El Colombiano

Tan lindos e inocentes

- Por JUAN CARLOS MANRIQUE - jcmanriq@gmail.com

Suficiente. La conversaci­ón nacional sobre la transición a energías más limpias requiere seriedad. No es solo contar un cuentico mal contado según el cual no vamos a explorar más yacimiento­s de petróleo, carbón o gas. No es solo dar cifras falsas basadas en informes sin ningún rigor técnico, como lo hizo la ministra de minas y energía en el foro de Davos, Suiza. No es solo que nos aplaudan porque queremos salvar el mundo. Suena muy bonito en los balcones internacio­nales. Dejemos tanto folclor. Es hora de poner el debate en contexto.

Primero. Las potencias mundiales tienen claro que, así como en el pasado, el liderazgo agrícola, militar y después el tecnológic­o, fue fundamenta­l en su pulso por seguir siendo potencias, ahora el próximo gran pulso es por la supremacía de las energías limpias. Más que salvar el mundo lo quieren controlar. La guerra contra Ucrania aceleró el juego. Este juego significa reinventar la economía. Son palabras mayores. La batería de subsidios será descarnada. Ya las potencias se mostraron los dientes. Europa acaba de relanzar el plan Green Deal Industrial 2050, en respuesta al plan camuflado que lanzaron los Estados Unidos el año pasado. Ministra por favor léasele el plan europeo y analice su alcance para que no sigan diciendo por ahí: tan lindos e inocentes los colombiano­s.

Segundo. Antes de lanzar cualquier idea parecida a dejar de explorar, debemos responder varias preguntas con estudios serios. ¿Cómo se va a recomponer el parque automotor y de transporte? ¿Cómo se va a proteger el sistema eléctrico nacional? ¿Cómo se van a sustituir los ingresos que generan las industrias extractiva­s? ¿Cómo se van a reemplazar todos los derivados que requieren miles de empresas para producir bienes y servicios? ¿Cuál es el impacto de la transición en términos de seguridad energética, competitiv­idad, inflación, deuda pública, inversión social, entre otros? ¿Cuál es la magnitud de las inversione­s y subsidios? Y la lista de preguntas importante­s continúa. Fácil vociferar desde los cómodos sillones de Davos y ante los reflectore­s, que vamos a salvar el mundo. Pero la realidad es muy diferente. En las dos últimas semanas, tenemos dos ejemplos dramáticos de lo que significa el desabastec­imiento de gasolina en las regiones. El sur del país por el derrumbe en la Panamerica­na y la zona de Barrancabe­rmeja por el bloqueo de las vías.

Tercero. Un proyecto país de la dimensión de una transición energética, requiere enormes capacidade­s y habilidade­s para ejecutarlo. ¿Alguna vez hemos ejecutado un proyecto país de esta magnitud? ¿Nos une a los colombiano­s proyectos país ambiciosos, más allá de ir al mundial de fútbol? No es hablando carreta. Porque por hablar carreta se nos derriten las carreteras, seguimos esperando el metro de Bogotá, tres millones de colombiano­s no tienen agua, se nos mueren los niños en la Guajira, nuestro modelo educativo es precario, hace más de 100 años perdimos Panamá, estamos perdiendo mar con Nicaragua y la lista continúa.

El Foro Económico Mundial en Davos, se denominó: “Cooperació­n en un mundo fragmentad­o” ¿Alguna reflexión para una Colombia fragmentad­a?

El próximo gran pulso entre las potencias será por la supremacía de las energías limpias. Más que salvar el mundo lo quieren controlar. Este juego significa reinventar la economía”.

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