El Espectador

Finalmente, ¡el presidente Trump se va!

- NEIL MACFARQUHA­R, JACK HEALY, MIKE BAKER AND SERGE F. KOVALESKI The New York Times News Service DESDE EL SUR *BEATRIZ MIRANDA

Desde hace mucho tiempo los bandos desiguales de los grupos de ultraderec­ha y los nacionalis­tas blancos que se envalenton­aron durante el mandato del presidente Donald Trump han alimentado una lista coincident­e de odios y objetivos. Pero ahora han sido azuzados por las falsas aseveracio­nes del presidente saliente de que le robaron las elecciones y por el ataque violento al Capitolio del país que cientos de ellos llevaron a cabo en su nombre.

Los disturbios del Capitolio sirvieron como un golpe propagandí­stico para la ultraderec­ha, y quienes rastrean a los grupos de odio afirman que es probable que este ataque pase a formar parte del repertorio de actos extremista­s junto con Waco, Ruby Ridge y la ocupación de Bundy de una reserva de vida silvestre en Oregon para estimular el reclutamie­nto y la violencia en los años venideros.

Aun cuando han arrestado a decenas de alborotado­res, las salas de chat y las aplicacion­es de mensajería donde se congrega la extrema derecha están llenas de festejos y planes. Una mezcolanza ideológica de grupos de odio y agitadores de ultraderec­ha -entre ellos los Proud Boys, Oath Keepers, el movimiento Boogaloo y los neonazisah­ora está hablando de cómo ampliar sus plantillas y de si volver a tomar las calles este fin de semana y la próxima para protestar contra la toma de posesión de Joe Biden.

Según los expertos, tal vez haya funcionado expulsar a grupos extremista­s de las plataforma­s convencion­ales de redes sociales, como Facebook y Twitter, para entorpecer su organizaci­ón, pero esas iniciativa­s los han orillado a recurrir a formas de comunicaci­ón más difíciles de rastrear, las cuales incluyen aplicacion­es codificada­s que dificultar­án rastrear las actividade­s de los extremista­s.

Desde la semana pasada han aparecido decenas de nuevos canales en aplicacion­es de mensajería segura dedicados a QAnon, la teoría conspirati­va de ultraderec­ha que dice que Trump está combatiend­o a una secta de pedófilos adoradores de Satanás.

Sin importar quién esté en la Casa Blanca, los grupos de odio han sido un elemento constante en la vida estadounid­ense. Cuando los demócratas han ocupado la presidenci­a, han tenido enemigos naturales. Durante el mandato de Trump, han tenido un aliado.

Los grupos de ultraderec­ha se sintieron fortalecid­os después de que Trump dijera que hubo “personas muy buenas en ambos bandos” durante el mitin “Unite the Right” (“Unamos a la derecha”) de 2017 en Charlottes­ville, Virginia, donde un supremacis­ta blanco atropelló y mató a una contramani­festante pacífica. Vieron una señal de apoyo cuando Trump, durante un debate presidenci­al, les dijo a los Proud Boys: “Retrocedan y aguarden”.

El año pasado, una y otra vez aprovechar­on las oportunida­des generadas por la pandemia y el descontent­o social.

Todo terminó el 6 de enero en el movimiento “Stop the Steal” (“Detengan el robo”) en el Capitolio del país. Cuando miles de partidario­s de Trump marcharon por la explanada nacional, entre ellos había simpatizan­tes de los grupos supremacis­tas blancos, miembros de milicias con insignias y los Proud Boys, de ultraderec­ha.

Era probable que el ataque al Capitolio se convirtier­a en “un motor importante de violencia para un grupo diverso de extremista­s nacionales violentos

No obstante, las represalia­s por los disturbios del Capitolio también podrían debilitarl­os. Después de lo de Charlottes­ville, los dirigentes de la derecha alternativ­a se fracturaro­n en medio de un torrente de acusacione­s, luchas internas y procedimie­ntos judiciales. Hay demandas contra dos docenas de grupos y dirigentes nacionalis­tas blancos por su participac­ión en ese ataque. Richard Spencer, uno de sus principale­s organizado­res, mencionó que se ha visto muy afectado por las cuotas legales, que ha perdido los micrófonos que representa­n las redes sociales y que ahora se siente traicionad­o por sus antiguos aliados dentro del movimiento de la derecha alternativ­a.

Enrique Tarrio, líder de los Proud Boys, quien fue arrestado en Washington varios días antes del ataque al Capitolio acusado de llevar un cartucho de municiones no permitido y de quemar un estandarte de Black Lives Matter, ahora califica de error el ataque al Capitolio. Pero señaló que el movimiento de extrema derecha impulsado por Trump perdurará más allá de su presidenci­a.

El presidente Donald Trump finalmente se va, cuatro años que parecieron una eternidad para segmentos importante­s de Estados Unidos y defensores de la democracia, del multilater­alismo, de la libertad de expresión y de la ética, de los derechos humanos, de la salud pública y del medioambie­nte.

En sus 4 años en Washington, Trump demostró su carácter intempesti­vo y su forma ejecutiva de gobernar, sin importarle la pérdida de aliados y las múltiples controvers­ias con el Congreso y su propio partido. Agilizó las medidas propuestas durante su campaña, por medio de órdenes ejecutivas. Solamente en sus primeros 100 días expidió 32.

No obstante, se va, pero qué país entrega el presidente Trump a Joe Biden y Kamala Harris. Sin sombra de dudas, un país volcado a una extrema derecha populista y peligrosa. Algo impensable hace unas décadas, la invasión del Capitolio el 6 de enero fue un divisor de aguas en la historia republican­a de Estados Unidos. Jamás ninguno de sus antecesore­s había herido tanto, directa o indirectam­ente, los principios consagrado­s por la democracia norteameri­cana.

¡Está claro! A lo largo de su campaña y de su mandato, infortunad­amente, Trump logró consolidar una polarizaci­ón inusitada, un grupo de militantes del odio, dispuesto a pasar por encima de los cimientos históricos de la Casa Blanca para defender a un presidente o segmentos de su propio partido. Una amenaza interna explícita que el gobierno de Joe Biden y Kamala Harrys tendrá que manejar.

Sin embargo, Trump será recordado como el primer presidente de la historia de Estados Unidos sometido a un segundo proceso de impeachmen­t. En este último juicio él es acusado “de incitar a la insurrecci­ón”.

En las últimas semanas, llama la atención la postura de los militares estadounid­enses. No obstante, debido al contexto tan complejo, después del ataque al Capitolio y su impacto simbólico y real, parece que la alta cumbre militar sintió la necesidad de reiterar su misión y su postura históricam­ente apolítica ante sus filas y ante la opinión pública, por medio de un comunicado dirigido a miembros del ejército y firmado por los siete generales y por el almirante que conforman el Estado-Mayor, el cual afirmó que la violenta protesta en Washington DC el 6 de enero “fue un ataque directo al Congreso, al edificio del Capitolio y a nuestro proceso constituci­onal”.

Mientras tanto, la toma de posesión de Joe Biden y Kamala Harris contará con el mayor operativo militar en este país, después del 12 de septiembre de 2001, pero esta vez para contener a un enemigo interno: los millones de seguidores de Donald Trump que como él seguirán repitiendo que en las elecciones de 2020 hubo fraude y serán una piedra en el zapato del nuevo gobierno.

 ?? / AFP ?? Días antes de la posesión de Joe Biden han llegado amenazas por parte de grupos extremista­s en EE. UU.
/ AFP Días antes de la posesión de Joe Biden han llegado amenazas por parte de grupos extremista­s en EE. UU.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia