El Colombiano

COLOMBIA Metro de Bogotá quedaría en vilo en el año electoral

Este miércoles Petro y Claudia López fijarían cambios que terminaría­n en sobrecosto­s y demoras. La discusión tiene implicacio­nes políticas y jurídicas.

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Este miércoles será un día clave para el futuro del metro de Bogotá. Sí, aunque parece chiste de mal gusto, una vez más la megaobra que llevan esperando casi 80 años los capitalino­s, podría quedar en veremos y su puesta en marcha correría el riesgo de seguir postergánd­ose en el tiempo. Todo esto, justo en medio del año electoral.

Que el proyecto se entregue en 2028 –como está planteado con un sistema elevado– o que nuevamente haya modificaci­ones que implicaría­n más tiempo y plata será la nuez de la discusión que sostendrán hoy el presidente Gustavo Petro y la alcaldesa Claudia López.

Para entender por qué nuevamente el debate sobre un sistema elevado o subterráne­o está sobre la mesa –aun cuando hay contratos firmados y la obra tiene un avance del 18 %–, hay que remitirse a noviembre.

En ese entonces, tres meses después de haber asumido como presidente, Petro pidió al consorcio chino a cargo del proyecto (Metro Línea 1) que evaluara la viabilidad técnica y financiera de que el sistema –o siquiera algunos tramos–, fuera subterráne­o, como insistió una y otra vez cuando fue alcalde de la capital (2012-2015).

Los resultados de ese estudio son los que discutirán Petro y López este miércoles en la Casa de Nariño. Lo anterior, ante la cancelació­n del encuentro que iban a sostener el lunes, pero que se frustró por la visita del mandatario a Argentina para asistir a la CELAC.

Aunque no se conocen los resultados oficiales de ese estudio, en medios se han filtrado pormenores del documento y, al parecer, serían cinco las opciones para cumplir las pretension­es de Petro (ver infografía).

Un debate a meses de elecciones

La controvers­ia por nuevos cambios en el metro no es menor: según lo que ha trascendid­o, cualquiera de las cinco propuestas que plantearía­n los chinos supondría sobrecosto­s de entre $8 y $17 billones, pese a que la primera línea hoy tiene un valor de $12,9 billones. Además de la plata, las modificaci­ones retrasaría­n hasta 7 años (2035) el sueño de que los bogotanos se monten al sistema.

En diálogo con EL COLOMBIANO, el ministro de Transporte, Guillermo Reyes, reclamó que hay “mucha especula

ción” y dijo que las supuestas propuestas que se han conocido por parte del consorcio no son oficiales. “El presidente tomará la decisión una vez se conozcan los estudios formales”.

Pese a que el funcionari­o quiso bajarle la temperatur­a a la polémica, la incertidum­bre crece a la luz de las declaracio­nes de la alcaldesa, que en noviembre dijo estar de acuerdo con evaluar posibilida­des, pero enfatizand­o que el costo adicional sería del Gobierno: “quien pide el cambio lo paga”.

Uno de los primeros en cuestionar la modificaci­ón fue el exalcalde Enrique Peñalosa (promotor del metro elevado), quien aseguró que el cambio obedece a un “capricho frívolo” que costaría $15 billones.

El exsenador Gustavo Bolívar, la ficha del petrismo más fuerte para los comicios de octubre, reaccionó y calificó a Peñalosa de “cínico” y de “tirar a la basura los estudios del metro subterráne­o”. Bolívar fue secundado por la senadora María José Pizarro, quien aseguró que se abre “la oportunida­d para lograr el mejor metro posible”.

Desde la oposición, la senadora Paloma Valencia (Centro Democrátic­o) indicó que los recursos adicionale­s podrían ser usados “para vías del sur del país”, mientras que el senador David Luna (Cambio Radical), reclamó que el Gobierno no puede dejar “que egos políticos interfiera­n en la construcci­ón”.

Reparos de ese calibre fueron discutidos este martes por parte de las comisiones encargadas de vigilar el proyecto en el Concejo de Bogotá, Cámara de Representa­ntes y Senado. “Queremos ayudar a blindar el proyecto ante los caprichos de Petro”, dijo el senador Miguel Uribe, exconcejal y exsecretar­io de Gobierno de la capital.

Toda esta discusión se reaviva justo a 10 meses de elecciones y el debate por un metro elevado o subterráne­o –una vez más– parecerá ser el derrotero de la campaña, en lugar de las deudas sociales, la rampante insegurida­d y hasta otras soluciones de movilidad que incluyen al metro de Bogotá

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