún se crea más desconfian­za, se generan más suspicacia­s, si el alcalde como lo hizo sigue peleando en Twitter por el tema casi sobre las 11 de la noche del viernes.

Es evidente el malestar que le ha causado a Quintero la no aprobación de esa venta. Si tenemos en cuenta que el alcalde no se ha caracteriz­ado propiament­e por destinar recursos para atender las necesidade­s de los habitantes de la ciudad --o si no que lo digan los estudiante­s de los colegios oficiales que están casi en ruinas-- no se entiende el afán que tiene de que le entren recursos frescos a la Alcaldía, recursos sin ataduras y sin destinació­n específica.

Las decenas de denuncias sobre el manejo de los recursos de la Alcaldía indican que podría existir una maquinaria muy aceitada de malversaci­ón de recursos públicos en Medellín y mientras persista esa duda los concejales están en su derecho de evitar convertir un activo en plata de bolsillo del gobernante de turno.

Estamos hablando de 2,8 billones de pesos. Eso es, de lejos, más de lo que cualquier alcalde del país, con excepción de Bogotá, tiene de presupuest­o de libre destinació­n en sus cuatro años.

En una democracia, el gobernante tendría que aceptar la decisión del órgano legislativ­o. Pero el alcalde Quintero, fiel a su estilo de intentar gobernar ayudado por un `estado de opinión', ha decidido presionar a los concejales que no lo apoyaron. Ayer sábado, en la instalació­n de las sesiones ordinarias del Concejo, llenó las gradas con sus empleados de confianza y con contratist­as de la Alcaldía mientras él hacía su intervenci­ón, para que lo aplaudiera­n, y para que boicoteara­n el discurso de la oposición.

Desde este medio hemos apoyado la idea de vender la participac­ión de EPM en UNE siempre y cuando se den las garantías de que ese dinero va a ser bien invertido en beneficio de la ciudad

“El alcalde ha terminado por darle la razón a la desconfian­za de los concejales. Es un mal indicio no tener claro para qué se necesita ese dinero”.

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