El Espectador

El privilegio de jugar al fútbol

Gabriela Maldonado es una delantera colombiana que comenzó su carrera profesiona­l en medio de la pandemia del COVID-19. Un equipo de la segunda división de Islandia le dio su primera oportunida­d y espera que pronto pueda llegar a la élite.

- FELIPE RAYMOND FAJARDO fraymond@elespectad­or.com @teymond

De la generación que creció viendo al Manchester United, al Chelsea o al Arsenal cada fin de semana, con los relatos del Bambino Pons, Gabriela Maldonado se enamoró del fútbol con los extravagan­tes cantos del argentino con festejos de jugadores en Europa que son distantes para cualquier amante de este deporte en Suramérica. Esta delantera bogotana, de 23 años, ha contado con la suerte de jugar al lado de varias de las futbolista­s más reconocida­s del país, como Yoreli Rincón, Nicole Regnier y Leicy Santos en categorías juveniles, y este año ha tomado la decisión de seguir el camino del profesiona­lismo.

Desde niña aprendió a cuidar la pelota como si fuera su propia hija. “Cuando era pequeña les ponía nombres a mis balones y los cuidaba mucho. Todavía recuerdo cómo se llamaban, con cuáles pateaba y con cuáles no”, recordó Maldonado en diálogo con El Espectador. En el colegio jugaba todos los recreos con los niños, ya que ninguna de sus amigas se atrevía a entrar al campo con ella. Fue esto lo que le ayudó a forjar su carácter dentro de la cancha, que después moldearía su pasión.

A los 14 años decidió dar un paso más allá en su sueño de ser profesiona­l. La convocator­ia para la selección bogotana de fútbol sub-18 buscaba a las mejores jugadoras de la ciudad, y no quiso perder la oportunida­d de probarse. La diferencia de edad no se notó. Se destacó en el grupo y, tras varios años en diferentes procesos, a los 18 años fue elegida para representa­r a la ciudad en los Juegos Nacionales.

“Cuando pasé en la selección Bogotá me di cuenta de que tenía la capacidad de jugar fuera de mi ‘zona de confort’. Estaba junto a grandísima­s futbolista­s de todo el país”, aseguró Maldonado. Esto sería su comienzo en las bases del deporte de nuestro país y que seguiría, tras algunos años representa­ndo a la capital en los torneos nacionales, con la selección colombiana sub-17. Gabriela fue convocada para el equipo que disputaría el Campeonato Suramerica­no de la categoría rumbo al Mundial de Azerbaiyán, en 2012.

La bogotana no logró un puesto en la titular del equipo, pero siempre jugaba entre 20 y 30 minutos y le cambiaba la cara al compromiso. En aquel certamen, el combinado nacional hizo una gran presentaci­ón clasifican­do al cuadrangul­ar final junto a Brasil, Uruguay y Argentina. El encuentro decisivo para el último tiquete a la cita orbital fue ante las albicelest­es. La tricolor se llevó la victoria por 4-0 y Gabriela marcó sus primeros dos goles con la camiseta tricolor.

Su exitoso paso representa­ndo a su ciudad natal, y a su país, la llevó a cumplir una gran meta. En 2015 recibió una beca para jugar en la Universida­d Estatal de Luisiana, en Estados Unidos. “Este siempre fue mi objetivo. Cuando llegué no sabía qué seguía y pensé que hasta ahí llegaría mi carrera”, comentó Maldonado. En ese momento empezarían lo que ella creía que serían sus últimos cuatro años de jugar a la pelota, lo que le costó mucho. Intentó cerrar ese ciclo de su vida cambiando su rutina deportiva por una más acordé con su edad y lo que otras universita­rias estaban haciendo.

Probó otras rutinas, con fiestas, amigos, una relación amorosa y plena dedicación en sus estudios, pero sufrió durante esa época. Ella sabía que lo tenía todo y que era una persona muy afortunada, pero extrañaba el fútbol, y eso le afectó en su día a día. Tras un primer año viviendo en el extranjero y tratando de alejarse del deporte que amaba, Gabriela dijo: “Me di cuenta de que lo que quería era entrenar, comer, vivir, dormir y ser una atleta. Servía para tener la vida del fútbol. Sabía que eso me iba a traer felicidad”.

En2019 se graduó en matemática­s y economía, y empezó a trabajar para Cava, un grupo de restaurant­es mediterrán­eos, como analista de datos. Allí, tras más de un año de dedicarse a los números, decidió poner en marcha su sueño de ser futbolista profesiona­l. Buscó a un agente, y tras pocos meses de gestiones, el UMF Sindri de la segunda división de Islandia se interesó en ella. Enmediode la pandemia logró viajar al país escandinav­o a mediados de julio para incorpo

rarse a su nuevo equipo. “Este primer paso sé que es un poco extraño, pero estoy contenta, ya que siento que me puede abrir muchas puertas para el futuro”, recalcó la futbolista. Por el momento está viviendo en Höfn, una pequeña ciudad al sureste del país, en donde la recibieron con los brazos abiertos y ya es parte activa de la comunidad.

Gabriela Maldonado, ahora con 23 años, tuvo la oportunida­d de cerrarle la puerta al fútbol tras terminar sus estudios. Consiguió un trabajo en un sector que le gustaba y en el que segurament­e podría hacer una gran carrera. Sin embargo, decidió seguir su pasión por este deporte sin abandonar su trabajo, que ahora cumple en medio tiempo. “Todos los días duermo tranquila sabiendo que tomé la decisión que quería y que me hace feliz. Es lo más importante al final del día”, explicó. Sin importar cómo termine su historia , ella quiere demostrarl­es a las niñas que pueden jugar y hacer una carrera sin ningún problema. Demostrar que pueden tener el privilegio de jugar al fútbol sin dejar de lado otras cosas.

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Cortesía Gabriela fichó por el UMF Sindri, equipo de la segunda división de Islandia./
 ?? /Cortesía ?? Maldonado en su debut.
/Cortesía Maldonado en su debut.
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