Fantasmas
SEGÚN UN TITULAR RETOMADO VArias veces en prensa internacional, “vuelve el fantasma de una de las peores masacres de Colombia”. El tema son las amenazas recibidas recientemente por líderes comunitarios de El Salado, en los Montes de María. El fantasma realmente sigue ahí. Nunca se fue.
“Las cosas que se impiden con acciones como estas a largo plazo son muchísimas”: eso dijo un jefe paramilitar.
La masacre sigue siendo en la narrativa de muchos una suerte de mal necesario, justificado por la supuesta pertenencia a la guerrilla de los habitantes de El Salado. Una masacre preventiva.
Frente a la masacre paramilitar, ocurrida en febrero de 2000 y en la que más de 60 personas fueron asesinadas, no ha habido suficientes verdades ni reparaciones.
Durante dos días más de 450 paramilitares arrasaron con El Salado. Separaron a sus habitantes, seleccionaron al azar a los que querían matar, violaron mujeres, estrangularon, empalaron, golpearon y degollaron.
Todo, al son de acordeones, tambores y equipos de sonido, en una cancha de fútbol. Un festejo de la muerte, con música que irrumpía desde la propia Casa de la Cultura.
“Ya el pueblo estaba hecho un etcétera”: así recuerda una de las víctimas su propia violación.
Otros vuelven al poder aéreo que acompañó toda la operación militar. Un avión, también fantasma, sobrevoló el área antes de la entrada de los paramilitares. Semanas atrás, desde un helicóptero fueron arrojados papeles que anunciaban lo que se venía. Y desde otro dispararon el día de la masacre.
Tan pronto salieron los paramilitares entró el ejército.
Los desplazados de la masacre sobrevivieron en lugares como El Carmen de Bolívar, Barranquilla, Sincelejo y Cartagena. Las intimidaciones para los que osaron regresar son permanentes. No tienen ninguna novedad. Además de no haber suficientes verdades y reparaciones, ni siquiera la no repetición está garantizada.
Los supuestos responsables de los panfletos y mensajes telefónicos son las Águilas Negras, otro fantasma que nadie identifica.