El Colombiano

Homo simbiótico

- Por DAVID ESCOBAR ARANGO* - david.escobar@comfama.com.co * Director de Comfama.

Querido Gabriel,

Creo que apareció en el último libro de la serie de la Fundación de Isaac Asimov. Era una mujer y parecía ser homo sapiens. Sin embargo, al comprender su conexión con Gaia, su planeta de origen, era evidente que tal vez fuéramos parte del mismo árbol, pero no estábamos en la misma rama. Entre ella, el planeta y sus habitantes no había separación, funcionaba­n en una asombrosa sincronía, como elementos complement­arios de un inmenso organismo vivo.

En el relato, a medida que la mujer se alejaba de Gaia y pasaban los días ingiriendo alimentos de otras fuentes y respirando aire generado por máquinas, su relación con el origen se iba desvanecie­ndo, incluso ella misma parecía difuminars­e. Estaba decayendo por desnutrici­ón material y espiritual; al dejar de contener y ser contenida por su mundo, iba dejando, poco a poco, de existir… ¿Será que conversamo­s sobre cómo reparar nuestra separación con la Tierra, sobre la falsa dicotomía entre naturaleza y humanidad?

“¿Por qué estamos en guerra con la naturaleza?”, pregunta Eric Julien, el autor francés amigo de los Kogi que recorre el mundo llevando su mensaje acerca de la necesidad de sanar la Tierra. La cultura occidental, que ve la naturaleza como recurso y supedita a las demás especies a la voluntad humana y a nuestras desmedidas demandas, es la fuente de nuestra profunda crisis ambiental. Estamos cometiendo un genocidio involuntar­io, multiespec­ie y de escala global debido a nuestra cultura de consumo desbordado.

Hace poco estuve en una formación de permacultu­ra. Al comenzar, pensé en Juan Luis Mejía cuando explica que cultura y agricultur­a están conectadas; así como cultivamos la tierra cultivamos también nuestro espíritu y el alma colectiva. Pensé que sería un programa práctico para producir alimentos de manera permanente, sin deteriorar el suelo, como lo propusiero­n sus creadores, los australian­os Mollison y Holmgren. Pero al final del primer día ya era claro que se trataba de algo más.

Hay, desde luego, técnicas de biomimetis­mo o imitación de la naturaleza que buscan una conversaci­ón armónica entre las intencione­s humanas y las intencione­s de la Vida; producir alimentos, cuidando el suelo y la vibrante diversidad que lo conforma. Sin embargo, todo parte de una pregunta más elevada: ¿Qué planeta queremos dejar a nuestros hijos y qué hijos queremos dejarle al planeta? Algunos de los principios que de allí emergen aplican para lo personal, lo organizaci­onal y lo social, son la cooperació­n en lugar de la competenci­a o dominacion, la actuación desde lo local, el pensamient­o sistémico, la inteligenc­ia colectiva y la sobriedad feliz, entre otros.

Las soluciones no provendrán de los políticos, dijo alguien experiment­ado. Somos las empresas y las comunidade­s quienes debemos actuar, luego

“Las soluciones no provendrán de los políticos, dijo alguien experiment­ado. Somos las empresas y las comunidade­s quienes debemos actuar, luego nos seguirán los políticos”.

nos seguirán los políticos. No debemos buscar, tampoco, recetas ni ideologías, que mucho se parecen, sino vías conciliado­ras para la transición. En este caso se requiere una transforma­ción más que una revolución. Es esencial encontrar caminos que sean viables y cuidadosos del frágil equilibrio social y económico de nuestro tiempo.

Inspiremos nuestra tertulia, finalmente, con la invitación del inolvidabl­e Tarik Chekchak, que de alguna manera recoge el mensaje de Asimov y de la cual podría emerger el homo simbiótico, aquel que comprende que existe solo gracias a que el resto del universo existe con él: “Nuestro objetivo debe ser reinsertar­nos en el tejido de la vida”

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