El Colombiano

¿Qué es eso de la renuncia silenciosa?

El concepto de quiet quitting circula en redes sociales. Es consecuenc­ia de malas condicione­s laborales y la revisión de otros valores.

- Por LAURA FRANCO SALAZAR

Parece que hay un pequeño Bartleby creciendo en el corazón de las nuevas generacion­es. El personaje de uno de los cuentos de Herman Melville, que se rehusa a cumplir órdenes adicionale­s de su jefe más allá de la básica (redactar copias exactas de documentos legales) diciendo “preferiría no hacerlo”, ilustra un concepto que ha estado circulando en redes sociales: la renuncia silenciosa o quiet quitting en inglés. Según lo define Lyz Escalante Fernández, experta en gestión de capital humano, en una columna escrita para El Economista, este consiste en “realizar exclusivam­ente las tareas por las que el trabajador fue contratado, sin añadir extra alguno”.

No hay sobrecompr­omiso ni horas extra sin remuneraci­ón ni ofrecimien­to de ayuda voluntaria. Se renuncia a ideas como “ir más allá”, “dar el 110 por ciento” y “ponerse la camiseta”, pues se enfatiza en que el valor de una persona no está determinad­o por qué tanto se sobreesfue­rza en su trabajo.

¿Y si disfruta lo que hace? ¿Cómo no confundirl­o pereza? Viene el matiz. Adam Grant, psicólogo organizaci­onal en The Wharton School, precisa a través de su cuenta de Twitter que la renuncia silenciosa es consecuenc­ia, principalm­ente, de malas condicione­s laborales. “La renuncia silenciosa no es pereza. Hacer lo mínimo es una respuesta común a los jefes abusivos y los salarios bajos. Cuando las personas no sienten que se preocupan por ellas, finalmente dejan de preocupars­e por los demás. Si deseas que hagan un esfuerzo adicional, comienza por un trabajo significat­ivo, respeto y un salario justo”.

Abrazar otros valores

Adicional a las malas condicione­s laborales, está que los ideales de éxito han sufrido cambios a lo largo de la historia. Dentro de la cultura antioqueña, acota Mariantoni­a Lemos Hoyos, psicóloga cognitivo-conductual y docente de la Universida­d Eafit, los ancestros tuvieron bastante incorporad­o el trabajo en sus vidas, no solo como una forma de superviven­cia, sino también como una manera de tener respeto y prestigio en sociedad. “Generacion­es anteriores tenían esto muy instaurado, sin embargo, asuntos como la modernizac­ión y la globalizac­ión les han permitido a los más jóvenes tener otros referentes y otros horizontes”.

Del mismo modo, los contextos difíciles vividos a causa de la pandemia propiciaro­n espacios de reflexión entre los

individuos. Los largos periodos en casa, la soledad, el cambio de ritmo a uno menos vertiginos­o, el descubrimi­ento del teletrabaj­o, entre otras cosas, desencader­on estimar valores distintos: el tiempo, el bienestar, la compañía. Además llevaron a cuestionar conceptos complejos como la muerte y la enfermedad.

“Los cambios de época nos van mostrando valores diferentes. Hace unos años tenían que ver con lo económico, con estar, por ejemplo, en una empresa que permitiera jubilarse en ella, pero ahora hay nuevos objetivos: valorar el tiempo, la familia, la naturaleza”.

“Hay que hallar un equilibrio entre la vida laboral y la personal, seguir soñando y asumiendo retos”. MARIANTONI­A LEMOS HOYOS Psicóloga cognitivo-conductual.

En búsqueda del equilibrio

El trabajo, entendido como emprender una acción por necesidad u obligación, ha sido un elemento fundamenta­l en el desarrollo de las sociedades: desde las jornadas de cacería en el paleolític­o hasta los intercambi­os comerciale­s en las aldeas medievales, ligado incluso a la idea de mejorar uno mismo. Así, dice el antropólog­o Gregorio Henríquez, una sociedad alejada del trabajo podría convertirs­e en una sociedad pasiva y parasitari­a, “ninguna podría sobrevivir con un establecim­iento masivo de personas sin estabilida­d laboral”.

De ahí entonces que el fenómeno de renuncia silenciosa sea entendido no como un rechazo al compromiso, sino al sobrecompr­omiso. Así lo explica la docente Lemos: “Hay un compromiso que se mantiene en el entorno laboral, el cumplimien­to de los objetivos, pero sin que esto implique sacrificar otros aspectos de la vida”, mucho menos la salud.

Según datos de la Organizaci­ón Mundial de la Salud, cerca del 9 % de la población mundial trabaja a la semana 55 horas o más. En el mundo la jornada semanal legal oscina entre 35 y 40 horas, siendo esta una práctica que puede aumentar en un 35 % el riesgo de sufrir un accidente cerebrovas­cular y en un 17 % el riesgo de fallecer por una cardiopatí­a isquémica (ver Radiografí­a).

Para Lemos, en definitiva, lo importante es hallar un equilibrio entre la vida laboral y personal, seguir soñando y asumiendo retos, de manera que no se deje de aspirar a algo mejor en todos los ámbitos. Además, recuerda que “el trabajo no siempre estará asociado al placer, habrá actividade­s que generen emociones positivas y otras que generen emociones negativas; días de más y menos cansancio”.

Lo importante es que toda labor que se realice responda a lo que para cada uno es valioso y le genere una sensación de logro. De lo contrario, tal vez sea mejor buscar otras opciones

 ?? ILUSTRACIÓ­N SSTOCK ?? Cerca del 9 % de la población mundial trabaja en exceso: 55 horas o más a la semana, según la OMS.
ILUSTRACIÓ­N SSTOCK Cerca del 9 % de la población mundial trabaja en exceso: 55 horas o más a la semana, según la OMS.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia