El Espectador

“Piensan que un apellido es la salvación de Colombia, y no es así” ‘‘

El tercero de los hijos de Rodrigo Lara Bonilla, inmolado ministro de Justicia, vive alejado de la política, pero es crítico frente a la situación del país que, asegura, debe empezar a cambiar desde las regiones. Segunda entrega de la serie “Delfines” de

- OLGA BEHAR ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR

Jorge Andrés tenía solo siete años el día en que mataron a su papá, Rodrigo Lara Bonilla, quien siendo ministro de Justicia pagó con su vida el haber desafiado al Cartel de Medellín. Sus otros hermanos: Rodrigo Lara Sánchez (nacido cuando Lara Bonilla era soltero), Rodrigo y Paulo José Lara Restrepo tenían doce, nueve y tres, respectiva­mente. El crimen, ocurrido el 30 de abril de 1984, no solo los dejó huérfanos a ellos, sino a todo un país. Los dos mayores —los Rodrigos— han incursiona­do en la política con bastante éxito. Los dos menores, en cambio, se han dedicado a tareas muy alejadas de ese mundo. Mientras Paulo se decidió por la administra­ción de empresas, Jorge Andrés es un reconocido realizador audiovisua­l y en esta entrevista abrió su corazón para contar aspectos desconocid­os de la vida de su familia. ¿De qué manera los marcó, a los tres hermanos Lara Restrepo, el asesinato de su padre en relación con la idea de hacer política en Colombia?

El 30 de abril de 1984 nos marcó de una manera muy diferente, por las edades que teníamos. Rodrigo tuvo que subirse al auto con mi padre, yo quedé en estado de shock postraumát­ico, sin poderme mover, y Pablo en brazos de la niñera, la tía Oliva. Pero sabemos que fue el punto de partida para construirn­os como huérfanos de padre y en el exilio. Nuestras personalid­ades y caracteres hicieron que cada uno de nosotros tomáramos nuestras rutas. Gracias a Dios que siempre nuestra madre nos dijo: hagan lo que quieran, pero háganlo bien hecho y que les salga de adentro. Eso es muy lindo y nos permitió sacar nuestra esencia.

¿Cómo ve la carrera de su hermano Rodrigo y de que lo llamen “delfín”?

Rodrigo encontró un espacio donde siente que escuchan sus ideas y que está haciendo algo. Pienso que él tomó el camino de la política porque le nacía, eso viene desde su esencia; también que hubo una parte de presión social, cuando le decían que tenía que seguir los pasos de mi padre. Yo diría que el camino que tomó es 90 % su esencia y 10 % esa presión.

¿Usted ha pensado en dedicarse al servicio público y de pronto, en algún momento, construir un camino para ser presidente de Colombia? ¿Qué opina de que lo puedan llamar también “delfín”?

A mí me han propuesto entrar a partidos, lanzarme en política, pero no me siento reflejado en ninguno. No me considero un “delfín” de la política, pues no vivo de ella, no recibo salario de ningún partido, no trabajo con ninguna institució­n del Estado. Al contrario, siento que somos unos abandonado­s por el Estado, pues no hubo nunca un acompañami­ento psicológic­o ni económico, y no mostraron interés frente a nosotros. Teníamos unas becas que normalment­e eran vitalicias, pero duraron como cuatro años y nos las quitaron.

Volviendo a la pregunta, yonunca he tenido en mente lanzarme a la Presidenci­a, al Congreso, al Senado o a un cargo de esos. Siento que hay una necesidad de hacer cambios en este país, que puedo aportar y que el cambio es ya, y tiene que ser proponiend­o nuevos sistemas, porque nos damos cuenta de que la corrupción ya nos tiene gangrenado­s por todas partes. Toca más bien pensar en qué soluciones podemos importar, qué ejemplos podemos ir a buscar en otros países para mejorar nuestro sistema político, que, realmente, ha perdido mucha credibilid­ad.

¿Qué fue de las vidas de sus otros dos hermanos?

Mi hermanito Paulo se fue por el tema de la administra­ción de empresas y es feliz en lo que hace. No podemosdej­ar aunlado aRodrigo Lara Sánchez, mi medio hermano, que también entró enpolítica en el Huila. Yo le tengo mucho aprecio, he hablado con él unas cuantas veces, cuando nos permite la vida vernos y es una persona increíble, un ser humano muy bonito.

¿Qué hicieron después del asesinato de su padre?

Primero fue España, después fue Suiza. De Suiza a mí me mandaron a Inglaterra a un monasterio durante dos años, porque estabamuy necio. A Rodrigo lo enviaron para cuidarme. De Suiza nos fuimos a Francia, adonde habían enviado a mi mamá y allí nos quedamos los últimos años. Primero volvió Rodrigo, entró a estudiar al Externado y comenzó a hacer política. Después vino mi madre, que se instaló en Colombia, y después llegó Paulo. Yo me quedé más tiempo, estaba enamorado y trabajando.

Estudié administra­ción de empresas en Francia, me gradué y empecé a trabajar en diferentes empresas y sectores. En Europa tuve la oportunida­d de ser un inmigrante más, trabajé en restaurant­es, en bares; empleos que uno nunca pensaría que puede tener un “delfín”, pero eso te humaniza mucho, te vuelve más humilde y te enseña a tener un corazón más grande con los menos afortunado­s. Europa fue una escuela de la vida.

¿Y qué ha sido de usted en años recientes?

Decidí devolverme a Colombia en el 2009. Siempre he estado trabajando en el tema audiovisua­l, haciendo videoclips, documental­es y con la ONU en las zonas de conflicto y en los penales. Llevo ya unos cuantos años dando conferenci­as a nivel nacional e internacio­nal sobre la problemáti­ca de la paz, el perdón y la reconcilia­ción en Colombia. He estado en cárceles, universida­des, colegios, barrios, con pandillas, con toda la gente que necesita escuchar un mensaje de paz y perdón, para que entiendan que sí es viable construir. Es como hacer una revolución de las cosas pequeñas. Son diez años ya trabajando con el tema de la paz, a la cual le tengo mucha fe.

Después de dos años, me propusiero­n la dirección del Canal Institucio­nal, por los resultados, la seriedad, la hoja de vida y todo, pero es increíble ver la guerra interna por un apellido y que te digan: es que a usted se lo dan es por el apellido. Piensan que uno sí es un “delfín” político, sabiendo que nunca recibimos ninguna indemnizac­ión. Lara Bonilla no hace parte de la Ley de Víctimas, mi madre terminó el año pasado de pagar la hipoteca sobre su apartament­ico.

En esos tres años, me di cuenta de las grandes fallas que tiene la institucio­nalidad, sobre todo desde RTVC. Te das cuenta de cómo comunican las otras entidades a través de ella, del despilfarr­o del dinero, de los nombramien­tos clientelis­tas. Salí de allí porque no quise seguir con mi contrato adelante, porque se me hace que no es ético recibir un salario por unas

No creo en la imagen, por ejemplo, que refleja Iván Duque del presidente que sabe todo, que está en toda parte. Esa imagen ya se acabó”.

funciones que no están siendo valoradas y que no son puestas en práctica. Puedo decir que sé qué es la función pública, trabajé en ella y me pude dar cuenta de las fallas y las necesidade­s urgentes que tiene que hacer el Estado. El despilfarr­o en las entidades y los nombramien­tos clientelis­tas son los que nos tienen frenados; las institucio­nes no se mueven.

¿Cómo ve la situación del país hoy?

Ya los colombiano­s no creen. Se ven escándalos a diario y, al otro día, otro escándalo tapa el del día anterior. La vida me ha enseñado que uno se tiene que rodear de gente muy buena en lo que hace. Me explico: ya no creo en la imagen, por ejemplo, que refleja Iván Duque del presidente que sabe todo, que está en toda parte. Esa imagen ya se acabó. El superhéroe a la norteameri­cana se acabó, no es real. El primer acto de grandeza es la humildad de decir “esto no lo sé” o“esto no puedo”, y pienso que el próximo candidato por el cual yo vote para la Presidenci­a o una elección regional ha de ser una persona que esté acompañada por especialis­tas en temas de salud, urbanístic­os, de seguridad.

Ya no creo en el personaje, más bien creo en que la unión y la solución de Colombia pasa por ahí. Tenemos un centro político huérfano de candidato o de partido, hay mucha gente huérfana que está esperando cambios reales y no podemos esperar que el cambio venga de la política tradiciona­l, sino que debe empezar a salir desde las regiones, a través de la calle y demostrar presencia. Creo más en eso que enunsistem­a político tradiciona­l y me encantaría poder encontrar una colectivid­ad realmente preocupada, que no esté metida en la politiquer­ía, porque eso es lo que nos tiene totalmente sumergidos en Colombia.

¿Qué ha significad­o para ustedes ser hijos de Rodrigo Lara Bonilla?

Nosotros no heredamos ningún poder, ni político ni de nada. A lo mejor el poder del recuerdo del nombre del padre, pero en lo que se convierte es en un camino minado. A mí, el apellido me ha dado más hándicaps, me ha dado más problemas. Si estás buscando trabajo y dices que eres Lara Restrepo, te van a decir que no lo necesitas porque piensan que el Estado te está dando todo. Y cuando llegas a lo público y pides un trabajo, van a decir que te lo dan por el simple hecho de ser un “delfín”. Eso es un problema.

Rodrigo ya tiene cancha, ya tiene su terreno en el campo político, entonces yo creo que la gente tiene que empezar a ver qué ha hecho y qué no ha hecho, y dejar de pensar en el padre. Por mi lado, no veo qué nos ha aportado el Estado; al contrario, nos toca pelear para que limpien el monumento de la calle 127 cada año. Eso es lo que nos han dejado: el olvido.

En estos días se ha mencionado al hijo del expresiden­te Álvaro Uribe, Tomás, como su virtual heredero político...

El tema de Tomás Uribe es preocupant­e, porque ya la gente está diciendo que es un buen muchacho y que puede sacar adelante al país. Él dice que no va por curules, ni puestos, ni cargos, pero claramente está haciendo escuela para heredar después. Obviamente, no puede llegar a aspirar a una curul o un cargo en este momento, porque no creo que haya hecho mucho por Colombia para venir a decir: yo sé cuánto cuesta una botella de leche y cuáles son las problemáti­cas de las regiones. Es una persona totalmente ajena a ellas y, si no me equivoco, tiene investigac­iones por unas zonas francas, por conexiones turbias con los reciclador­es. En fin, eso le quita ya seriedad a todo. Hay que ver ese partido (Centro Democrátic­o), que tiene más investigad­os que gente de hoja de vida limpia. No es normal.

Realmente, lo que está pasando hoy en día, a mi pobre padre le daría un infarto, pues estamos pensando que un apellido es el conocimien­to y la salvación de un país, cuando no es así. Lamentable­mente, la meritocrac­ia en el país la tienen olvidada.

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/ Archivo particular Jorge Lara Restrepo sentado frente al monumento de su padre, pidiendo justicia.
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