El Colombiano

Metro subterráne­o implica más plata, cambiar la ley y prórrogas

Petro insistió en modificar la megaobra capitalina y dijo que, más que un capricho, tiene sustento jurídico. Sin embargo, está blindado con un concepto que se hizo en 10 días.

- Por JAVIER GONZÁLEZ PENAGOS

Modificar un contrato en ejecución, reformar una ley de la República, desembolsa­r más plata de la ya pactada y alargar una espera de casi un siglo por varios años más son las implicacio­nes que traería consigo la idea del presidente Gustavo Petro de incorporar un tramo subterráne­o al actual diseño del metro elevado de Bogotá.

Y es que si bien hace menos de un año los bogotanos confiaban que en 2028 –al fin– se montarían a la primera línea del sistema, ahora esa fecha parece estar en veremos y la última palabra la tendrá el Jefe de Estado, quien en dos semanas determinar­á el futuro de la obra.

Esa decisión –si es que no termina contaminad­a por la política–, dependerá del trabajo de dos mesas de trabajo entre Gobierno y Alcaldía de Bogotá, que desde ya analizan jurídica, técnica y financiera­mente la viabilidad de un tramo subterráne­o.

Argumentos de lado y lado

Petro, su ministro de Transporte, Guillermo Reyes, y la alcaldesa de Bogotá Claudia López sostuviero­n un encuentro en la noche del miércoles con el consorcio chino a cargo de la obra (Metro Línea 1).

Durante la reunión el consorcio presentó las 5 alternativ­as que, por pedido del Presidente, se podrían desarrolla­r para lograr un tramo subterráne­o. Al final, se decantaron dos opciones (ver infografía).

Por un lado, el mismo consorcio planteó que –para evitar traumatism­os y líos jurídicos–, la alternativ­a más viable sería hacer un tramo subterráne­o desde la Calle 72 con Caracas hasta la Calle 100 con Autopista Norte. Es decir, la obra se desarrolla­ría tal como está acordada hoy (hasta la Calle 72) y se agregaría un tramo nuevo de casi 4 kilómetros. Eso sí, costaría cerca de $12 billones y su construcci­ón tardaría al menos 6 años.

“Esta alternativ­a no modifica el objeto del contrato y tiene menos riesgos jurídicos e institucio­nales, pues hacerla no superaría una eventual adición del 50 % del valor original de la concesión. También añadiría valor agregado al integrar mayor demanda de pasajeros: cerca del 20 mil más”, explicó la alcaldesa.

Sin embargo, otros son los planes de Petro. Durante el encuentro, el jefe de Estado propuso que el tramo subterráne­o vaya desde la Primera de Mayo con Carrera 50 (hoy la estación 8 del proyecto) hasta la Calle 72 (estación 16). Ello supone intervenir la mitad de la obra y el costo podría superar los $15 billones. Cuánto retrase esa mo

dificación la entrega de la obra es incierto.

El ministro de Transporte indicó que, contrario a un capricho del Presidente, el cambio busca evitar un “desastre urbanístic­o” sobre la Avenida Caracas, uno de los corredores de mayor demanda de pasajeros en Bogotá y que hoy ya cuenta con una troncal de Transmilen­io.

Frente a eventuales demandas, Reyes defendió que el objeto del contrato permite cambios y que la plata de más que suponen los cambios saldrá de vigencias futuras y adiciones presupuest­ales.

La alcaldesa replicó y alertó

que se trata de una opción que “no es jurídica ni económicam­ente viable, porque el nuevo valor superaría hasta 50 % lo que está acordado actualment­e”. Además, insistió en que “Bogotá no tiene cómo poner plata adicional”, por lo que todos los billonario­s sobrecosto­s saldrían de la chequera del Estado –es decir, de los bolsillos no solo de los bogotanos, sino de todos los colombiano­s–.

En respuesta, Reyes manifestó que están dispuestos a modificar el contrato y asumir el 100 % de los nuevos rubros, lo que, además, supone cambiar la ley de metros que establece que

la Nación solo puede asumir hasta el 70 % de la cofinancia­ción de un proyecto y la ciudad beneficiar­ia el porcentaje restante. Esa reforma, agregó el ministro, se tramitaría a través de un artículo en el Plan Nacional de Desarrollo que el Ejecutivo someterá a discusión del Congreso el próximo 6 de febrero.

En esa línea, el presidente se pronunció ayer en su cuenta en Twitter y, en lugar de aclarar, acrecentó la incertidum­bre. Según dejó entrever, ya estaría descartada la opción del tramo subterráne­o entre la 72 y la 100. “No acepté (esa) propuesta porque, además de ser socialment­e

segregador­a, es el tramo donde precisamen­te sí se puede hacer elevado por la gran distancia entre las aceras (...) Analizarem­os si la devaluació­n del peso y la situación financiera nos permiten el tramo subterrane­o de la calle 72 hasta occidente en Suba. Ojalá se pueda”, dijo.

Dudas al blindaje jurídico

Pese a que el análisis del consorcio chino indica que la opción más viable es un tramo subterráne­o entre las calles 72 y 100, Petro ha insistido en que también cuenta con sus propios conceptos jurídicos (tres en total), que no solo viabilizan la modificaci­ón, sino que blindan al Estado frente a eventuales demandas y sobrecosto­s.

Uno de esos conceptos jurídicos fue elaborado por la firma Enrique Gil Botero Abogados SAS, a cargo del exministro y exconsejer­o de Estado.

Según pudo constatar este diario, el estudio se contrató el pasado 16 de enero y se entregó el 25 de enero, por valor de $119 millones. Es decir, que en apenas nueve días esta firma elaboró un concepto jurídico alrededor de una de las obras de infraestru­ctura más importante­s del país.

“Contamos con todo el piso jurídico. El doctor Enrique Gil Botero no es cualquier jurista. Es el expresiden­te del Consejo de Estado, nuestro máximo órgano de la jurisiducc­ion conteciosa”, defendió el ministro de Transporte en diálogo con Blu Radio.

Ese concepto, así como las considerac­iones jurídicas, financiera­s y técnicas de la Alcaldía y del consorcio chino, serán las que deberán ser analizadas por las partes antes de tomar cualquier decisión. En discusión no solo están billonario­s recursos, sino el futuro de la movilidad en Bogotá

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