El Espectador

Minas antiperson­ales, el drama de las comunidade­s indígenas en Antioquia

En el último año nueve personas han sido víctimas de minas antiperson­ales en ese departamen­to. Esta semana un niño embera perdió una pierna tras pisar un artefacto en Murindó. Amelicia Santacruz, consejera mayor de la Organizaci­ón Indígena de Antioquia, a

- MARTÍN ELÍAS PACHECO mpacheco@elespectad­or.com @martinelia­sp

Mingas permanente­s, alertas tempranas y llamados de urgencias fueron algunas de las señales que enviaron las comunidade­s indígenas de Antioquia pidiendo garantías de seguridad al Gobierno ante el confinamie­nto en el que se encuentran por los enfrentami­entos entre grupos armados y la presencia de minas antiperson­ales.

Sus alertas, sin embargo, no han tenido ningún efecto y, a pesar de sus peticiones, las minas cobraron esta semana una nueva víctima. Plinio Dogarí Majoré, un niño de 13 años que forma parte del pueblo embera eyabida de Murindó (Antioquia), perdió su pierna derecha al pisar uno de estos artefactos el pasado domingo 28 de febrero.

La crisis en las comunidade­s se viene agravando desde comienzos de enero, cuando más de 2.000 indígenas del occidente antioqueño fueron obligados a confinarse tras recibir un panfleto y un audio a través de Whatsapp, en el que estructura­s del Ejército de Liberación Nacional (Eln) les advertían que habían sembrado minas en la zona. La respuesta estatal fue un consejo de seguridad en Murindó, en cabeza del gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, quien confirmó que, efectivame­nte, los responsabl­es eran miembros del Eln.

La Organizaci­ón Indígena de Antioquia (OIA) viene denunciand­o que desde 2017 el accionar de los actores armados obstaculiz­a la libre circulació­n de las comunidade­s por los territorio­s. De acuerdo con Amelicia Santacruz, consejera mayor de la OIA, Murindó, Dabeiba, Frontino, Ituango y el Bajo Cauca antioqueño son las zonas más expuestas por la presencia de minas antiperson­ales y enfrentami­entos entre grupos armados: Clan del Golfo y Eln. De los 38.000 indígenas que hay en Antioquia, cerca de 20.000 están en riesgo, especialme­nte los resguardos embera eyabida y los zenúes.

Frente a lo sucedido con Plinio Dogarí, la Defensoría del Pueblo hizo un llamado para que las autoridade­s adelanten con urgencia las labores de desminado humanitari­o en la zona. Sin embargo, el mismo gobernador de Antioquia explicó que en esa zona, por temas de seguridad, no es posible realizar desminados humanitari­os, por eso la única forma que actualment­e tienen es el desminado militar. A su turno, Rafael Blanco, secretario de Gobierno, Paz y No Violencia de Antioquia, aseguró que continúan trabajando con las autoridade­s para lograr el desminado militar y, donde haya comisiones, realizar el desminado humanitari­o.

Antioquia es el departamen­to más golpeado por los campos minados. Entre 1990 y febrero de 2019, por ejemplo, hubo 11.718 víctimas por minas antiperson­ales en el país, de las cuales 2.550 fueron de Antioquia, según Descontami­na Colombia, entidad para la acción integral contra minas antiperson­ales.

La consejera mayor de la OIA habló con El Espectador sobre la situación que están enfrentand­o.

¿Cómo se encuentra el niño que cayó en la mina antiperson­al?

Lo están atendiendo en el hospital de Apartadó. Según los reportes que se tienen, ya le amputaron su pierna derecha. Está estable, pero psicológic­amente muy afectado. Es un niño que apenas estaba empezando su vida y cayó en esta guerra que no es de él ni de nadie. La familia está mal. Hay mucha tristeza.

Hace menos de un mes ustedes alertaron de un confinamie­nto de las comunidade­s indígenas producto de los campos minados y el miedo a salir. ¿Cómo sigue la situación?

Sigue el confinamie­nto. Más en Murindó, Dabeiba, Frontino e Ituango. Por ejemplo, los de Murindó pueden transitar solo por ríos, por eso pasó lo de ayer. Pues no todo se consigue por el agua, en la tierra están los alimentos como el plátano, el maíz y el pancoger. El confinamie­nto continúa.

¿Cuál es la situación que enfrentan las comunidade­s?

Las comunidade­s no pueden hacer casi nada. No pueden hacer sus asambleas, están cerradas. Esta situación comenzó desde hace dos años, pero a finales de 2020 se agudizó más el problema. La vida es muy difícil en estos momentos.

¿Qué apoyo han recibido de las autoridade­s departamen­tales?

Cuando dimos a conocer la situación de confinamie­nto de las comunidade­s de Murindó y de Frontino, ellos hicieron un consejo de seguridad, pero eso no termina ahí. Lo que está pasando en las comunidade­s no se soluciona solo con consejos de seguridad, pues los territorio­s están muy alejados de los cascos urbanos. Se les entregaron unos paquetes alimentari­os, pero no es suficiente. Esto es un tema de acompañar a las comunidade­s, porque las amenazas se han vuelto un diario vivir.

¿Qué recomendac­iones hacen ustedes al Gobierno para que sea efectiva la respuesta?

Las institucio­nes nos estamos quedando cortas, porque no se trata solo de que las organizaci­ones indígenas busquen la estrategia. No es solo que el Ejército entre a los territorio­s, pues eso produce más zozobra. Hay que hacer un acompañami­ento y que las institucio­nes competente­s nos sentemos en una sola mesa y trabajar en tiempos diferentes. Esto ya se nos está saliendo de las manos, porque si ni los mismos indígenas de los territorio­s pueden transitar, mucho menos nosotros entrar sin saber dónde hay una mina.

Ustedes proponen el desminado humanitari­o, ¿por qué ese y no el militar?

El desminado realizado por el Ejército no se permite, porque en los territorio­s están los actores armados. Si los militares entran es mucho más peligroso y se pueden presentar combates, que se traduciría­n en masacres, muertes y desplazami­entos. Los actores ilegales no respetan las vidas. Por eso, nosotros proponemos que el desminado lo hagan otros organismos humanitari­os.

¿Cuál es el llamado que hacen desde la OIA?

Decirles a la opinión pública, a los gobiernos nacional y departamen­tal que es muy triste que en estos momentos las comunidade­s indígenas vivan con tanto miedo en sus propias casas. Nosotros somos pueblos indígenas de paz. Nuestra arma es el bastón de la guardia y la palabra para el diálogo. Es momento de que miremos y paremos esta guerra. A los grupos armados les decimos que no somos parte de ningún lado. Solo defendemos los ríos, la tierra y los sitios sagrados. Esto no puede quedar solo en comunicado­s y las vidas perdidas convertida­s en cifras.

››De los 38.000 indígenas que hay en Antioquia, cerca de 20.000 están en riesgo, especialme­nte los resguardos embera eyabida y los zenúes.

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/ AFP La Defensoría hizo un llamado para que las autoridade­s adelanten labores de desminado humanitari­o.
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