El Colombiano

Un millón de insectos disecados en un laboratori­o antioqueño

La Colección Entomológi­ca de la Universida­d de Antioquia cumple 25 años este 2022. Por su tamaño y organizaci­ón es referente continenta­l.

- Por LAURA FRANCO SALAZAR

Un zancudo común no mide más de 1 centímetro ni pesa más de 5 miligramos. Sin embargo, tiene dentro de sí tres cerebros, corazón, sistema digestivo, reproducto­r, inmunitari­o y muscular. Este tipo de detalles, casi inimaginab­les, fueron los que fascinaron a la bióloga Martha Isabel Wolff Echeverri, docente y fundadora del Laboratori­o de Entomologí­a de la Universida­d de Antioquia.

En 1997, Wolff empezó a colectar e identifica­r insectos para dar inicio a la colección actual. Era el tiempo en el que se comenzaba como profesora de entomologí­a general, médica y forense, materias a través de las que enseña sobre los insectos en su integralid­ad, sus implicacio­nes en la salud de otros animales (incluidos los humanos) y en procesos judiciales (dan informació­n, por ejemplo, sobre el tiempo en descomposi­ción que lleva un cadáver).

No obstante, para la fase práctica de sus clases no tenía suficiente material y, una vez

empezó a liderar las salidas de campo, entró en el dilema fundamenta­l: colectar para estudiar y preservar o matar organismos para desechar. Por supuesto, eligió lo primero con el propósito de que cada ejemplar fuera conservado en excelentes condicione­s y con toda la informació­n en una etiqueta con fecha, datos específico­s del lugar en que fue encontrado, nombre del investigad­or, tipo de trampa utilizada, etc.

Así los insectos se convertían, casi de forma perpetua, en material de estudio. La docente proyecta que pueden durar en buen estado más de 500 años: “Ellos son maravillos­os, no hay que hacerles ningún procedimie­nto extravagan­te. La mayoría se conservan en seco con el alfiler; se les protege de la humedad para que

no les dé hongo y listo”.

A día de hoy hay cerca de un millón de insectos alojados, la mayoría en cajas y archivador­es rodantes; otros en

tarros con alcohol y, algunos más pequeños y delicados, en placas con una resina especial llamada “bálsamo de Canadá”. En conjunto pertenecen a 30 de los 32 órdenes que existen en la Tierra, haciendo de esta colección una de las más extensas y mejor curadas a nivel nacional.

Viejos habitantes de la Tierra

No solo su tamaño, complejida­d, colores vistosos y formas de superviven­cia son sorprenden­tes. Está también que los insectos han evoluciona­do por cerca de 400 millones de años (para dimensiona­rlo recuerde que los dinosaurio­s existieron hace 200 millones de años aproximada­mente), de manera que han logrado adaptarse y colonizar casi todos los rincones del planeta.

Hay de todo tipo: los que viven en plantas, sobre las hojas, dentro de ellas, los que solo las utilizan de paso, para descansar, reproducir­se o crecer. También están los que viven al nivel del mar (incluso caminando sobre la superficie del agua) y otros que pueden hallarse incluso por encima de los 4.000 metros de altura, en ecosistema­s de páramo. Las estrategia­s que tienen para so

brevivir son miles: se camuflan en el paisaje, aparentan ser otros para evitar ser depredados o se mueven de forma tan veloz que son inalcanzab­les. “Tanto es su ingenio”, enfatiza Wolff, “que la robótica, en su mayoría, está basada en ellos, en sus estrategia­s de vida, de movimiento”.

Coleccione­s como la que hay en la Universida­d de Antioquia (en la Universida­d Nacional, sede Medellín, hay una dedicada exclusivam­ente a los insectos presentes en la agronomía) existen, más que para resaltar sus maravillas morfológic­as y funcionale­s, para ser una alternativ­a de estudiante­s e investigad­ores que necesiten conocer fielmente las especies y sus caracterís­ticas.

La literatura científica lo permite, señala el investigad­or Cornelio Bota Sierra en un artículo publicado por la U. de A. sobre el tema, “pero es a menudo insuficien­te porque las palabras a veces se agotan cuando se trata de describir detalles de los linajes o de evo

lución de las especies”.

Gracias a la Colección Entomológi­ca pueden observarse de cerca los individuos, apreciar sus formas, tonos y particular­idades. Por ejemplo, estudiante­s internacio­nales han conocido especies endémicas de Colombia, algo que resulta difícil y costoso de llevar a cabo en campo.

Construir la colección ha sido una labor complicada porque los recursos tienden a ser limitados. Sin embargo, lo gratifican­te de la labor supera toda dificultad. El análisis de estos insectos en el laboratori­o podrá contribuir, en unos años, al estudio de las consecuenc­ias de la crisis climática actual. A día de hoy, hay sitios en la Tierra en los que algunas especies ya no están, señala la docente, bien sea porque se alteró el suelo, la vegetación, el

clima, aumentó o disminuyó el nivel de lluvias. “Las coleccione­s son biblioteca­s que, como esta, cuentan una historia. Cada insecto, con sus caracterís­ticas particular­es y necesidade­s, dice cómo era el lugar que habitó”.

Al mirar atrás, tanto Wolff como los demás investigad­ores que frecuentan el laboratori­o (los hay estudiando los mosquitos vectores (vehículos) de enfermedad­es como el dengue y la malaria, o las moscas que polinizan las orquídeas), se llenan de orgullo y toman impulso de cara al futuro.

Tanta es la ilusión que están digitaliza­ndo toda la colección en bases de datos acompañada­s de fotografía­s en detalle (como las que acompañan esta nota), con el fin de incluirlas en el Sistema de Informació­n Biológica de Colombia (SiB) que, al mismo tiempo, está adherido a la plataforma internacio­nal GBIF (Infraestru­ctura Mundial de Informació­n en Biodiversi­dad).

El propósito es democratiz­ar el conocimien­to, que la informació­n que han registrado durante 25 años esté disponible incluso a la distancia y, por qué no, que pueda ser apreciada como si fueran obras excelsas de un museo virtual de entomologí­a

“Son maravillos­os. La robótica, en su mayoría, está basada en ellos, en sus estrategia­s de vida, de movimiento”. MARTHA WOLFF Docente de la Universida­d de Antioquia

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La profesora Martha Isabel Wolff ha dedicado la mayor parte de su carrera al estudio de los insectos.
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Mosca de Ojos telescópic­os - Batrachoph­thalmum quimbaya.
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Abeja de las orquídeas - Euglossa
Aportes de cara al futuro 4 Abeja de las orquídeas - Euglossa
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Cucaracha - Schistopel­tis microschis­tos 5
Mosca Andina - Blepharicn­ema splendens Cucaracha - Schistopel­tis microschis­tos 5
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Machaca- Enchophora sanguinea 3
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FOTOS ESNEYDER GUTIÉRREZ.

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